¡Ay, Dios mío! Qué bronca de mañana amanecimos en Santo Domingo. Un choque tremendo, de esos que te dejan sin habla, dejó a un pobre hombre luchando por su vida y paralizó toda la zona del Virilla. Imagínate, dos carros y una moto envueltos en un lío que parecía sacado de una película. La gente estaba boquiabierta, tratando de entender qué había pasado. Este país necesita agarrarle la onda al tráfico, porque ya nos estamos matando a diestra y siniestra.
La cosa pasó temprano, como a las seis y media de la mañana, en la carretera que une Tibás con Santo Domingo. Según testigos, un pick-up blanco apareció de la nada, cruzando la calle sin mirar, y ahí pum, ¡la colisión! El motociclista, un señor de unos cuarenta y tantos, recibió el peor parte del golpe. No sé cómo sigue vivo, sinceramente. La ambulancia llegó rápido, pero el ambiente era de tensión total. Cada quién rezando para que el compa estuviera bien.
Y ni hablar del tráfico. ¡Una torta! El embotellamiento se extendió por kilómetros, atrasando a miles de personas que iban rumbo al trabajo. La gente pitando, estresada, esperando que se resolviera la situación. Yo mismo me quedé atascado, mirando cómo la cosa empeoraba. Se escuchaban los gritos de la gente, los mecánicos intentando mover los carros… ¡un caos total! Parecía que el mundo se acababa allí mismo. Ya saben cómo es esto, un pequeño inconveniente y la Central termina hecha pedazos.
Según cuentan los que estaban en el lugar, el conductor del carro negro juraba y perjuraba que tenía el semáforo en verde. Afirmaba que el pick-up salió disparado, sin darle oportunidad de reaccionar. Claro, cada quien defendiendo su pellejo, como siempre. Pero lo que sí es seguro es que el golpe fue brutal; el pick-up perdiera una llanta y terminara clavado en la acera. Andrea Chavarría, una testigo que pasaba por ahí, dijo que vio al motoconductor “mandado a volar contra un poste”. ¡Madre mía, qué espanto!
La policía de Tránsito, ahí echándole ganas para tratar de controlar la situación. Mauricio Bolaños, uno de los oficiales, declaró que la causa probable del accidente fue el irrespeto a las señales de tránsito. “Llamamos a la prudencia,” dijo. Sí, claro, fácil decirlo cuando ya pasó lo que tuvo que pasar. Lo que necesitamos es que la gente se ponga las pilas y deje de conducir como si estuvieran en una carrera de Fórmula 1. Esta vida no vale una rifa, mi pana.
Después de un par de horas de espera angustiante, lograron retirar los vehículos y habilitar la vía alrededor de las siete de la mañana. Pero el susto quedó grabado en la memoria de todos los que fuimos testigos de esta tragedia. Se veía en los rostros de la gente. Ya no es lo mismo ir por la carretera, siempre estás pensando: ¿cuándo va a pasar?, ¿quién será el próximo?. Esto nos afecta a todos, queridos lectores. Necesitamos que las autoridades hagan algo serio para mejorar la seguridad vial en nuestro país. Basta de lamentar vidas humanas por culpa de la imprudencia ajena.
Este no es un caso aislado, compas. Día tras día vemos accidentes similares en nuestras carreteras. Falta de respeto a las normas, exceso de velocidad, conductores distraídos... la lista es interminable. Es hora de que tomemos conciencia como sociedad y empecemos a exigir cambios reales. No podemos seguir permitiendo que la irresponsabilidad de algunos ponga en peligro la vida de todos. Es urgente implementar medidas más estrictas y campañas de concientización efectivas. Tenemos que ponerle fin a esta macabra estadística.
¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que el aumento de las multas y la presencia policial en las carreteras podrían ayudar a reducir los accidentes de tránsito en Costa Rica, o creen que la solución pasa por una mayor educación y responsabilidad individual al volante? Compartan sus ideas en los comentarios y construyamos juntos un país más seguro para todos.
La cosa pasó temprano, como a las seis y media de la mañana, en la carretera que une Tibás con Santo Domingo. Según testigos, un pick-up blanco apareció de la nada, cruzando la calle sin mirar, y ahí pum, ¡la colisión! El motociclista, un señor de unos cuarenta y tantos, recibió el peor parte del golpe. No sé cómo sigue vivo, sinceramente. La ambulancia llegó rápido, pero el ambiente era de tensión total. Cada quién rezando para que el compa estuviera bien.
Y ni hablar del tráfico. ¡Una torta! El embotellamiento se extendió por kilómetros, atrasando a miles de personas que iban rumbo al trabajo. La gente pitando, estresada, esperando que se resolviera la situación. Yo mismo me quedé atascado, mirando cómo la cosa empeoraba. Se escuchaban los gritos de la gente, los mecánicos intentando mover los carros… ¡un caos total! Parecía que el mundo se acababa allí mismo. Ya saben cómo es esto, un pequeño inconveniente y la Central termina hecha pedazos.
Según cuentan los que estaban en el lugar, el conductor del carro negro juraba y perjuraba que tenía el semáforo en verde. Afirmaba que el pick-up salió disparado, sin darle oportunidad de reaccionar. Claro, cada quien defendiendo su pellejo, como siempre. Pero lo que sí es seguro es que el golpe fue brutal; el pick-up perdiera una llanta y terminara clavado en la acera. Andrea Chavarría, una testigo que pasaba por ahí, dijo que vio al motoconductor “mandado a volar contra un poste”. ¡Madre mía, qué espanto!
La policía de Tránsito, ahí echándole ganas para tratar de controlar la situación. Mauricio Bolaños, uno de los oficiales, declaró que la causa probable del accidente fue el irrespeto a las señales de tránsito. “Llamamos a la prudencia,” dijo. Sí, claro, fácil decirlo cuando ya pasó lo que tuvo que pasar. Lo que necesitamos es que la gente se ponga las pilas y deje de conducir como si estuvieran en una carrera de Fórmula 1. Esta vida no vale una rifa, mi pana.
Después de un par de horas de espera angustiante, lograron retirar los vehículos y habilitar la vía alrededor de las siete de la mañana. Pero el susto quedó grabado en la memoria de todos los que fuimos testigos de esta tragedia. Se veía en los rostros de la gente. Ya no es lo mismo ir por la carretera, siempre estás pensando: ¿cuándo va a pasar?, ¿quién será el próximo?. Esto nos afecta a todos, queridos lectores. Necesitamos que las autoridades hagan algo serio para mejorar la seguridad vial en nuestro país. Basta de lamentar vidas humanas por culpa de la imprudencia ajena.
Este no es un caso aislado, compas. Día tras día vemos accidentes similares en nuestras carreteras. Falta de respeto a las normas, exceso de velocidad, conductores distraídos... la lista es interminable. Es hora de que tomemos conciencia como sociedad y empecemos a exigir cambios reales. No podemos seguir permitiendo que la irresponsabilidad de algunos ponga en peligro la vida de todos. Es urgente implementar medidas más estrictas y campañas de concientización efectivas. Tenemos que ponerle fin a esta macabra estadística.
¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que el aumento de las multas y la presencia policial en las carreteras podrían ayudar a reducir los accidentes de tránsito en Costa Rica, o creen que la solución pasa por una mayor educación y responsabilidad individual al volante? Compartan sus ideas en los comentarios y construyamos juntos un país más seguro para todos.