¡Aguanten bien, parce! Parece que el Río Tempisque quiere ponernos a prueba. Resulta que ahora le toca turnarse otro puente para recibir unas buenas curitas. Ya saben cómo es esto, cierran un puente, abren uno provisional y la gente se rasca la cabeza preguntándose cuándo va a terminar este chinchorreo.
Este nuevo brete a rehabilitación es el que está ubicado en la ruta 21, pasando Guardia de Liberia. No es el famoso Puente de la Amistad, ese ya tuvo sus momentos de gloria (y de cierre), pero este sí anda requiriendo atención urgente. Según Transports Públicos y Comunicaciones (TPC), los trabajos van a empezar este viernes y se van a prolongar por unos 567 días... o sea, casi dos años, diay. ¡Eso sí da para armar familia!
Imagínate, desde ahorita hasta el 2027 vamos a tener que andar buscando rodeos. Pero calma, que tampoco todo está perdido. Para evitar un cataclismo vehicular, le van a poner un puente modular de dos carriles con acera. Unos 92 metros de pura ingeniería rápida para que podamos seguir moviéndonos, aunque sea a paso de tortuga. Lo bueno es que lo van a colocar justo al lado del puente viejo, así no nos perdemos en el intento.
Y ojo, porque el puente actual no estaba precisamente lucido. Dice la nota oficial que tiene deterioros “considerables” – eufemismo, me imagino – que necesitan ser corregidos. Van a reforzarle los elementos verticales, darle nuevos bastiones (eso suena técnico, ¿verdad?), cambiarle la losa de rodamiento y hasta agregarle un paso para peatones. Porque claro, siempre hay que pensar en los que andamos caminando, ni todo gira alrededor del carro.
Todo este festín de reparaciones, obviamente, tiene un precio. Nos va a costar ₡2.531 millones, que si le preguntas a cualquier vecino, es dinero suficiente para construir varias casas en cualquier esquina del país. Pero bueno, qué le vamos a hacer, dice el dicho “el Estado gasta”. Esperemos que esta inversión valga la pena y el puente dure para los próximos cien años, que pa' eso trabajamos duro para pagarlo.
Ahora, analizando la situación con frialdad, uno se pregunta si realmente estamos haciendo las cosas bien. ¿No será que estos puentes están llegando a su límite de vida útil demasiado rápido? ¿Estamos usando materiales de baja calidad o simplemente no estamos dando el mantenimiento adecuado? Son preguntas que deberíamos hacernos, parce, porque esto parece un círculo vicioso que nunca termina.
Además, mientras esperamos que terminen estas obras, habrá que prepararnos para los baches, los embotellamientos y los nervios de punta. Y ahí entra en juego la paciencia, virtud que muchos de nosotros hemos perdido en el camino. Así que respiremos hondo, vayamos tranquilos y tratemos de disfrutar el paisaje mientras esperamos que se termine esta novela. Al final, siempre sale el sol… o al menos eso dicen.
Con este panorama, y pensando en todos los viajes que tendremos que hacer durante 19 meses, me pregunto: ¿Ustedes creen que sería más eficiente invertir en transporte público masivo en la zona de Tempisque en lugar de seguir arreglando puentes individualmente? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
Este nuevo brete a rehabilitación es el que está ubicado en la ruta 21, pasando Guardia de Liberia. No es el famoso Puente de la Amistad, ese ya tuvo sus momentos de gloria (y de cierre), pero este sí anda requiriendo atención urgente. Según Transports Públicos y Comunicaciones (TPC), los trabajos van a empezar este viernes y se van a prolongar por unos 567 días... o sea, casi dos años, diay. ¡Eso sí da para armar familia!
Imagínate, desde ahorita hasta el 2027 vamos a tener que andar buscando rodeos. Pero calma, que tampoco todo está perdido. Para evitar un cataclismo vehicular, le van a poner un puente modular de dos carriles con acera. Unos 92 metros de pura ingeniería rápida para que podamos seguir moviéndonos, aunque sea a paso de tortuga. Lo bueno es que lo van a colocar justo al lado del puente viejo, así no nos perdemos en el intento.
Y ojo, porque el puente actual no estaba precisamente lucido. Dice la nota oficial que tiene deterioros “considerables” – eufemismo, me imagino – que necesitan ser corregidos. Van a reforzarle los elementos verticales, darle nuevos bastiones (eso suena técnico, ¿verdad?), cambiarle la losa de rodamiento y hasta agregarle un paso para peatones. Porque claro, siempre hay que pensar en los que andamos caminando, ni todo gira alrededor del carro.
Todo este festín de reparaciones, obviamente, tiene un precio. Nos va a costar ₡2.531 millones, que si le preguntas a cualquier vecino, es dinero suficiente para construir varias casas en cualquier esquina del país. Pero bueno, qué le vamos a hacer, dice el dicho “el Estado gasta”. Esperemos que esta inversión valga la pena y el puente dure para los próximos cien años, que pa' eso trabajamos duro para pagarlo.
Ahora, analizando la situación con frialdad, uno se pregunta si realmente estamos haciendo las cosas bien. ¿No será que estos puentes están llegando a su límite de vida útil demasiado rápido? ¿Estamos usando materiales de baja calidad o simplemente no estamos dando el mantenimiento adecuado? Son preguntas que deberíamos hacernos, parce, porque esto parece un círculo vicioso que nunca termina.
Además, mientras esperamos que terminen estas obras, habrá que prepararnos para los baches, los embotellamientos y los nervios de punta. Y ahí entra en juego la paciencia, virtud que muchos de nosotros hemos perdido en el camino. Así que respiremos hondo, vayamos tranquilos y tratemos de disfrutar el paisaje mientras esperamos que se termine esta novela. Al final, siempre sale el sol… o al menos eso dicen.
Con este panorama, y pensando en todos los viajes que tendremos que hacer durante 19 meses, me pregunto: ¿Ustedes creen que sería más eficiente invertir en transporte público masivo en la zona de Tempisque en lugar de seguir arreglando puentes individualmente? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!