¡Ay, pata! Quién iba a decir que irnos de vacaciones podría ayudarle al planeta, ¿verdad? Pues parece que sí, porque llegó el turismo regenerativo, una movida que está cambiando la forma en que vemos los viajes. Ya no se trata solo de tumbarse en la playa y desconectar, sino de aportar pa’ que los destinos estén mejor de lo que los encontramos. Imagínate, dejar una huella positiva, ¡qué chiva!
Según unos estudios recientes, casi el 83% de los viajeros mundiales piensa que el turismo sostenible es súper importante. Y ni hablar del 66% que quiere salir de viaje dejando el lugar en mejores condiciones. Eso dice muchísimo sobre el cambio de mentalidad que hay dando, ¿no creen?
Y hablando de cambios, Lisbeth Corrales, la jefa del hotel Ara Ambigua Lodge en Sarapiquí, nos cuenta que este enfoque va mucho más allá de lo superficial. No se trata de plantar un árbol simbólico y listo; es conectar con la esencia del lugar, entenderlo, respetarlo y, sobre todo, contribuir a su bienestar.
“Es una experiencia que te llena el alma, mae,” me comenta Corrales, “No es solo relajarte, sino sentirte parte de algo más grande, saber que estás haciendo una diferencia. Te conectas con la comunidad, con la naturaleza… ¡y eso no tiene precio!”
Pero, ¿cuáles son los beneficios concretos? Pues mira, primero te sumerges en la cultura local, conoces sus costumbres, su comida, su gente... Una experiencia mucho más auténtica que cualquier resort all inclusive. Segundo, estar en contacto con la selva y participar en actividades con propósito reduce el estrés a niveles bestiales y te da una paz mental que no encuentras en ningún spa. Tercero, aprendes sobre los retos que enfrentan estos lugares y desarrollas una perspectiva más global. Y cuarto, ¡sabes que has contribuido a preservar el ambiente y fortalecer la economía de la zona!
Y ahí es donde entra Ara Ambigua Lodge, un ejemplo clarito de cómo se hace esto bien. Ubicado en pleno corazón de Sarapiquí, a solo una hora y media de San José, este hotel se rige por principios de economía circular y tiene un compromiso real con la preservación del ecosistema. No solo usan paneles solares pa' generar electricidad, reciclan todo lo que pueden y tienen un centro de acopio pa' toda la comunidad, sino que también apoyan a los productores locales, desde los agricultores que les proveen alimentos frescos hasta los guías turísticos que muestran la belleza del río Sarapiquí.
Además, el hotel se preocupa por su gente: el 90% de sus empleados son de la zona y tienen oportunidades de crecer profesionalmente. ¡Eso sí que es trabajar por el desarrollo local, pura vida! Se nota que este brete está bien organizado, mi pana. Sus certificaciones CST del ICT y la Bandera Azul en cambio climático lo demuestran. De verdad, le dan duro pa’ que todo funcione como debe ser, sin mamadas.
Así que ya saben, el turismo regenerativo es el futuro. Un camino en el que los viajes se transforman en una herramienta pa’ hacer el bien, beneficiando tanto al viajero como al destino. Pero dime tú, ¿crees que todos los hoteles deberían adoptar este modelo, aunque implique un costo inicial mayor, o es solo para unos pocos privilegiados que pueden permitírselo? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!
Según unos estudios recientes, casi el 83% de los viajeros mundiales piensa que el turismo sostenible es súper importante. Y ni hablar del 66% que quiere salir de viaje dejando el lugar en mejores condiciones. Eso dice muchísimo sobre el cambio de mentalidad que hay dando, ¿no creen?
Y hablando de cambios, Lisbeth Corrales, la jefa del hotel Ara Ambigua Lodge en Sarapiquí, nos cuenta que este enfoque va mucho más allá de lo superficial. No se trata de plantar un árbol simbólico y listo; es conectar con la esencia del lugar, entenderlo, respetarlo y, sobre todo, contribuir a su bienestar.
“Es una experiencia que te llena el alma, mae,” me comenta Corrales, “No es solo relajarte, sino sentirte parte de algo más grande, saber que estás haciendo una diferencia. Te conectas con la comunidad, con la naturaleza… ¡y eso no tiene precio!”
Pero, ¿cuáles son los beneficios concretos? Pues mira, primero te sumerges en la cultura local, conoces sus costumbres, su comida, su gente... Una experiencia mucho más auténtica que cualquier resort all inclusive. Segundo, estar en contacto con la selva y participar en actividades con propósito reduce el estrés a niveles bestiales y te da una paz mental que no encuentras en ningún spa. Tercero, aprendes sobre los retos que enfrentan estos lugares y desarrollas una perspectiva más global. Y cuarto, ¡sabes que has contribuido a preservar el ambiente y fortalecer la economía de la zona!
Y ahí es donde entra Ara Ambigua Lodge, un ejemplo clarito de cómo se hace esto bien. Ubicado en pleno corazón de Sarapiquí, a solo una hora y media de San José, este hotel se rige por principios de economía circular y tiene un compromiso real con la preservación del ecosistema. No solo usan paneles solares pa' generar electricidad, reciclan todo lo que pueden y tienen un centro de acopio pa' toda la comunidad, sino que también apoyan a los productores locales, desde los agricultores que les proveen alimentos frescos hasta los guías turísticos que muestran la belleza del río Sarapiquí.
Además, el hotel se preocupa por su gente: el 90% de sus empleados son de la zona y tienen oportunidades de crecer profesionalmente. ¡Eso sí que es trabajar por el desarrollo local, pura vida! Se nota que este brete está bien organizado, mi pana. Sus certificaciones CST del ICT y la Bandera Azul en cambio climático lo demuestran. De verdad, le dan duro pa’ que todo funcione como debe ser, sin mamadas.
Así que ya saben, el turismo regenerativo es el futuro. Un camino en el que los viajes se transforman en una herramienta pa’ hacer el bien, beneficiando tanto al viajero como al destino. Pero dime tú, ¿crees que todos los hoteles deberían adoptar este modelo, aunque implique un costo inicial mayor, o es solo para unos pocos privilegiados que pueden permitírselo? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!