¡Ay, Dios mío! Qué bruma la que vivimos en la COP30 en Belém, Brasil. Tres décadas buscando consensos globales sobre el cambio climático y terminamos con una patada en el trasero. Se suponía que iba a ser el año de los cambios, de dejar atrás los combustibles fósiles, pero pareció que algunos países prefirieron seguir echándole leña al fuego, literalmente.
La cumbre se convirtió en un verdadero nivel, un baño de realidad para todos los que esperábamos avances significativos. Países como Colombia, que hicieron hasta lo imposible para que se escucharan sus objeciones al acuerdo, tuvieron que suspender la sesión plenaria de clausura, ¡qué torta! Parecía que estaban gritando al vacío, porque otros países, principalmente aquellos que se benefician económicamente de la explotación de combustibles fósiles, decidieron jugar a su antojo.
El presidente Lula llegó con toda la intención de presentar una hoja de ruta para abandonar esos combustibles que nos están asfixiando, pero ahí entraron los salados. André Corrêa do Lago, el presidente de la COP, parecía más preocupado por el consenso que por tomar medidas drásticas, y así le fue. Intentó convocar un mutirão, una especie de discusión en grupo, para buscar soluciones, pero eso solo empeoró la situación. Los países árabes, principales productores de petróleo, se negaron a participar en las charlas sobre cómo dejar atrás la energía de los combustibles fósiles. ¡Imagínate!, un delegado saudí diciéndole a la Unión Europea: 'Nosotros creamos la política energética en nuestra capital, no en la suya'.
Y hablando de la Unión Europea, ¡también vivieron un nivel! Se jactaron de la necesidad de una hoja de ruta, pero luego quedaron atrapados en otro aspecto del acuerdo. Querían presionar a los países en desarrollo para que respaldaran la hoja de ruta, pero no tenían nada que ofrecer a cambio, pues el tema de triplicar los fondos para la adaptación climática ya estaba incluido en el acuerdo. Parece que quedaron tan atrapados como un gato en una perrera.
Li Shuo, de la Asia Society, lo dejó claro: “En general, estamos viendo que la Unión Europea ha quedado arrinconada. Esto refleja en parte un cambio de poder en el mundo real, el poder emergente de los países BASIC y BRIC, y el declive de la Unión Europea”. ¡Un buen dato para que se lo piensen los europeos!
Pero no todo fue negativo. Por primera vez, el comercio global se convirtió en un tema central de las conversaciones, impulsado por la Unión Europea y su plan de imponer un impuesto fronterizo a productos de alta emisión. Aunque esto generó algunas fricciones, especialmente con China e India, también obligó a pensar en cómo hacer que el comercio sea más sostenible. Al final, se pospusieron las discusiones para futuras conferencias, pero al menos se abrió el debate.
Y qué decir de la ausencia de Trump… mientras él seguía haciendo sus relucubraciones en Estados Unidos, China aprovechó para avanzar en acuerdos comerciales y fortalecer su posición como líder mundial en energías renovables. Li Shuo acertadamente comentó: “China mantuvo un perfil político bajo y se concentró en ganar dinero en el mundo real. La solar es la fuente de energía más barata, y la dirección a largo plazo es muy clara. China domina este sector y eso coloca a EE.UU. en una situación muy difícil”. ¡Pa’ que aprendan!
En fin, la COP30 dejó un sabor amargo. Se evidenció la falta de compromiso real de algunos países, la dificultad de llegar a acuerdos vinculantes y la urgencia de reinventar el proceso de las cumbres climáticas. Pero también demostró que la lucha contra el cambio climático sigue vigente, aunque tenga que buscarse nuevos caminos. Ahora, dime, ¿crees que el formato actual de las COP es efectivo, o necesitamos un enfoque totalmente distinto para abordar esta crisis global?
La cumbre se convirtió en un verdadero nivel, un baño de realidad para todos los que esperábamos avances significativos. Países como Colombia, que hicieron hasta lo imposible para que se escucharan sus objeciones al acuerdo, tuvieron que suspender la sesión plenaria de clausura, ¡qué torta! Parecía que estaban gritando al vacío, porque otros países, principalmente aquellos que se benefician económicamente de la explotación de combustibles fósiles, decidieron jugar a su antojo.
El presidente Lula llegó con toda la intención de presentar una hoja de ruta para abandonar esos combustibles que nos están asfixiando, pero ahí entraron los salados. André Corrêa do Lago, el presidente de la COP, parecía más preocupado por el consenso que por tomar medidas drásticas, y así le fue. Intentó convocar un mutirão, una especie de discusión en grupo, para buscar soluciones, pero eso solo empeoró la situación. Los países árabes, principales productores de petróleo, se negaron a participar en las charlas sobre cómo dejar atrás la energía de los combustibles fósiles. ¡Imagínate!, un delegado saudí diciéndole a la Unión Europea: 'Nosotros creamos la política energética en nuestra capital, no en la suya'.
Y hablando de la Unión Europea, ¡también vivieron un nivel! Se jactaron de la necesidad de una hoja de ruta, pero luego quedaron atrapados en otro aspecto del acuerdo. Querían presionar a los países en desarrollo para que respaldaran la hoja de ruta, pero no tenían nada que ofrecer a cambio, pues el tema de triplicar los fondos para la adaptación climática ya estaba incluido en el acuerdo. Parece que quedaron tan atrapados como un gato en una perrera.
Li Shuo, de la Asia Society, lo dejó claro: “En general, estamos viendo que la Unión Europea ha quedado arrinconada. Esto refleja en parte un cambio de poder en el mundo real, el poder emergente de los países BASIC y BRIC, y el declive de la Unión Europea”. ¡Un buen dato para que se lo piensen los europeos!
Pero no todo fue negativo. Por primera vez, el comercio global se convirtió en un tema central de las conversaciones, impulsado por la Unión Europea y su plan de imponer un impuesto fronterizo a productos de alta emisión. Aunque esto generó algunas fricciones, especialmente con China e India, también obligó a pensar en cómo hacer que el comercio sea más sostenible. Al final, se pospusieron las discusiones para futuras conferencias, pero al menos se abrió el debate.
Y qué decir de la ausencia de Trump… mientras él seguía haciendo sus relucubraciones en Estados Unidos, China aprovechó para avanzar en acuerdos comerciales y fortalecer su posición como líder mundial en energías renovables. Li Shuo acertadamente comentó: “China mantuvo un perfil político bajo y se concentró en ganar dinero en el mundo real. La solar es la fuente de energía más barata, y la dirección a largo plazo es muy clara. China domina este sector y eso coloca a EE.UU. en una situación muy difícil”. ¡Pa’ que aprendan!
En fin, la COP30 dejó un sabor amargo. Se evidenció la falta de compromiso real de algunos países, la dificultad de llegar a acuerdos vinculantes y la urgencia de reinventar el proceso de las cumbres climáticas. Pero también demostró que la lucha contra el cambio climático sigue vigente, aunque tenga que buscarse nuevos caminos. Ahora, dime, ¿crees que el formato actual de las COP es efectivo, o necesitamos un enfoque totalmente distinto para abordar esta crisis global?