Mae, uno usualmente piensa en Repuestos La Guaca y se imagina, no sé, bujías, filtros de aceite, el chunche ese que le falta al carro para pasar Riteve. Pero diay, resulta que ahora también hay que pensar en lapas, perezosos y manigordos, porque la empresa se acaba de apuntar con una alianza que está, sinceramente, a cachete. Se unieron a la gente de Rescate Wildlife Rescue Center, y la vara va mucho más allá de una simple foto para Instagram.
Para ponerlos en contexto, la gente de Rescate Wildlife son unos cargas. No es vara, estamos hablando del centro de rescate más grande de toda Centroamérica, un lugar que es básicamente el Hospital México de la fauna silvestre. Cada año reciben más de 3.000 animales hechos leña por diferentes motivos. Y aquí es donde la cosa se pone seria: casi la mitad (un 45%) llegan por culpa del tráfico ilegal. ¡Qué nivel de problema! El resto viene por despiche de su hábitat, accidentes o porque los abandonan. El brete que hacen es titánico: logran rehabilitar y liberar a más de 1.600 animales al año. Eso, maes, es un montón de vida que vuelve a la montaña gracias a ellos.
Aquí es donde entra La Guaca. Dentro de su programa de responsabilidad social, que bautizaron “Dejando Huella”, decidieron meterle el hombro de lleno a la conservación. Y tiene todo el sentido del mundo. Según Marcia Fallas, la Gerente de Sostenibilidad, el nombre de la empresa está inspirado en la Lapa Roja (la guacamaya), así que sentían una conexión casi personal. No es solo poner la harina, que por supuesto ayuda un montón, sino que van a mover a sus propios empleados, clientes y a la comunidad para que se involucren con voluntariado y actividades. ¡Qué chiva esa parte! Porque una cosa es firmar un cheque y otra muy distinta es arremangarse la camisa.
¿Y esto en qué se traduce para los animales? Pues en un montón de cosas buenas. La alianza va a fortalecer directamente los programas de rehabilitación y conservación. Significa mejor equipo médico para el hospital de fauna, lo que les permitirá atender emergencias más complejas. También van a poder ampliar los programas de educación que le llegan a miles de güilas en escuelas y colegios cada año, que es clave para que las futuras generaciones no se jalen las tortas que se han jalado las anteriores. Y por si fuera poco, van a poder meterle más ganas a los proyectos de reproducción de especies que están en peligro de extinción. O sea, es un gane por todo lado.
Al final del día, esta vara es más que un patrocinio. Es un recordatorio de lo que dijo Amy Van Esch, del centro de rescate: “proteger la fauna silvestre es proteger nuestro futuro”. Y tiene toda la razón. Cada animal tiene su función en el ecosistema, y si seguimos sacándolos de ahí para tenerlos de mascotas exóticas, nos vamos a quedar sin el equilibrio natural del que todos dependemos. Es tuanis ver a una empresa privada entendiendo que su negocio no existe en un vacío y que tienen una responsabilidad con el país. Ojalá que esta iniciativa sirva de ejemplo para que más empresas se manden.
Para ponerlos en contexto, la gente de Rescate Wildlife son unos cargas. No es vara, estamos hablando del centro de rescate más grande de toda Centroamérica, un lugar que es básicamente el Hospital México de la fauna silvestre. Cada año reciben más de 3.000 animales hechos leña por diferentes motivos. Y aquí es donde la cosa se pone seria: casi la mitad (un 45%) llegan por culpa del tráfico ilegal. ¡Qué nivel de problema! El resto viene por despiche de su hábitat, accidentes o porque los abandonan. El brete que hacen es titánico: logran rehabilitar y liberar a más de 1.600 animales al año. Eso, maes, es un montón de vida que vuelve a la montaña gracias a ellos.
Aquí es donde entra La Guaca. Dentro de su programa de responsabilidad social, que bautizaron “Dejando Huella”, decidieron meterle el hombro de lleno a la conservación. Y tiene todo el sentido del mundo. Según Marcia Fallas, la Gerente de Sostenibilidad, el nombre de la empresa está inspirado en la Lapa Roja (la guacamaya), así que sentían una conexión casi personal. No es solo poner la harina, que por supuesto ayuda un montón, sino que van a mover a sus propios empleados, clientes y a la comunidad para que se involucren con voluntariado y actividades. ¡Qué chiva esa parte! Porque una cosa es firmar un cheque y otra muy distinta es arremangarse la camisa.
¿Y esto en qué se traduce para los animales? Pues en un montón de cosas buenas. La alianza va a fortalecer directamente los programas de rehabilitación y conservación. Significa mejor equipo médico para el hospital de fauna, lo que les permitirá atender emergencias más complejas. También van a poder ampliar los programas de educación que le llegan a miles de güilas en escuelas y colegios cada año, que es clave para que las futuras generaciones no se jalen las tortas que se han jalado las anteriores. Y por si fuera poco, van a poder meterle más ganas a los proyectos de reproducción de especies que están en peligro de extinción. O sea, es un gane por todo lado.
Al final del día, esta vara es más que un patrocinio. Es un recordatorio de lo que dijo Amy Van Esch, del centro de rescate: “proteger la fauna silvestre es proteger nuestro futuro”. Y tiene toda la razón. Cada animal tiene su función en el ecosistema, y si seguimos sacándolos de ahí para tenerlos de mascotas exóticas, nos vamos a quedar sin el equilibrio natural del que todos dependemos. Es tuanis ver a una empresa privada entendiendo que su negocio no existe en un vacío y que tienen una responsabilidad con el país. Ojalá que esta iniciativa sirva de ejemplo para que más empresas se manden.