¡Diay, qué pesar la noticia! El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) se llevó una contrariedad tremenda al enterarse del fallecimiento de Catarina de Albuquerque, esa jurista portuguesa que le dio duro al tema del derecho humano al agua a nivel mundial. Se nos fue el 7 de octubre de 2025, dejando un vacío enorme en la lucha por garantizar que todos tengamos acceso a este chorro sagrado.
De Albuquerque, nacida en 1970, fue la primera relatora especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho Humano al Agua Potable y Saneamiento. No precisamente era cualquier pelao; esa señora le pusoleca al asunto, recorriendo el planeta dando pelea para que las aguas lleguen a todos, especialmente a esos que más lo necesitan. En Costa Rica también dejó huella importante, impulsando reformas que reconocieron el agua como un derecho fundamental, algo que no siempre era tan fácil de conseguir.
El AyA, por supuesto, no tardó en emitir un comunicado lleno de sentimientos, destacando cómo De Albuquerque fue una promotora incansable de leyes y cambios en la constitución para proteger este recurso. Nos recordaron que ella, esa dama, siempre luchó porque el agua no fuera un negocio, sino un bien público esencial para toda la gente. ¡Y razón tenía! Porque pa’ qué sirve tener plata si no tienes agua limpia para beber y lavar?
Pero la jefa no se quedó solamente ahí. Dirigió la iniciativa “Sanitation and Water for All,” una movida internacional para sumar fuerzas y mejorar los sistemas de agua y alcantarillado en esas comunidades que viven en condiciones difíciles. Fue una verdadera gestora, conectando a personas y organizaciones para lograr resultados tangibles. Un ejemplo de cómo el esfuerzo colectivo puede hacer maravillas, ¿verdad?
En Costa Rica, su legado es más que evidente. Su trabajo sentó las bases éticas y jurídicas para las políticas de agua que tenemos hoy. No fue fácil, claro, porque siempre hay intereses económicos que quieren privatizarlo todo, pero ella insistió en que el agua es un derecho de todos, desde el campesino hasta el capitalista más rico. Y eso es algo que no se olvida fácilmente.
Recordemos que Catarina de Albuquerque no solo habló, sino que actuó. Ella caminó, visitó comunidades remotas, escuchó las necesidades de la gente, y usó su influencia para exigir soluciones. No se conformó con quedarse atrás, buscando respuestas en libros y documentos. Bajó a la calle, al barro, para ver la realidad con sus propios ojos. Eso sí es compromiso, mi pana.
Muchos en el ámbito del medio ambiente y del derecho humano la recuerdan como una figura clave en la promoción de la gestión sostenible del agua. Esa manera de usar el agua sin poner en peligro a las futuras generaciones. No se trataba solo de tener agua ahora, sino de asegurar que nuestros hijos y nietos también tengan suficiente. Una visión a largo plazo que pocos tienen.
Ahora, mientras reflexionamos sobre su valioso legado, me pregunto: ¿Cómo podemos, nosotros los costarricenses, seguir honrando el trabajo de Catarina de Albuquerque y asegurarnos de que el derecho al agua siga siendo una prioridad nacional, especialmente en estos tiempos de sequías y desafíos climáticos? ¿Qué acciones individuales y colectivas podemos tomar para cuidar este tesoro que es nuestro?
De Albuquerque, nacida en 1970, fue la primera relatora especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho Humano al Agua Potable y Saneamiento. No precisamente era cualquier pelao; esa señora le pusoleca al asunto, recorriendo el planeta dando pelea para que las aguas lleguen a todos, especialmente a esos que más lo necesitan. En Costa Rica también dejó huella importante, impulsando reformas que reconocieron el agua como un derecho fundamental, algo que no siempre era tan fácil de conseguir.
El AyA, por supuesto, no tardó en emitir un comunicado lleno de sentimientos, destacando cómo De Albuquerque fue una promotora incansable de leyes y cambios en la constitución para proteger este recurso. Nos recordaron que ella, esa dama, siempre luchó porque el agua no fuera un negocio, sino un bien público esencial para toda la gente. ¡Y razón tenía! Porque pa’ qué sirve tener plata si no tienes agua limpia para beber y lavar?
Pero la jefa no se quedó solamente ahí. Dirigió la iniciativa “Sanitation and Water for All,” una movida internacional para sumar fuerzas y mejorar los sistemas de agua y alcantarillado en esas comunidades que viven en condiciones difíciles. Fue una verdadera gestora, conectando a personas y organizaciones para lograr resultados tangibles. Un ejemplo de cómo el esfuerzo colectivo puede hacer maravillas, ¿verdad?
En Costa Rica, su legado es más que evidente. Su trabajo sentó las bases éticas y jurídicas para las políticas de agua que tenemos hoy. No fue fácil, claro, porque siempre hay intereses económicos que quieren privatizarlo todo, pero ella insistió en que el agua es un derecho de todos, desde el campesino hasta el capitalista más rico. Y eso es algo que no se olvida fácilmente.
Recordemos que Catarina de Albuquerque no solo habló, sino que actuó. Ella caminó, visitó comunidades remotas, escuchó las necesidades de la gente, y usó su influencia para exigir soluciones. No se conformó con quedarse atrás, buscando respuestas en libros y documentos. Bajó a la calle, al barro, para ver la realidad con sus propios ojos. Eso sí es compromiso, mi pana.
Muchos en el ámbito del medio ambiente y del derecho humano la recuerdan como una figura clave en la promoción de la gestión sostenible del agua. Esa manera de usar el agua sin poner en peligro a las futuras generaciones. No se trataba solo de tener agua ahora, sino de asegurar que nuestros hijos y nietos también tengan suficiente. Una visión a largo plazo que pocos tienen.
Ahora, mientras reflexionamos sobre su valioso legado, me pregunto: ¿Cómo podemos, nosotros los costarricenses, seguir honrando el trabajo de Catarina de Albuquerque y asegurarnos de que el derecho al agua siga siendo una prioridad nacional, especialmente en estos tiempos de sequías y desafíos climáticos? ¿Qué acciones individuales y colectivas podemos tomar para cuidar este tesoro que es nuestro?