¡Ay, Dios mío, qué bronca! Aquí estamos otra vez, viendo cómo nuestros líderes se pelean como niños por quién manda más. Esta vez, el choque es frontal entre el Presidente Rodrigo Chaves y el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), y la cosa pinta fea. Parece que tenemos un conflicto de poderes digno de novela, uno de esos que te dejan pegado a la silla esperando ver qué va a pasar.
Todo empezó con unas interpretaciones diferentes de la ley electoral, digamos que el Presidente piensa que tiene carta blanca para hacer y deshacer, mientras que el TSE dice 'alto ahí, señor, respete las normas'. Según fuentes cercanas a Casa Amarilla, el Presidente considera que algunas decisiones del TSE están limitando su capacidad de actuar, pero claro, nadie quiere admitir que tal vez se estén pasando de la raya. Fernando Berrocal, el exministro de seguridad pública, soltó la bomba hace unos días, comentando que esto era un clásico choque de egos entre dos poderes del Estado y que la Sala Cuatro tiene la llave para desenredar este lío.
Berrocal, que siempre dice las cosas claras como agua tibia, no anduvo con rodeos: la Sala Constitucional tiene dos caminos. Puede mandar a paseo el recurso del Presidente y reafirmar que el TSE tiene todas las facultades en materia electoral, o puede meterse de lleno en el asunto, analizar a fondo las competencias de cada poder y ponerle frenos a la ‘beligerancia política’ del Presidente. “Si no se resuelve esto a fondo, se va a encender aún más la polémica, especialmente ahora que ya estamos cerca de las próximas elecciones”, advirtió Berrocal en una entrevista exclusiva para Diario Extra.
La verdad es que, viendo la polarización que hay en el país, cualquier chispa puede prender un incendio. Las redes sociales están hirviendo, con gente defendiendo a capa y espada a uno u otro bando. Ya no basta con discutir ideas; ahora se trata de atacar personalidades. Diay, parece que nos hemos olvidado cómo debatir constructivamente.
Pero más allá de la pelea entre el Presidente y el TSE, este conflicto nos debería estar poniendo los pelos de punta. Estamos hablando de la estabilidad de nuestras instituciones democráticas. ¿Realmente queremos un país donde el poder ejecutivo haga lo que quiera, ignorando las leyes y los controles? Yo creo que no. Necesitamos un sistema que funcione, con reglas claras y autoridades que las hagan cumplir.
Ahora bien, ¿cómo salir de este brete? Muchos expertos sugieren que estas elecciones del 2026 deberían ser una oportunidad para renovar el rumbo del país, para impulsar un debate serio sobre temas clave como la justicia, la economía y la representación ciudadana. Se habla de reformar el sistema de elección de diputados, buscando una mayor participación de listas nacionales y regiones definidas. También se necesita urgentemente una reforma judicial que ponga fin a la ineficiencia y la politización del sistema.
Algunos analistas políticos, casi como para darle más sabor a la cosa, proponen incluso explorar modelos de gobernanza más participativos, donde los ciudadanos tengan voz y voto en las decisiones importantes. ¡Imagínate!, dejar de depender tanto de los políticos tradicionales y empezar a tomar las riendas nosotros mismos. Eso sí que sería un cambio radical, una verdadera revolución cívica. Pero eso ya es harina de otro molino, y quizás demasiado utópico para nuestros días.
En fin, la pelota está en el tejado de los candidatos y de nosotros, los ciudadanos. Tenemos que exigir transparencia, responsabilidad y propuestas concretas para solucionar los problemas que nos aquejan. Así que dime, mi pana: ¿crees que estos conflictos institucionales son solo parte del juego político o realmente amenazan la democracia costarricense? ¿Y qué medidas crees que deberíamos tomar para fortalecer nuestras instituciones y garantizar un futuro más justo y equitativo para todos?
Todo empezó con unas interpretaciones diferentes de la ley electoral, digamos que el Presidente piensa que tiene carta blanca para hacer y deshacer, mientras que el TSE dice 'alto ahí, señor, respete las normas'. Según fuentes cercanas a Casa Amarilla, el Presidente considera que algunas decisiones del TSE están limitando su capacidad de actuar, pero claro, nadie quiere admitir que tal vez se estén pasando de la raya. Fernando Berrocal, el exministro de seguridad pública, soltó la bomba hace unos días, comentando que esto era un clásico choque de egos entre dos poderes del Estado y que la Sala Cuatro tiene la llave para desenredar este lío.
Berrocal, que siempre dice las cosas claras como agua tibia, no anduvo con rodeos: la Sala Constitucional tiene dos caminos. Puede mandar a paseo el recurso del Presidente y reafirmar que el TSE tiene todas las facultades en materia electoral, o puede meterse de lleno en el asunto, analizar a fondo las competencias de cada poder y ponerle frenos a la ‘beligerancia política’ del Presidente. “Si no se resuelve esto a fondo, se va a encender aún más la polémica, especialmente ahora que ya estamos cerca de las próximas elecciones”, advirtió Berrocal en una entrevista exclusiva para Diario Extra.
La verdad es que, viendo la polarización que hay en el país, cualquier chispa puede prender un incendio. Las redes sociales están hirviendo, con gente defendiendo a capa y espada a uno u otro bando. Ya no basta con discutir ideas; ahora se trata de atacar personalidades. Diay, parece que nos hemos olvidado cómo debatir constructivamente.
Pero más allá de la pelea entre el Presidente y el TSE, este conflicto nos debería estar poniendo los pelos de punta. Estamos hablando de la estabilidad de nuestras instituciones democráticas. ¿Realmente queremos un país donde el poder ejecutivo haga lo que quiera, ignorando las leyes y los controles? Yo creo que no. Necesitamos un sistema que funcione, con reglas claras y autoridades que las hagan cumplir.
Ahora bien, ¿cómo salir de este brete? Muchos expertos sugieren que estas elecciones del 2026 deberían ser una oportunidad para renovar el rumbo del país, para impulsar un debate serio sobre temas clave como la justicia, la economía y la representación ciudadana. Se habla de reformar el sistema de elección de diputados, buscando una mayor participación de listas nacionales y regiones definidas. También se necesita urgentemente una reforma judicial que ponga fin a la ineficiencia y la politización del sistema.
Algunos analistas políticos, casi como para darle más sabor a la cosa, proponen incluso explorar modelos de gobernanza más participativos, donde los ciudadanos tengan voz y voto en las decisiones importantes. ¡Imagínate!, dejar de depender tanto de los políticos tradicionales y empezar a tomar las riendas nosotros mismos. Eso sí que sería un cambio radical, una verdadera revolución cívica. Pero eso ya es harina de otro molino, y quizás demasiado utópico para nuestros días.
En fin, la pelota está en el tejado de los candidatos y de nosotros, los ciudadanos. Tenemos que exigir transparencia, responsabilidad y propuestas concretas para solucionar los problemas que nos aquejan. Así que dime, mi pana: ¿crees que estos conflictos institucionales son solo parte del juego político o realmente amenazan la democracia costarricense? ¿Y qué medidas crees que deberíamos tomar para fortalecer nuestras instituciones y garantizar un futuro más justo y equitativo para todos?