¡Buenas tardes, comadres y comelos! Aquí su Foro de Costa Rica con una noticia que les va a hacer apretar el bolsillo más duro que guanábana en diciembre. Resulta que el casco central de San José se ha convertido en el paraíso de los borrachos… de cartera, digo. Los números no mienten: un hurto cada cuarenta minutitos, ¡parece película de terror!
Según el OIJ, este año ya vamos por más de cuatro mil denuncias de hurtos en la capital, y eso solo cuenta los que reportamos. Imagínense la cifra real, llena de gente que, por vergüenza o porque ‘qué va a hacer’, prefiere tragarse las lágrimas y seguir adelante. La bronca es que esto nos afecta a todos, paisa, desde el que anda buscando el pan hasta el rico fresquito.
Y hablando de billetes, el daño económico va por los techos: ¡más de 900 millones de colones y 370 mil dólares! Una torta, diay. Esto sin contar los fraudes que se generan luego con las tarjetas robadas. Ahí te van, los pillastres usando nuestras credenciales para darse unas vueltas por el supermercado o comprarse esos jueguetes que no pueden pagar honestamente. ¡Qué poca gracia!
Lo más común, según los investigadores, es el buenísimo arte del carterismo. Estos tipos, bien camuflados en medio de la multitud, aprovechan cualquier descuido para abrir bolsos y maletines como si fueran caramelos. Y ni hablar de los buses, donde en la hora punta, en medio del tumulto, te quitan la billetera antes de que te des cuenta. Uno tiene que estar más atento que gato maullando.
Pero la cosa no termina ahí. También hay grupos que operan en bares y restaurantes, especialmente en zonas como Escalante y la Calle 21, donde en una noche pueden levantarle el móvil a media planilla. ¡Imagínense la bronca!, perderte fotos de tus sobrinos, contactos importantes y, encima, tener que lidiar con la posibilidad de que te estén espíando por WhatsApp. Un brete, señores.
Incluso los negocios no escapan. Supermercados y tiendas de electrodomésticos se han convertido en blancos fáciles para los ladridos que, con trucos dignos de Houdini, distraen a los empleados para llevarse desde pantallas LED hasta pañales para bebé y bloqueador solar. ¡Parece broma, pero es la realidad! Y lo peor es que muchos no denuncian porque piensan que ‘por tan poco no vale la pena’. Pues ahí les va, que cada denuncia cuenta para que el OIJ pueda armar el rompecabezas y atrapar a estos delicuentes.
José Solano Araya, el jefe de investigación de la Sección de Hurtos, nos dice que la edad o el género no importan para estos vándalos. Lo que buscan es la oportunidad, un descuido, un momento de distracción para aprovecharse. Así que, mi consejo: lleven los bolsos al frente, sujeten bien los celulares y no se confíen ni siquiera en la tienda de la esquina. ¡Desconfiemos de todo el mundo, pura precaución! Y recuerden reportar cualquier robo, por mínimo que parezca.
Ahora, me pregunto... Con tanta inseguridad en San José, ¿creen que deberíamos considerar fortalecer la presencia policial en el casco central o invertir en sistemas de vigilancia más sofisticados, como cámaras de seguridad en tiempo real? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente!
Según el OIJ, este año ya vamos por más de cuatro mil denuncias de hurtos en la capital, y eso solo cuenta los que reportamos. Imagínense la cifra real, llena de gente que, por vergüenza o porque ‘qué va a hacer’, prefiere tragarse las lágrimas y seguir adelante. La bronca es que esto nos afecta a todos, paisa, desde el que anda buscando el pan hasta el rico fresquito.
Y hablando de billetes, el daño económico va por los techos: ¡más de 900 millones de colones y 370 mil dólares! Una torta, diay. Esto sin contar los fraudes que se generan luego con las tarjetas robadas. Ahí te van, los pillastres usando nuestras credenciales para darse unas vueltas por el supermercado o comprarse esos jueguetes que no pueden pagar honestamente. ¡Qué poca gracia!
Lo más común, según los investigadores, es el buenísimo arte del carterismo. Estos tipos, bien camuflados en medio de la multitud, aprovechan cualquier descuido para abrir bolsos y maletines como si fueran caramelos. Y ni hablar de los buses, donde en la hora punta, en medio del tumulto, te quitan la billetera antes de que te des cuenta. Uno tiene que estar más atento que gato maullando.
Pero la cosa no termina ahí. También hay grupos que operan en bares y restaurantes, especialmente en zonas como Escalante y la Calle 21, donde en una noche pueden levantarle el móvil a media planilla. ¡Imagínense la bronca!, perderte fotos de tus sobrinos, contactos importantes y, encima, tener que lidiar con la posibilidad de que te estén espíando por WhatsApp. Un brete, señores.
Incluso los negocios no escapan. Supermercados y tiendas de electrodomésticos se han convertido en blancos fáciles para los ladridos que, con trucos dignos de Houdini, distraen a los empleados para llevarse desde pantallas LED hasta pañales para bebé y bloqueador solar. ¡Parece broma, pero es la realidad! Y lo peor es que muchos no denuncian porque piensan que ‘por tan poco no vale la pena’. Pues ahí les va, que cada denuncia cuenta para que el OIJ pueda armar el rompecabezas y atrapar a estos delicuentes.
José Solano Araya, el jefe de investigación de la Sección de Hurtos, nos dice que la edad o el género no importan para estos vándalos. Lo que buscan es la oportunidad, un descuido, un momento de distracción para aprovecharse. Así que, mi consejo: lleven los bolsos al frente, sujeten bien los celulares y no se confíen ni siquiera en la tienda de la esquina. ¡Desconfiemos de todo el mundo, pura precaución! Y recuerden reportar cualquier robo, por mínimo que parezca.
Ahora, me pregunto... Con tanta inseguridad en San José, ¿creen que deberíamos considerar fortalecer la presencia policial en el casco central o invertir en sistemas de vigilancia más sofisticados, como cámaras de seguridad en tiempo real? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente!