¡Ay, Cartago, qué le vamos a hacer! La provincia está pasando por un brete gordo, así nomás. Parece que la plata se esfumó entre el AyA y la ARESEP, dejando a los vecinos mordiéndose las uñas y preguntándose cómo van a pagar las cuentas. Esto del agua potable se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza, un lío más grande que un cajón de gallina.
Todo empezó hace tiempo, con un convenio firmado allá por 1987 que debía regular la gestión del agua. Pero resulta que, de repente, en 2017, el AyA y la ARESEP dijeron que la Municipalidad les debía unos 16.300 millones de colones por esa misma gestión. Según el alcalde Mario Redondo Poveda, esto es una barbaridad, una torta que nunca debió existir y que ahora amenaza con hundir las arcas del cantón. Imagínate, una deuda así, sacándola del sombrero… ¡Qué sal!
Pero eso no era todo. Con el fin del viejo convenio, llegó la nueva tarifa del AyA, un ajuste que, según parece, la municipalidad ha estado pagando “bajo protesta” desde febrero. El problema es que el presupuesto para asumir este aumento se agotó rapidito, así que ahora toca pasarle la factura a los ciudadanos. Un aumento significativo, pasando de ¢157 por metro cúbico en enero a ¢378 en febrero. ¡Eso sí que duele al bolsillo!
Y hablando de bolsillos, los cartagineses están que trinan. No solo tienen que lidiar con el posible cobro retroactivo, sino también con este nuevo aumento tarifario. El alcalde dice que la situación es “brutal” e “inmanejable” para muchas familias. Claro que sí, compa, con los precios que hay y estos sobresaltos, uno ya no sabe ni qué comer. Las filas en el supermercado dan miedo y ver a la gente apretándole la chequera es patético.
Para ponerle pausa a la preocupación, el alcalde Redondo insiste en que espera una actitud “racional” por parte de la Junta Directiva del AyA. Quiere que piensen bien las cosas, que no maltraten a las familias cartaginesas. Dice que esa deuda nunca debió haber existido, que no figura en los papeles del AyA, y que es una carga injustificada para todos nosotros. Uno esperaría un poco de consideración, pero a veces estas instituciones hacen lo que quieren.
Ahora, la Junta Directiva del AyA tiene la última palabra. Podrían perdonar la deuda, o seguir adelante con el cobro. Octubre es el mes clave, el momento de la verdad. Mientras tanto, la Municipalidad de Cartago sigue buscando soluciones, prometiendo defender los derechos de sus ciudadanos y asegurar un servicio de agua justo y accesible. Pero, sinceramente, uno se queda con la espinita clavada… ¿cuándo va a acabar este lío?
Lo peor de todo es que, mientras se discuten estas movidas, miles de colones destinados a mejorar nuestras calles, parques y la seguridad del cantón han tenido que desviarse para pagar al AyA. Es decir, estamos sacrificando nuestro presente para cubrir unas deudas pasadas. Una verdadera contradicción, ¿verdad, mae? Porque al final, siempre somos nosotros, el pueblo, quien sale perjudicado. ¡Qué despiche!
Este asunto del agua en Cartago es un verdadero nudo en la garganta. Ahora me pregunto: ¿Crees que la Junta Directiva del AyA debería perdonar la deuda retroactiva a pesar de la presión de la ARESEP, o deberíamos esperar a ver cómo se resuelve esta crisis financiera y enfrentar las consecuencias en el futuro? Déjame saber tu opinión en el foro, ¡porque esto necesita un debate serio!
Todo empezó hace tiempo, con un convenio firmado allá por 1987 que debía regular la gestión del agua. Pero resulta que, de repente, en 2017, el AyA y la ARESEP dijeron que la Municipalidad les debía unos 16.300 millones de colones por esa misma gestión. Según el alcalde Mario Redondo Poveda, esto es una barbaridad, una torta que nunca debió existir y que ahora amenaza con hundir las arcas del cantón. Imagínate, una deuda así, sacándola del sombrero… ¡Qué sal!
Pero eso no era todo. Con el fin del viejo convenio, llegó la nueva tarifa del AyA, un ajuste que, según parece, la municipalidad ha estado pagando “bajo protesta” desde febrero. El problema es que el presupuesto para asumir este aumento se agotó rapidito, así que ahora toca pasarle la factura a los ciudadanos. Un aumento significativo, pasando de ¢157 por metro cúbico en enero a ¢378 en febrero. ¡Eso sí que duele al bolsillo!
Y hablando de bolsillos, los cartagineses están que trinan. No solo tienen que lidiar con el posible cobro retroactivo, sino también con este nuevo aumento tarifario. El alcalde dice que la situación es “brutal” e “inmanejable” para muchas familias. Claro que sí, compa, con los precios que hay y estos sobresaltos, uno ya no sabe ni qué comer. Las filas en el supermercado dan miedo y ver a la gente apretándole la chequera es patético.
Para ponerle pausa a la preocupación, el alcalde Redondo insiste en que espera una actitud “racional” por parte de la Junta Directiva del AyA. Quiere que piensen bien las cosas, que no maltraten a las familias cartaginesas. Dice que esa deuda nunca debió haber existido, que no figura en los papeles del AyA, y que es una carga injustificada para todos nosotros. Uno esperaría un poco de consideración, pero a veces estas instituciones hacen lo que quieren.
Ahora, la Junta Directiva del AyA tiene la última palabra. Podrían perdonar la deuda, o seguir adelante con el cobro. Octubre es el mes clave, el momento de la verdad. Mientras tanto, la Municipalidad de Cartago sigue buscando soluciones, prometiendo defender los derechos de sus ciudadanos y asegurar un servicio de agua justo y accesible. Pero, sinceramente, uno se queda con la espinita clavada… ¿cuándo va a acabar este lío?
Lo peor de todo es que, mientras se discuten estas movidas, miles de colones destinados a mejorar nuestras calles, parques y la seguridad del cantón han tenido que desviarse para pagar al AyA. Es decir, estamos sacrificando nuestro presente para cubrir unas deudas pasadas. Una verdadera contradicción, ¿verdad, mae? Porque al final, siempre somos nosotros, el pueblo, quien sale perjudicado. ¡Qué despiche!
Este asunto del agua en Cartago es un verdadero nudo en la garganta. Ahora me pregunto: ¿Crees que la Junta Directiva del AyA debería perdonar la deuda retroactiva a pesar de la presión de la ARESEP, o deberíamos esperar a ver cómo se resuelve esta crisis financiera y enfrentar las consecuencias en el futuro? Déjame saber tu opinión en el foro, ¡porque esto necesita un debate serio!