¡Aguántense, pues! Parece que el clima va a estar echándole una jalada al corazón tico. No es solo el solazo ni el friaje, sino esos cambios bruscos que nos dan un susto de medio camino y que, ojo, pueden tener consecuencias graves para nuestra salud cardiovascular. Los doctores están poniendo el grito en el cielo porque parece que estamos subestimando este brete.
Las alarmas saltaron desde Perú, donde un descenso rápido de temperaturas en la costa causó preocupación entre los profesionales de la salud. Pero no pienses que esto es cuento chino; los expertos dicen que es una reacción fisiológica que le pasa a todo el mundo. El cuerpo, pobre diablo, necesita aclimatarse pa’ poder funcionar bien, y cuando lo obligamos a cambiar de ambiente rapidísimo, el corazón se pone a sudar frío y ahí empiezan los problemas.
Imagínate la bronca: nuestro cuerpo es como un mae que siempre quiere andar cómodo. Cuando hace frío de repente, los vasitos de sangre se achican para guardar el calorcito, y eso eleva la presión arterial. ¡Pum!, el corazón tiene que trabajar el doble. Eso, sumado a que se forman cosquillas, aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral. Y no pienses que solo le pega a los viejitos con problemas de salud, ¡los jovencitos también pueden caer!
Ahora, si es calor extremo, el cuerpo responde diferente: abre los vasitos pa' refrescarse y empieza a echar sudor. Si no bebemos agua a morrocotudo, nos podemos desmayar, quedarnos exhaustos, o peor aún, sufrir un golpe de calor. Es como jugar con fuego, pues... Por eso, mae, no hay que agarrar la pastilla de limón.
Pero, ¿cómo saber si algo anda mal? Presta atención a tu cuerpo. Dolor en el pecho, que se irradie al brazo, falta de aire, náuseas, sudor frío... ¡Corre al médico, sin darle vueltas! En caso de golpe de calor, busca ayuda urgentemente: piel roja, caliente, confusión, mareos… ¡No esperes a que te diga que es chivato!
La clave, como dice mi abuela, es prevenir. Evita exponerte al sol o al frío de golpe, date tiempo pa’ que el cuerpo se adapte, y bebe aguita como si no fuera jolgorio. Un consejo aparte: habla con tu doctor, especialmente si tomas medicinas pa’ la presión o el colesterol. Algunas pueden afectarte más cuando cambian las temperaturas. ¡No seas sapo!
Y hablando de temas serios, me acordé de la otra semana, cuando doña Marta se desmayó en la feria por el calor. ¡Menos mal que llegó el bombero a rescatarla! Eso sí me hizo pensar que nosotros, los ticos, somos unos descuidados con la hidratación. Nos dejamos llevar por la pereza y terminamos sufriendo las consecuencias. ¡Descuídate tú, sufre yo, maa!
Entonces, dime, ¿qué medidas estás tomando tú para proteger tu corazón de estos cambios climáticos locos que nos ha tocado vivir? ¿Crees que el gobierno debería hacer algo más para concienciar a la población sobre este riesgo silencioso?
Las alarmas saltaron desde Perú, donde un descenso rápido de temperaturas en la costa causó preocupación entre los profesionales de la salud. Pero no pienses que esto es cuento chino; los expertos dicen que es una reacción fisiológica que le pasa a todo el mundo. El cuerpo, pobre diablo, necesita aclimatarse pa’ poder funcionar bien, y cuando lo obligamos a cambiar de ambiente rapidísimo, el corazón se pone a sudar frío y ahí empiezan los problemas.
Imagínate la bronca: nuestro cuerpo es como un mae que siempre quiere andar cómodo. Cuando hace frío de repente, los vasitos de sangre se achican para guardar el calorcito, y eso eleva la presión arterial. ¡Pum!, el corazón tiene que trabajar el doble. Eso, sumado a que se forman cosquillas, aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral. Y no pienses que solo le pega a los viejitos con problemas de salud, ¡los jovencitos también pueden caer!
Ahora, si es calor extremo, el cuerpo responde diferente: abre los vasitos pa' refrescarse y empieza a echar sudor. Si no bebemos agua a morrocotudo, nos podemos desmayar, quedarnos exhaustos, o peor aún, sufrir un golpe de calor. Es como jugar con fuego, pues... Por eso, mae, no hay que agarrar la pastilla de limón.
Pero, ¿cómo saber si algo anda mal? Presta atención a tu cuerpo. Dolor en el pecho, que se irradie al brazo, falta de aire, náuseas, sudor frío... ¡Corre al médico, sin darle vueltas! En caso de golpe de calor, busca ayuda urgentemente: piel roja, caliente, confusión, mareos… ¡No esperes a que te diga que es chivato!
La clave, como dice mi abuela, es prevenir. Evita exponerte al sol o al frío de golpe, date tiempo pa’ que el cuerpo se adapte, y bebe aguita como si no fuera jolgorio. Un consejo aparte: habla con tu doctor, especialmente si tomas medicinas pa’ la presión o el colesterol. Algunas pueden afectarte más cuando cambian las temperaturas. ¡No seas sapo!
Y hablando de temas serios, me acordé de la otra semana, cuando doña Marta se desmayó en la feria por el calor. ¡Menos mal que llegó el bombero a rescatarla! Eso sí me hizo pensar que nosotros, los ticos, somos unos descuidados con la hidratación. Nos dejamos llevar por la pereza y terminamos sufriendo las consecuencias. ¡Descuídate tú, sufre yo, maa!
Entonces, dime, ¿qué medidas estás tomando tú para proteger tu corazón de estos cambios climáticos locos que nos ha tocado vivir? ¿Crees que el gobierno debería hacer algo más para concienciar a la población sobre este riesgo silencioso?
