¡Ay, Dios mío! Resulta que nuestro presidente, Don Rodrigo, andaba de turista en El Salvador, visitando esa megacárcel que armaron allá. Una postal que, pa' algunos, parece sacada de película, y pa' otros... bueno, da bastante qué pensar. Imagínate ver filas y filas de gente sentaditos, todos calladitos, mientras el Presidente Chaves pasea con cara de 'estoy aprendiendo'. Un brete, la movida.
Para ponerlos en onda, la megacárcel de El Salvador es un monstruo, capaz de meterle presa a miles de borrachos, perdón, miembros de estructuras criminales. Dicen que es modelo de eficiencia y control, pero también hay quienes le meten ojo a los derechos humanos y cómo tratan ahí adentro. Todo muy interesante, pero aquí en Costa Rica, el asunto nos toca la fibra sensible porque estamos hasta el tope con problemas de hacinamiento en nuestras cárceles y la marafinería está creciendo como la hiedra venenosa.
Desde Casa Presidencial, claro, dicen que era solo una visita técnica, un intercambio de ideas, nada más. Que sí, que están viendo cómo mejorar nuestros sistemas de seguridad, pero que ni loco vamos a copiar ciegamente lo que hagan los salvadoreños. Pero a ver, diay, ¿quién no se fija en esas cosas? El contexto no es precisamente suave: la delincuencia va en picada, los vecinos están cagados de miedo y la gente pide soluciones ya, sin rodeos. Vamos, que el mae necesita mostrar que está haciendo algo.
Muchos analistas, esos que siempre tienen la respuesta a todo, opinan que la visita es doble intención. Por un lado, aprender de otras experiencias, compartir conocimientos. Por el otro, mandar un mensajito bien claro a la población: 'Estamos tomando cartas en el asunto, no les tengamos paciencia a los delincuentes'. Y eso, en tiempos electorales, nunca viene mal, ¿verdad, maes?
Pero lo que realmente me tiene pensando es si podemos siquiera aplicar el modelo salvadoreño aquí en Costa Rica. Allá, la situación es diferente: tienen un panorama político muy particular, leyes durísimas y una población que, aparentemente, está dispuesta a aguantar cualquier cosa con tal de sentir que están más seguros. Aquí, la cosa es distinta. Tenemos un sistema judicial lento, mucha burocracia y una cultura de respeto por los derechos individuales que, a veces, complica las cosas.
Además, no olvidemos que la megacárcel salvadoreña ha generado un escándalo internacional. Organizaciones de derechos humanos han denunciado condiciones inhumanas, aislamiento extremo y falta de acceso a servicios básicos. No queremos terminar siendo criticados por la comunidad internacional, ¿eh? Aunque, bueno, a estas alturas, con lo que hemos aguantado, creo que ya nos pueden decir casi cualquier cosa.
Y hablando de derechos humanos, ¿qué pasa con la presunción de inocencia? Si empezamos a meter a la gente en cárceles sin pruebas sólidas, corremos el riesgo de cometer injusticias irreparables. Porque, al final del día, aunque estemos hartos de la delincuencia, somos un país que se precia de tener un sistema democrático y respetuoso de los derechos fundamentales. Eso sí es un cargazo andar acusando a inocentes.
En fin, la visita de Chaves a El Salvador dejó abierta toda una canasta de preguntas. ¿Estamos dispuestos a sacrificar derechos humanos en aras de la seguridad? ¿Es posible adaptar el modelo salvadoreño a nuestra realidad? ¿O acaso esto es solo una campaña publicitaria para ganarse el cariño de los votantes? Me pregunto, maes, ¿ustedes creen que vale la pena cambiar la esencia de nuestro país para combatir el crimen, o deberíamos buscar soluciones más creativas y respetuosas de nuestros valores? ¡Déjenme sus opiniones en el foro!
Para ponerlos en onda, la megacárcel de El Salvador es un monstruo, capaz de meterle presa a miles de borrachos, perdón, miembros de estructuras criminales. Dicen que es modelo de eficiencia y control, pero también hay quienes le meten ojo a los derechos humanos y cómo tratan ahí adentro. Todo muy interesante, pero aquí en Costa Rica, el asunto nos toca la fibra sensible porque estamos hasta el tope con problemas de hacinamiento en nuestras cárceles y la marafinería está creciendo como la hiedra venenosa.
Desde Casa Presidencial, claro, dicen que era solo una visita técnica, un intercambio de ideas, nada más. Que sí, que están viendo cómo mejorar nuestros sistemas de seguridad, pero que ni loco vamos a copiar ciegamente lo que hagan los salvadoreños. Pero a ver, diay, ¿quién no se fija en esas cosas? El contexto no es precisamente suave: la delincuencia va en picada, los vecinos están cagados de miedo y la gente pide soluciones ya, sin rodeos. Vamos, que el mae necesita mostrar que está haciendo algo.
Muchos analistas, esos que siempre tienen la respuesta a todo, opinan que la visita es doble intención. Por un lado, aprender de otras experiencias, compartir conocimientos. Por el otro, mandar un mensajito bien claro a la población: 'Estamos tomando cartas en el asunto, no les tengamos paciencia a los delincuentes'. Y eso, en tiempos electorales, nunca viene mal, ¿verdad, maes?
Pero lo que realmente me tiene pensando es si podemos siquiera aplicar el modelo salvadoreño aquí en Costa Rica. Allá, la situación es diferente: tienen un panorama político muy particular, leyes durísimas y una población que, aparentemente, está dispuesta a aguantar cualquier cosa con tal de sentir que están más seguros. Aquí, la cosa es distinta. Tenemos un sistema judicial lento, mucha burocracia y una cultura de respeto por los derechos individuales que, a veces, complica las cosas.
Además, no olvidemos que la megacárcel salvadoreña ha generado un escándalo internacional. Organizaciones de derechos humanos han denunciado condiciones inhumanas, aislamiento extremo y falta de acceso a servicios básicos. No queremos terminar siendo criticados por la comunidad internacional, ¿eh? Aunque, bueno, a estas alturas, con lo que hemos aguantado, creo que ya nos pueden decir casi cualquier cosa.
Y hablando de derechos humanos, ¿qué pasa con la presunción de inocencia? Si empezamos a meter a la gente en cárceles sin pruebas sólidas, corremos el riesgo de cometer injusticias irreparables. Porque, al final del día, aunque estemos hartos de la delincuencia, somos un país que se precia de tener un sistema democrático y respetuoso de los derechos fundamentales. Eso sí es un cargazo andar acusando a inocentes.
En fin, la visita de Chaves a El Salvador dejó abierta toda una canasta de preguntas. ¿Estamos dispuestos a sacrificar derechos humanos en aras de la seguridad? ¿Es posible adaptar el modelo salvadoreño a nuestra realidad? ¿O acaso esto es solo una campaña publicitaria para ganarse el cariño de los votantes? Me pregunto, maes, ¿ustedes creen que vale la pena cambiar la esencia de nuestro país para combatir el crimen, o deberíamos buscar soluciones más creativas y respetuosas de nuestros valores? ¡Déjenme sus opiniones en el foro!
