¡Ay, Dios mío! Aquí andamos, viendo cómo la cosa se pone más turbia día tras día. El OIJ metió un allanamiento tremendo en Atlántida, Limón, y la que se encontraron… un verdadero arsenal, pa’ hacer temblar a cualquiera. Parece que alguien anda jugando con fuego, y no cualquier fuego, sino uno que quema a to’a.
Según nos cuentan, todo esto viene de una investigación de 12 allanamientos hechos este juevies, buscando a unos vándalos –entre los 19 y los 27 años– sospechosos de mandar al otro mundo a cuatro personas entre enero del 2024 y agosto de este año. Michael Soto, el jefe interino de la policía judicial, confirmó que encontraron 32 armas, ¡pa’ armar un ejército! Entre esas, hay unas que te dejan helao: una escopeta, un AK47, un AR15... ¡ufff!
Y eso no es todo, chunches. También encontraron cargadores pa' matar a perro y baldes repletos de balas. Soto dice que estamos hablando de unas 100 armas en total si sumamos lo decomisado ahora con lo que agarraron antes en el caso Traición. ¡Imagínate la barbaridad! Este grupo, según él, es la faena más peligrosa del cartel que mueve sus hilos por acá. Un cartel que, recordaremos, le pegaron duro hace unas semanas, pero parece que siguen vivos y con ganas de juerga.
Lo que más me preocupa, y creo que debería preocuparle a to’os, es lo que comenta Soto sobre la capacidad de fuego de estos vándalos. Dice que es “impresionante”, y que tienen el potencial de atacar tanto a la policía como a otros grupos que quieran meterle mano. Y con razón, pues al cartel del Caribe Sur, como ya saben, se le achacan mínimo 68 crímenes. ¡Eso no es broma, mae!
Ahora bien, ¿qué significa esto en realidad? Soto nos aclara que estos grupos, que se creen dueños de la ley, buscan controlar los territorios pa’ seguir vendiendo droga y haciendo sus trapiches. Lo hacen, textualmente, “a punta de fuego”. Explica que seguramente sacaban las armas y las balas de ese escondite pa’ hacer sus fechorías, y luego las guardaban otra vez. ¡Un brete pa’ ellos, un peligro pa’ nosotros!
El director del OIJ lo puso claro: este caso es de “preocupación alta para el Estado”. Aunque reconocen que este decomiso es un buen golpe pa’ la policía, también recalcan que demuestra que los grupos criminales cada vez son más fuertes y poderosos. Esto no pinta nada bien, y nos obliga a preguntarnos qué más podemos hacer pa’ frenar esta ola de violencia que nos azota.
Recordemos, además, los detalles macabros detrás de algunos de esos asesinatos. Por ejemplo, aquel primer de enero en Limoncito, donde hicieron una balacera frente a la cancha de fútbol. Un pobre fulano de apellido Ramírez, de apenas 22 años, murió ahí mismo, mientras que un muchacho menor de edad falleció meses después. Otro de los crímenes ocurrió en Río Banano, con un hombre de apellido Valverde siendo asesinado a sangre fría por unos matones en moto. Y ni hablar del caso de Pueblo Nuevo, donde un hombre de apellido Rodríguez fue abatido a tiros frente a un colegio, dejando huérfana a una niña pequeña. ¡Qué pena, mae! Cosas que te hacen perder la fe…
Este decomiso es un paso importante, sí, pero no soluciona el problema de fondo. Nos deja pensando: ¿Realmente estamos haciendo lo suficiente para combatir el crimen organizado en Costa Rica, o solo estamos tapando agujeros mientras el monstruo sigue creciendo? ¿Creen que la estrategia actual es efectiva, o necesitamos un cambio radical en la forma en que abordamos esta problemática? ¡Den su opinión, que quiero saber qué piensan ustedes!
Según nos cuentan, todo esto viene de una investigación de 12 allanamientos hechos este juevies, buscando a unos vándalos –entre los 19 y los 27 años– sospechosos de mandar al otro mundo a cuatro personas entre enero del 2024 y agosto de este año. Michael Soto, el jefe interino de la policía judicial, confirmó que encontraron 32 armas, ¡pa’ armar un ejército! Entre esas, hay unas que te dejan helao: una escopeta, un AK47, un AR15... ¡ufff!
Y eso no es todo, chunches. También encontraron cargadores pa' matar a perro y baldes repletos de balas. Soto dice que estamos hablando de unas 100 armas en total si sumamos lo decomisado ahora con lo que agarraron antes en el caso Traición. ¡Imagínate la barbaridad! Este grupo, según él, es la faena más peligrosa del cartel que mueve sus hilos por acá. Un cartel que, recordaremos, le pegaron duro hace unas semanas, pero parece que siguen vivos y con ganas de juerga.
Lo que más me preocupa, y creo que debería preocuparle a to’os, es lo que comenta Soto sobre la capacidad de fuego de estos vándalos. Dice que es “impresionante”, y que tienen el potencial de atacar tanto a la policía como a otros grupos que quieran meterle mano. Y con razón, pues al cartel del Caribe Sur, como ya saben, se le achacan mínimo 68 crímenes. ¡Eso no es broma, mae!
Ahora bien, ¿qué significa esto en realidad? Soto nos aclara que estos grupos, que se creen dueños de la ley, buscan controlar los territorios pa’ seguir vendiendo droga y haciendo sus trapiches. Lo hacen, textualmente, “a punta de fuego”. Explica que seguramente sacaban las armas y las balas de ese escondite pa’ hacer sus fechorías, y luego las guardaban otra vez. ¡Un brete pa’ ellos, un peligro pa’ nosotros!
El director del OIJ lo puso claro: este caso es de “preocupación alta para el Estado”. Aunque reconocen que este decomiso es un buen golpe pa’ la policía, también recalcan que demuestra que los grupos criminales cada vez son más fuertes y poderosos. Esto no pinta nada bien, y nos obliga a preguntarnos qué más podemos hacer pa’ frenar esta ola de violencia que nos azota.
Recordemos, además, los detalles macabros detrás de algunos de esos asesinatos. Por ejemplo, aquel primer de enero en Limoncito, donde hicieron una balacera frente a la cancha de fútbol. Un pobre fulano de apellido Ramírez, de apenas 22 años, murió ahí mismo, mientras que un muchacho menor de edad falleció meses después. Otro de los crímenes ocurrió en Río Banano, con un hombre de apellido Valverde siendo asesinado a sangre fría por unos matones en moto. Y ni hablar del caso de Pueblo Nuevo, donde un hombre de apellido Rodríguez fue abatido a tiros frente a un colegio, dejando huérfana a una niña pequeña. ¡Qué pena, mae! Cosas que te hacen perder la fe…
Este decomiso es un paso importante, sí, pero no soluciona el problema de fondo. Nos deja pensando: ¿Realmente estamos haciendo lo suficiente para combatir el crimen organizado en Costa Rica, o solo estamos tapando agujeros mientras el monstruo sigue creciendo? ¿Creen que la estrategia actual es efectiva, o necesitamos un cambio radical en la forma en que abordamos esta problemática? ¡Den su opinión, que quiero saber qué piensan ustedes!
