Mano, la pura verdad, este país a veces me da cositas. Resulta que el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) soltó la bomba: el empleo en el sector agrícola, ganadero y pesquero se fue pa' abajo más de ocho mil cabezas de familia entre septiembre del año pasado y este. ¡Qué despiche! Pero espera, que la cosa se pone aún más rara.
Si le echamos ojo a la comparación con el 2022, la cifra escalona a casi quince mil trabajadores perdidos. Y ahí es cuando te quedas pensando: ¿dónde quedó toda esa palabrería sobre récords de exportación y crecimiento del sector? Porque, aparentemente, mientras la producción andaba creciendo con un mísero cuatro punto cinco por ciento, la gente estaba perdiendo el brete, el sustento diario. Diay, esto es complicado...
El jerarca del MAG salió a defender la posición, diciendo que hubo una contracción importante por temas climáticos. Claro, siempre hay una excusa, ¿verdad? Dice que quizás el próximo año los números sí mejorarán, pero eso no quita que haya un problema de fondo. Y lo peor de todo, menciona que la producción de banano no está reduciendo empleos por esa merma. ¡Qué carga!, porque así nos quieren hacer creer que existe una relación directa que simplemente no la hay. Parece que estamos jugando al gato y al ratón.
Luego viene otra joyita: la incorporación de tecnología en los procesos productivos. Sí, claro, porque ahora los robots van a plantar café y cosechar piñas. Entiendo que la tecnificación puede aumentar la eficiencia, pero también significa que se necesita menos gente trabajando en el campo. Ahí es donde entra la pregunta del millón, ¿no?
Y es que, según el Observatorio Económico y Social (OES), necesitamos una reactivación económica sostenible e inclusiva, con énfasis en fortalecer el sector agropecuario. Porque en las zonas rurales es donde más golpea la pérdida de empleos, especialmente a la gente con menor nivel educativo. Estos señores parecen estar viendo el panorama desde otro planeta, mientras nosotros aquí batallando para llegar a fin de mes.
Lo que me preocupa es que estemos sacrificando empleos en el campo en nombre del progreso tecnológico. No digo que la tecnología sea mala, pero tiene que haber un equilibrio. No podemos dejar que el sector agrícola se convierta en una máquina eficiente pero deshumanizada, donde la única meta es producir más y ganar más dinero, sin importarles a las personas que trabajan duro para hacerlo posible. A ver, ¿quién se lleva la palma aquí?
Ahora bien, el MAG defiende que menos empleados pueden significar mayor producción por trabajador gracias a la tecnificación. Afirma que “uno desea tener muchísima más gente contratada, pero que exista menos mano de obra contratada no significa que el sector está mal”. Ehhh, pues yo creo que sí significa algo, maestro. Significa que estamos dejando atrás a mucha gente que depende de esos empleos para sobrevivir, y que no tiene acceso a otras oportunidades laborales. Esto no es un juego, es la realidad de muchos costarriqueños.
En fin, la vaina está que arde, y queda la pregunta abierta: ¿Cómo podemos impulsar el desarrollo económico sin sacrificar el bienestar social y el empleo en el sector rural? ¿Estamos dispuestos a aceptar que la modernización implique dejar atrás a parte de nuestra población, o podemos encontrar un camino que beneficie a todos? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan de este lío!
Si le echamos ojo a la comparación con el 2022, la cifra escalona a casi quince mil trabajadores perdidos. Y ahí es cuando te quedas pensando: ¿dónde quedó toda esa palabrería sobre récords de exportación y crecimiento del sector? Porque, aparentemente, mientras la producción andaba creciendo con un mísero cuatro punto cinco por ciento, la gente estaba perdiendo el brete, el sustento diario. Diay, esto es complicado...
El jerarca del MAG salió a defender la posición, diciendo que hubo una contracción importante por temas climáticos. Claro, siempre hay una excusa, ¿verdad? Dice que quizás el próximo año los números sí mejorarán, pero eso no quita que haya un problema de fondo. Y lo peor de todo, menciona que la producción de banano no está reduciendo empleos por esa merma. ¡Qué carga!, porque así nos quieren hacer creer que existe una relación directa que simplemente no la hay. Parece que estamos jugando al gato y al ratón.
Luego viene otra joyita: la incorporación de tecnología en los procesos productivos. Sí, claro, porque ahora los robots van a plantar café y cosechar piñas. Entiendo que la tecnificación puede aumentar la eficiencia, pero también significa que se necesita menos gente trabajando en el campo. Ahí es donde entra la pregunta del millón, ¿no?
Y es que, según el Observatorio Económico y Social (OES), necesitamos una reactivación económica sostenible e inclusiva, con énfasis en fortalecer el sector agropecuario. Porque en las zonas rurales es donde más golpea la pérdida de empleos, especialmente a la gente con menor nivel educativo. Estos señores parecen estar viendo el panorama desde otro planeta, mientras nosotros aquí batallando para llegar a fin de mes.
Lo que me preocupa es que estemos sacrificando empleos en el campo en nombre del progreso tecnológico. No digo que la tecnología sea mala, pero tiene que haber un equilibrio. No podemos dejar que el sector agrícola se convierta en una máquina eficiente pero deshumanizada, donde la única meta es producir más y ganar más dinero, sin importarles a las personas que trabajan duro para hacerlo posible. A ver, ¿quién se lleva la palma aquí?
Ahora bien, el MAG defiende que menos empleados pueden significar mayor producción por trabajador gracias a la tecnificación. Afirma que “uno desea tener muchísima más gente contratada, pero que exista menos mano de obra contratada no significa que el sector está mal”. Ehhh, pues yo creo que sí significa algo, maestro. Significa que estamos dejando atrás a mucha gente que depende de esos empleos para sobrevivir, y que no tiene acceso a otras oportunidades laborales. Esto no es un juego, es la realidad de muchos costarriqueños.
En fin, la vaina está que arde, y queda la pregunta abierta: ¿Cómo podemos impulsar el desarrollo económico sin sacrificar el bienestar social y el empleo en el sector rural? ¿Estamos dispuestos a aceptar que la modernización implique dejar atrás a parte de nuestra población, o podemos encontrar un camino que beneficie a todos? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan de este lío!