¡Ay, pata negra! La industria alimentaria de Costa Rica está sudando frío. Resulta que esos aranceles del 15% que pusieron los gringos, pues le dieron duro al bolsillo de muchos exportadores. Ya varios clientes están diciendo 'nos vemos luego' y dejando de comprar nuestros productos. La cosa está fea, diay.
Según datos de la Cámara de Industriales Alimentarios (Cacia), este problema empezó a sentirse a mediados de año. Algunos negocios ya tuvieron que frenar la producción de ciertas líneas, porque simplemente no estaban saliendo rentables con ese extra costo que tienen que absorber. ¡Qué torta!
Pero ojo, que no todo está perdido. Afortunadamente, los exportadores no dependen únicamente del mercado estadounidense. Centroamérica sigue siendo nuestro patio trasero y ahí seguimos vendiendo a toda máquina. De hecho, el 52% de nuestras ventas al exterior se quedan por acá, y si hablamos solo de alimentos empaquetados, esa cifra sube al 68%. Eso nos da un respiro, aunque no precisamente pa’ dormir tranquilo.
Juan Ignacio Pérez, el jefe de Cacia, nos explica que la situación es complicada, pero tampoco fatal. “Nosotros todavía estamos metidos en medio del huracán”, dice. Lo que preocupa es que si estos aranceles siguen vigentes el próximo año, la cosa podría ponerse aún peor. Sectores como el de panes, galletas, salsas, atún, pastas y chocolates podrían sufrir un golpe considerable.
Y no solo es el arancel, ¡qué carga! También influyen el tipo de cambio y el comportamiento del consumidor tico, que últimamente está bien precavido y recortando gastos. Mario Montero, otro capo de Cacia, comenta que el primer semestre del año fue “muy lento, muy duro y difícil” para muchos asociados. El mae está cuidando el budget, dicen por ahí. Parece que el lujo se fue pa’ atrás y ahora toca apretarse el cinturón.
Entonces, ¿cuál es la solución? Según los expertos, necesitamos una estrategia agresiva para bajar los costos de transacción y logística. Mejorar la infraestructura vial, conseguir tarifas eléctricas más competitivas, ponerle orden a Puerto Caldera y agilizar los trámites en las fronteras son algunas de las medidas que propusieron. Además, urge modernizar el INA y capacitar a más gente en oficios técnicos. ¡Pa’ que agarremos ritmo!
Ahora bien, mirando el panorama general, el sector alimentario representa un 5% del PIB nacional y le da trabajo a más de 105 mil personas. Las exportaciones superaron los 2.750 millones de dólares el año pasado, convirtiéndose en el tercer rubro más importante de nuestro comercio internacional. Es decir, que estamos hablando de un negocio grande, que mueve muchas varas y que no podemos permitirnos que se vaya al traste por unos aranceles. Pero, ¿realmente estamos haciendo todo lo posible para enfrentar estos desafíos?
En fin, la pelota está en el tejado del gobierno y de los empresarios. Se necesita una visión clara y acciones concretas para proteger nuestra industria y asegurar el futuro económico de Costa Rica. Ahora me pregunto, chavales, ¿creyeron que esto iba a ser fácil y qué estrategias creen que debemos implementar para contrarrestar este zarpazo de los gringos?
Según datos de la Cámara de Industriales Alimentarios (Cacia), este problema empezó a sentirse a mediados de año. Algunos negocios ya tuvieron que frenar la producción de ciertas líneas, porque simplemente no estaban saliendo rentables con ese extra costo que tienen que absorber. ¡Qué torta!
Pero ojo, que no todo está perdido. Afortunadamente, los exportadores no dependen únicamente del mercado estadounidense. Centroamérica sigue siendo nuestro patio trasero y ahí seguimos vendiendo a toda máquina. De hecho, el 52% de nuestras ventas al exterior se quedan por acá, y si hablamos solo de alimentos empaquetados, esa cifra sube al 68%. Eso nos da un respiro, aunque no precisamente pa’ dormir tranquilo.
Juan Ignacio Pérez, el jefe de Cacia, nos explica que la situación es complicada, pero tampoco fatal. “Nosotros todavía estamos metidos en medio del huracán”, dice. Lo que preocupa es que si estos aranceles siguen vigentes el próximo año, la cosa podría ponerse aún peor. Sectores como el de panes, galletas, salsas, atún, pastas y chocolates podrían sufrir un golpe considerable.
Y no solo es el arancel, ¡qué carga! También influyen el tipo de cambio y el comportamiento del consumidor tico, que últimamente está bien precavido y recortando gastos. Mario Montero, otro capo de Cacia, comenta que el primer semestre del año fue “muy lento, muy duro y difícil” para muchos asociados. El mae está cuidando el budget, dicen por ahí. Parece que el lujo se fue pa’ atrás y ahora toca apretarse el cinturón.
Entonces, ¿cuál es la solución? Según los expertos, necesitamos una estrategia agresiva para bajar los costos de transacción y logística. Mejorar la infraestructura vial, conseguir tarifas eléctricas más competitivas, ponerle orden a Puerto Caldera y agilizar los trámites en las fronteras son algunas de las medidas que propusieron. Además, urge modernizar el INA y capacitar a más gente en oficios técnicos. ¡Pa’ que agarremos ritmo!
Ahora bien, mirando el panorama general, el sector alimentario representa un 5% del PIB nacional y le da trabajo a más de 105 mil personas. Las exportaciones superaron los 2.750 millones de dólares el año pasado, convirtiéndose en el tercer rubro más importante de nuestro comercio internacional. Es decir, que estamos hablando de un negocio grande, que mueve muchas varas y que no podemos permitirnos que se vaya al traste por unos aranceles. Pero, ¿realmente estamos haciendo todo lo posible para enfrentar estos desafíos?
En fin, la pelota está en el tejado del gobierno y de los empresarios. Se necesita una visión clara y acciones concretas para proteger nuestra industria y asegurar el futuro económico de Costa Rica. Ahora me pregunto, chavales, ¿creyeron que esto iba a ser fácil y qué estrategias creen que debemos implementar para contrarrestar este zarpazo de los gringos?
