¡Aguante, pura vida! Parece mentira, pero ya estamos hablando de construcción sostenible, no de echarle hormigol acá nomás. El sector, que siempre ha sido importante pa’l país, ahora le está metiendo turbo a cambiar las cosas, buscando hacer las estructuras más chivas, más amigables con el medio ambiente y, claro, pensando en nosotros y en los que vendrán.
Como bien sabemos, Costa Rica siempre se ha visto orgullosa de ser verde, pero a veces olvidamos que hasta nuestras obras dejan una huella. Desde esas casitas humildes hasta los proyectos grandotes de hoteles y centros comerciales, todo impacta, ya sea en el uso del agua, la energía, o incluso cómo afecta a los animalitos y plantas que andan por ahí. Y esto, ¡diay!, no es algo nuevo que nos cayó del cielo; es algo que tenemos que agarrarle el jeito si queremos seguir siendo el paraíso que somos.
Y aquí entra la ‘Ruta Sostenible’, un brete que armó la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC). ¡Imagínate, más de 400 personas de 138 grupos diferentes trabajaron en esto! Empresas, el gobierno, bancos, gente de afuera, académicos... un verdadero teje’manípa pa’ crear una hoja de ruta clara. Esto demuestra que el sector no está jugando con la espuma, sino que realmente reconoce que tiene que cambiar su forma de trabajar. No es solo hablar bonito, es meterle mano a la obra, literal.
Ahora, ¿qué implica esto en la práctica? Pues mira, edificios que consumen poca luz y agua, infraestructuras que aguanten los chaparrones y sequías que nos mandan, y materiales que no sean un veneno pa' la tierra. Además, quieren que las construcciones beneficien a las comunidades cercanas, generando empleos y oportunidades. Y no solo eso, buscan integrar la famosa “economía circular”, donde nada se tira, todo se reusa o recicla. ¡Qué carga de trabajo, pero qué chiva el resultado!
En un mundo donde todo el mundo está viendo qué hacemos, ser sostenibles no es solo bueno por el planeta, también es bueno pa’ nuestros bolsillos. Las empresas que ahorran energía y usan menos recursos terminan ahorrando dinero, ¡y eso es un plus! Además, atraen a inversionistas que buscan negocios responsables y transparentes. Así que, en lugar de ver la sostenibilidad como un gasto extra, deberían verlo como una inversión inteligente y con futuro. Ya tú sabes, ¡el que no se adapta, se va al traste!
Pero ojo, esto no es solo tarea de las constructoras grandes. Todos tenemos que poner nuestro granito de arena. Desde los arquitectos que diseñan los planos hasta los obreros que echan el cemento, pasando por los clientes que eligen dónde vivir o trabajar. Cada decisión cuenta y puede marcar la diferencia. Y ni hablar de nosotros, los ciudadanos, que podemos exigir productos y servicios más ecológicos. ¡Tenemos que estar al tanto y darle duro!
El mensaje es claro: la construcción en Costa Rica no se mide solo en metros cuadrados, sino en el legado que dejamos a las futuras generaciones. Ya no basta con levantar paredes y techos; hay que construir con propósito, pensando en el bienestar de todos y en la salud del planeta. Se trata de transformar la cultura del sector, para que la confianza, el bienestar y la resiliencia sean los pilares fundamentales de cada proyecto. Un sector más competitivo, más creativo y mucho más responsable, chunches.
Al final del día, parece que la gran obra de nuestra generación no será un rascacielo impresionante, sino la creación de un sector de la construcción que abraza la sostenibilidad como parte fundamental de su ADN. Pero dime, ¿crees que las empresas constructoras realmente se comprometerán con estas metas, o solo será marketing vacío? ¿Y qué papel crees que debemos jugar los consumidores para impulsar este cambio?
Como bien sabemos, Costa Rica siempre se ha visto orgullosa de ser verde, pero a veces olvidamos que hasta nuestras obras dejan una huella. Desde esas casitas humildes hasta los proyectos grandotes de hoteles y centros comerciales, todo impacta, ya sea en el uso del agua, la energía, o incluso cómo afecta a los animalitos y plantas que andan por ahí. Y esto, ¡diay!, no es algo nuevo que nos cayó del cielo; es algo que tenemos que agarrarle el jeito si queremos seguir siendo el paraíso que somos.
Y aquí entra la ‘Ruta Sostenible’, un brete que armó la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC). ¡Imagínate, más de 400 personas de 138 grupos diferentes trabajaron en esto! Empresas, el gobierno, bancos, gente de afuera, académicos... un verdadero teje’manípa pa’ crear una hoja de ruta clara. Esto demuestra que el sector no está jugando con la espuma, sino que realmente reconoce que tiene que cambiar su forma de trabajar. No es solo hablar bonito, es meterle mano a la obra, literal.
Ahora, ¿qué implica esto en la práctica? Pues mira, edificios que consumen poca luz y agua, infraestructuras que aguanten los chaparrones y sequías que nos mandan, y materiales que no sean un veneno pa' la tierra. Además, quieren que las construcciones beneficien a las comunidades cercanas, generando empleos y oportunidades. Y no solo eso, buscan integrar la famosa “economía circular”, donde nada se tira, todo se reusa o recicla. ¡Qué carga de trabajo, pero qué chiva el resultado!
En un mundo donde todo el mundo está viendo qué hacemos, ser sostenibles no es solo bueno por el planeta, también es bueno pa’ nuestros bolsillos. Las empresas que ahorran energía y usan menos recursos terminan ahorrando dinero, ¡y eso es un plus! Además, atraen a inversionistas que buscan negocios responsables y transparentes. Así que, en lugar de ver la sostenibilidad como un gasto extra, deberían verlo como una inversión inteligente y con futuro. Ya tú sabes, ¡el que no se adapta, se va al traste!
Pero ojo, esto no es solo tarea de las constructoras grandes. Todos tenemos que poner nuestro granito de arena. Desde los arquitectos que diseñan los planos hasta los obreros que echan el cemento, pasando por los clientes que eligen dónde vivir o trabajar. Cada decisión cuenta y puede marcar la diferencia. Y ni hablar de nosotros, los ciudadanos, que podemos exigir productos y servicios más ecológicos. ¡Tenemos que estar al tanto y darle duro!
El mensaje es claro: la construcción en Costa Rica no se mide solo en metros cuadrados, sino en el legado que dejamos a las futuras generaciones. Ya no basta con levantar paredes y techos; hay que construir con propósito, pensando en el bienestar de todos y en la salud del planeta. Se trata de transformar la cultura del sector, para que la confianza, el bienestar y la resiliencia sean los pilares fundamentales de cada proyecto. Un sector más competitivo, más creativo y mucho más responsable, chunches.
Al final del día, parece que la gran obra de nuestra generación no será un rascacielo impresionante, sino la creación de un sector de la construcción que abraza la sostenibilidad como parte fundamental de su ADN. Pero dime, ¿crees que las empresas constructoras realmente se comprometerán con estas metas, o solo será marketing vacío? ¿Y qué papel crees que debemos jugar los consumidores para impulsar este cambio?