¡Ay, Dios mío! Parece que los problemas nunca terminan para nuestros productores. En las últimas semanas, varios negocios del ramo alimentario, afiliados a Cacia, han andado con el corazón en la boca, buscando cómo lidiar con unos aranceles que les están pesando más que un camión lleno de plátanos verdes. La cosa está seria, mae, porque Estados Unidos no precisamente anda regalando facilidades.
Todo esto viene por culpa de un arancel del 15% que los gringos le aplican a muchos de nuestros productos. Según Mario Montero, vicepresidente de Cacia, incluso ese pequeño porcentaje ya está causando estragos. Imagínate, si un 15% ya les está dando dolor de cabeza, ¿qué pasará cuando intenten cerrar tratos para el próximo año?
Un estudio de Cacia reveló que, a pesar de un ligero repunte en las exportaciones hacia Estados Unidos durante el 2025 –que sigue siendo nuestro segundo mercado más importante después de Centroamérica–, ya hay empresarios sudando frío tratando de amarrar nuevos contratos. La preocupación es real, y no es para tomármela a jalar, porque afecta a sectores clave como la planificación, la galletadería, las salsas, el atún, las pastas y hasta los chocolates, ¡una verdadera torta!
Lo que desencadenó todo este lío fue un decreto firmado por el expresidente Trump, donde eliminó aranceles a productos agrícolas como el café, el banano, la piña procesada, el cacao, el chayote, la yucca, los cítricos, los tomates, e incluso algunas carnes y especias. Una excelente noticia para algunos, claro, pero dejó afuera a la gran mayoría de la industria alimentaria. ¡Qué fastidio!
La idea detrás de la medida, según Washington, era abaratar el costo de vida para los estadounidenses, analizando la capacidad de producción interna de ciertos bienes. Algunos productos quedaron exentos de estos 'aranceles recíprocos', argumentando que Estados Unidos aún no puede suplirlos. Pero nuestra industria alimentaria quedó fuera del festín, lo cual nos pone en una posición complicada.
Hasta ahora, hemos tenido dos rondas de conversaciones con los funcionarios estadounidenses, buscando un panorama más favorable o alguna modificación en el impuesto. Sin embargo, los resultados no han sido los esperados. Se tenía programado un tercer encuentro, pero se ha ido posponiendo indefinidamente, gracias al cierre del gobierno federal allá, ¡qué despiche! El ministro Manuel Tovar dice que esto es parte del juego, recordando que Costa Rica siempre es el último en llegar a la mesa de negociación, como pasó con el CAFTA.
Tovar enfatizó que nuestra economía es distinta a la de la región, destacando los sectores de dispositivos médicos y semiconductores, áreas complejas y sofisticadas que requieren una negociación más elaborada. “Somos dispositivos médicos, somos semiconductores…por eso la negociación es más compleja”. Dijo, justificando la demora y la dificultad de obtener concesiones.
La situación pinta un poco gris, y nos hace preguntarnos: ¿Podrá Costa Rica encontrar una solución a tiempo para proteger a nuestra industria alimentaria y evitar que este brete se convierta en una crisis económica más profunda? ¿Considerando las complejidades de la negociación y la rigidez de la administración estadounidense, qué estrategias debería implementar el gobierno para defender los intereses de nuestros productores? Dejen sus opiniones en el foro, ¡queremos saber qué piensan ustedes!
Todo esto viene por culpa de un arancel del 15% que los gringos le aplican a muchos de nuestros productos. Según Mario Montero, vicepresidente de Cacia, incluso ese pequeño porcentaje ya está causando estragos. Imagínate, si un 15% ya les está dando dolor de cabeza, ¿qué pasará cuando intenten cerrar tratos para el próximo año?
Un estudio de Cacia reveló que, a pesar de un ligero repunte en las exportaciones hacia Estados Unidos durante el 2025 –que sigue siendo nuestro segundo mercado más importante después de Centroamérica–, ya hay empresarios sudando frío tratando de amarrar nuevos contratos. La preocupación es real, y no es para tomármela a jalar, porque afecta a sectores clave como la planificación, la galletadería, las salsas, el atún, las pastas y hasta los chocolates, ¡una verdadera torta!
Lo que desencadenó todo este lío fue un decreto firmado por el expresidente Trump, donde eliminó aranceles a productos agrícolas como el café, el banano, la piña procesada, el cacao, el chayote, la yucca, los cítricos, los tomates, e incluso algunas carnes y especias. Una excelente noticia para algunos, claro, pero dejó afuera a la gran mayoría de la industria alimentaria. ¡Qué fastidio!
La idea detrás de la medida, según Washington, era abaratar el costo de vida para los estadounidenses, analizando la capacidad de producción interna de ciertos bienes. Algunos productos quedaron exentos de estos 'aranceles recíprocos', argumentando que Estados Unidos aún no puede suplirlos. Pero nuestra industria alimentaria quedó fuera del festín, lo cual nos pone en una posición complicada.
Hasta ahora, hemos tenido dos rondas de conversaciones con los funcionarios estadounidenses, buscando un panorama más favorable o alguna modificación en el impuesto. Sin embargo, los resultados no han sido los esperados. Se tenía programado un tercer encuentro, pero se ha ido posponiendo indefinidamente, gracias al cierre del gobierno federal allá, ¡qué despiche! El ministro Manuel Tovar dice que esto es parte del juego, recordando que Costa Rica siempre es el último en llegar a la mesa de negociación, como pasó con el CAFTA.
Tovar enfatizó que nuestra economía es distinta a la de la región, destacando los sectores de dispositivos médicos y semiconductores, áreas complejas y sofisticadas que requieren una negociación más elaborada. “Somos dispositivos médicos, somos semiconductores…por eso la negociación es más compleja”. Dijo, justificando la demora y la dificultad de obtener concesiones.
La situación pinta un poco gris, y nos hace preguntarnos: ¿Podrá Costa Rica encontrar una solución a tiempo para proteger a nuestra industria alimentaria y evitar que este brete se convierta en una crisis económica más profunda? ¿Considerando las complejidades de la negociación y la rigidez de la administración estadounidense, qué estrategias debería implementar el gobierno para defender los intereses de nuestros productores? Dejen sus opiniones en el foro, ¡queremos saber qué piensan ustedes!