¡Ay, Dios mío, qué batallón nos toca pelear como padres y maestros! Parece mentira que sigamos discutiendo si dejar o no los celulares en la escuela. Ya hasta me mareo de ver las restricciones y prohibiciones de un lado y la necesidad de estar conectados del otro. Pero aquí viene la verdadera torta: si en la casa el celular reina absoluto, ¿de qué sirvieron todas esas normas escolares?
Resulta que Carmen Llopis, de No solo pantallas, lanzó una guía que está dando vuelta por todos lados. La mina, bien sabia, dice que el problema no es solo prohibir, sino enseñarles a los mocosos cómo usar esos aparatos sin que les coman la cabeza. Porque, díganle a mis primos, los niños ahora viven más en Instagram que en la calle.
La idea central es simple, aunque ejecutarla es otra cosa. Según Llopis, no podemos esperar que los chicos entiendan el mundo digital si no tienen bases sólidas en el mundo real. Dijo algo así como: ‘Si no tienes amigos en la calle, ¿qué haces buscando amistades en Facebook?’ ¡Qué loading! Tiene toda la razón, eh.
Y hablando de loading, los consejos de la guía son bastante directos: cero pantallas para los más chiquitos (hasta los seis años), ni en la mesa al comer, ni en la cama para dormir. ¡Imagínate eso en mi casa! Sería pura bronca. También sugieren evitar recompensas o castigos con tecnología, porque eso crea una dependencia que luego te va a salir cara. Mejor un helado, ¿no?
Pero lo que realmente me dio en la tecla fue cuando habló de la dopamina. Dice que si estás pegado a TikTok, es porque tu cerebro está recibiendo una descarga constante de esa hormona. ¡Qué estrés! Así que, además de afectar el sueño y la atención, los celulares pueden alterar nuestra química cerebral. ¡Mejor irme a correr al parque!
Por supuesto, la guía también recuerda que nosotros, los adultos, tenemos que dar el ejemplo. Si estamos metidos en nuestros teléfonos todo el tiempo, ¿cómo vamos a pedirles a los niños que desconecten? Ahí hay que mirarnos primero, diay. Y poner límites, claro, pero sin caer en el extremismo. En fin, buscar un balance, ¿verdad?
Ahora bien, este brete del celular no es exclusivo de Costa Rica, pero aquí tiene sus propias peculiaridades. Tenemos una cultura muy conectada, donde estar pendiente del WhatsApp es casi una obligación social. Y eso complica aún más la tarea de establecer límites saludables para los niños. Además, muchos padres usan los celulares como nanas, para que los peques se tranquilicen. ¡Qué pena ajena!
En resumen, parece que la clave está en la constancia y la coherencia. Ni prohibiciones draconianas ni libertades absolutas. Educación, ejemplo y, sobre todo, mucho diálogo. Pero... ¿ustedes creen que es posible lograr un equilibrio justo entre el mundo virtual y el real en medio de tanta presión social y tecnológica? ¿Cuál sería su estrategia número uno para ayudar a sus hijos a usar los celulares de forma responsable?
Resulta que Carmen Llopis, de No solo pantallas, lanzó una guía que está dando vuelta por todos lados. La mina, bien sabia, dice que el problema no es solo prohibir, sino enseñarles a los mocosos cómo usar esos aparatos sin que les coman la cabeza. Porque, díganle a mis primos, los niños ahora viven más en Instagram que en la calle.
La idea central es simple, aunque ejecutarla es otra cosa. Según Llopis, no podemos esperar que los chicos entiendan el mundo digital si no tienen bases sólidas en el mundo real. Dijo algo así como: ‘Si no tienes amigos en la calle, ¿qué haces buscando amistades en Facebook?’ ¡Qué loading! Tiene toda la razón, eh.
Y hablando de loading, los consejos de la guía son bastante directos: cero pantallas para los más chiquitos (hasta los seis años), ni en la mesa al comer, ni en la cama para dormir. ¡Imagínate eso en mi casa! Sería pura bronca. También sugieren evitar recompensas o castigos con tecnología, porque eso crea una dependencia que luego te va a salir cara. Mejor un helado, ¿no?
Pero lo que realmente me dio en la tecla fue cuando habló de la dopamina. Dice que si estás pegado a TikTok, es porque tu cerebro está recibiendo una descarga constante de esa hormona. ¡Qué estrés! Así que, además de afectar el sueño y la atención, los celulares pueden alterar nuestra química cerebral. ¡Mejor irme a correr al parque!
Por supuesto, la guía también recuerda que nosotros, los adultos, tenemos que dar el ejemplo. Si estamos metidos en nuestros teléfonos todo el tiempo, ¿cómo vamos a pedirles a los niños que desconecten? Ahí hay que mirarnos primero, diay. Y poner límites, claro, pero sin caer en el extremismo. En fin, buscar un balance, ¿verdad?
Ahora bien, este brete del celular no es exclusivo de Costa Rica, pero aquí tiene sus propias peculiaridades. Tenemos una cultura muy conectada, donde estar pendiente del WhatsApp es casi una obligación social. Y eso complica aún más la tarea de establecer límites saludables para los niños. Además, muchos padres usan los celulares como nanas, para que los peques se tranquilicen. ¡Qué pena ajena!
En resumen, parece que la clave está en la constancia y la coherencia. Ni prohibiciones draconianas ni libertades absolutas. Educación, ejemplo y, sobre todo, mucho diálogo. Pero... ¿ustedes creen que es posible lograr un equilibrio justo entre el mundo virtual y el real en medio de tanta presión social y tecnológica? ¿Cuál sería su estrategia número uno para ayudar a sus hijos a usar los celulares de forma responsable?