¡Ay, Dios mío! Se armó un chinamanote en la Asamblea Legislativa, ¿me entienden? Después de horas y horas de debate, el intento de levantarle la inmunidad al Presidente Ramírez se fue al traste. Ni siquiera alcanzaron los votos necesarios, quedaron cortos, bien cortos. El ambiente estaba tenso, se sentía la presión y, bueno, al final, no hubo ‘caché’.
Como les explicaré, esto viene de atrás. Algunos diputados de la oposición, impulsados por ciertos rumores y unas investigaciones que andan dando vueltas, querían darle un empujón al asunto de la inmunidad. Alegaban que se necesitaba más control sobre el poder ejecutivo, ya saben, la típica… Pero la bancada oficialista, liderada por la diputada Ada Acuña, fue dura en defensa del Presidente, argumentando que esto jugaba mucho con la estabilidad del país y nuestra imagen afuera.
La diputada Acuña, con toda la razón del mundo, puso el dedo en la llaga. Recordó que esto es un escenario inédito, algo que no habíamos visto desde tiempos de José Figueres Ferrer. ¡Imagínense! Costa Rica, tierra de democracia y paz, debatiendo si destituir al Presidente en medio de un mandato. Ella misma comentó que estamos 'jugando con la estabilidad institucional', algo que nos cuesta tanto construir y mantener, mi gente.
“Esto no es un juego”, recalcó la diputada Acuña en su intervención. “Se trata de la confianza de la ciudadanía, de cómo nos ven los países amigos. Estamos hablando de relaciones diplomáticas, de inversiones extranjeras... de qué va a pensar Estados Unidos, la Unión Europea, incluso nuestros vecinos de Centroamérica”. Y vaya que tiene razón, porque un país sumido en crisis política no atrae ni inversión ni turismo. Eso sí que es un ‘sal’.
Y es que no se puede negar, el Congreso está fragmentado como nunca antes. Las diferentes bancadas tienen sus propias agendas y prioridades, y llegar a acuerdos se ha vuelto casi imposible. Ya hemos visto esto en otros temas importantes, como la Ley de Impuestos o la reforma del Sistema Nacional de Salud. Parece que la polarización ha tomado posesión de la Asamblea, y eso no beneficia a nadie, ¿eh?
Pero ojo, que el tema económico también pesaba bastante. Expertos han alertado que cualquier señal de inestabilidad política podría hacer que los mercados financieros pierdan la confianza en Costa Rica. Esto significaría un aumento del riesgo país, un endeudamiento más caro y, finalmente, menos recursos para financiar servicios básicos como educación y salud. Un verdadero ‘brete’, vamos.
Ahora bien, aunque la moción no prosperó, este debate deja secuelas. Reabrió viejas heridas, expuso divisiones profundas y, lo peor de todo, generó incertidumbre en la población. Muchos ciudadanos se preguntan qué pasará ahora, si el Presidente podrá recuperar la confianza perdida y si podremos salir adelante como nación. La ‘vara’ está complicada, pues no hay duda.
Después de todo este rollo, me pregunto: ¿Realmente necesitamos abrir este tipo de debates que solo terminan dividiéndonos, o deberíamos enfocarnos en encontrar puntos en común para construir un futuro mejor para todos los costarricenses? ¿Ustedes qué opinan, compas?
Como les explicaré, esto viene de atrás. Algunos diputados de la oposición, impulsados por ciertos rumores y unas investigaciones que andan dando vueltas, querían darle un empujón al asunto de la inmunidad. Alegaban que se necesitaba más control sobre el poder ejecutivo, ya saben, la típica… Pero la bancada oficialista, liderada por la diputada Ada Acuña, fue dura en defensa del Presidente, argumentando que esto jugaba mucho con la estabilidad del país y nuestra imagen afuera.
La diputada Acuña, con toda la razón del mundo, puso el dedo en la llaga. Recordó que esto es un escenario inédito, algo que no habíamos visto desde tiempos de José Figueres Ferrer. ¡Imagínense! Costa Rica, tierra de democracia y paz, debatiendo si destituir al Presidente en medio de un mandato. Ella misma comentó que estamos 'jugando con la estabilidad institucional', algo que nos cuesta tanto construir y mantener, mi gente.
“Esto no es un juego”, recalcó la diputada Acuña en su intervención. “Se trata de la confianza de la ciudadanía, de cómo nos ven los países amigos. Estamos hablando de relaciones diplomáticas, de inversiones extranjeras... de qué va a pensar Estados Unidos, la Unión Europea, incluso nuestros vecinos de Centroamérica”. Y vaya que tiene razón, porque un país sumido en crisis política no atrae ni inversión ni turismo. Eso sí que es un ‘sal’.
Y es que no se puede negar, el Congreso está fragmentado como nunca antes. Las diferentes bancadas tienen sus propias agendas y prioridades, y llegar a acuerdos se ha vuelto casi imposible. Ya hemos visto esto en otros temas importantes, como la Ley de Impuestos o la reforma del Sistema Nacional de Salud. Parece que la polarización ha tomado posesión de la Asamblea, y eso no beneficia a nadie, ¿eh?
Pero ojo, que el tema económico también pesaba bastante. Expertos han alertado que cualquier señal de inestabilidad política podría hacer que los mercados financieros pierdan la confianza en Costa Rica. Esto significaría un aumento del riesgo país, un endeudamiento más caro y, finalmente, menos recursos para financiar servicios básicos como educación y salud. Un verdadero ‘brete’, vamos.
Ahora bien, aunque la moción no prosperó, este debate deja secuelas. Reabrió viejas heridas, expuso divisiones profundas y, lo peor de todo, generó incertidumbre en la población. Muchos ciudadanos se preguntan qué pasará ahora, si el Presidente podrá recuperar la confianza perdida y si podremos salir adelante como nación. La ‘vara’ está complicada, pues no hay duda.
Después de todo este rollo, me pregunto: ¿Realmente necesitamos abrir este tipo de debates que solo terminan dividiéndonos, o deberíamos enfocarnos en encontrar puntos en común para construir un futuro mejor para todos los costarricenses? ¿Ustedes qué opinan, compas?
