¡Ay, Dios mío! Quién lo diría... Un oficial de la Fuerza Pública, Michael Corella Amador, alias ‘Rojo’, metido hasta el cuello en el mundo del narcotráfico. La vaina es que el tipo, que ahora enfrenta un proceso de extradición a Estados Unidos, pasó de ser el secretario fiel de un capo a venderle coca a los guatemaltecos, ¡qué despiche! Según el expediente que está circulando, la cosa es más turbia de lo que imaginábamos.
Todo salió a luz el sábado pasado cuando el OIJ y la PCD hicieron unos allanamientos con varios sospechosos. Pero lo que realmente sacó la lengua es la investigación de la DEA, que arranca hace años. Resulta que hay una organización bien organizada, con base en Golfito, que movía toneladas de coca desde Colombia hasta México, ¡y ‘Rojo’ estaba en medio de todo! Han cachádo más de tres toneladas de la blanca, gracias a la colaboración de las autoridades costarricenses y los yanquis – ahí sí que echándose unas fotos con la Guardia Costera.
La órden de detención indica que el ’Rojo’ era una pieza clave dentro de la banda. No era cualquier fulano, sino una voz respetada, que dirigía, gestionaba y supervisaba los envíos de coca a través de Costa Rica. Al parecer, el mismo cabecilla del cartel, al ver que la vaya se le estaba cerrando, lo soltó, ¡de qué manera! Ahora el mae anda buscando quién le va a sacar las garras de encima porque los americanos quieren verlo entre barrotes.
Pero la cosa no termina ahí, chunches. Al parece, ‘Rojo’ vio la oportunidad de hacer su propio brete y empezaron a comprar sus propias cargas para redistribuirlas en Centroamérica, ¡buscando ganar más billetes! Según dicen, dejaro de trabajar pa’l capo original y se puso a revender, generando aún más ganancias vendiéndole a traficantes en Guatemala. De paso, pa’ ganar más feria aprovechaban el gran volumen que venía desde los barcos.
Desde el 31 de julio de 2020, ya tenían una órden de arresto contra él en California. Como ven, la cosa es seria, y ahora tendrá que enfrentarse a cargos federales en Estados Unidos, incluyendo conspiración y distribución de cocaína. Es cuestión de tiempo que los jueces americanos le echen un ojo a toda esta vaina y decidan si lo mandan o no.
Y hablando de datos personales, el mae es divorciado, nacido en Corredores en 1986, mide alrededor de 1.75 metros y pesa cerca de 100 kilos. Con pelo y ojos negros, ¡parece un típico tico! Tenía perfiles en redes sociales donde se veía andando en moto acuática y cumpliendo sus labores de patrulla – ¡qué ironía!
Pero esto no es lo más sorprendente. Parece que el ‘Rojo’ llevaba tiempo involucrado con el narcotráfico, inclusive habría sido informante. Su historial también revela vínculos con el contrabando de licor, un clásico en la zona fronteriza. Además, recordemos que participó en un curso avanzado de protección de fronteras en Panamá, financiado por los Estados Unidos. ¡Imagínense la torta que pudo haber armado con todos esos contactos y conocimientos!
Ahora, señoras y señores, la pregunta es: ¿Cómo es posible que alguien entrenado y equipado para combatir el crimen esté trabajando directamente para el narcotráfico? ¿Qué fallas tenemos en nuestros sistemas de control y selección del personal policial que permiten que individuos corruptos ingresen y prosperen en nuestras fuerzas de seguridad? ¡Démonos cuenta, este caso nos obliga a replantearnos la integridad de nuestras instituciones!
Todo salió a luz el sábado pasado cuando el OIJ y la PCD hicieron unos allanamientos con varios sospechosos. Pero lo que realmente sacó la lengua es la investigación de la DEA, que arranca hace años. Resulta que hay una organización bien organizada, con base en Golfito, que movía toneladas de coca desde Colombia hasta México, ¡y ‘Rojo’ estaba en medio de todo! Han cachádo más de tres toneladas de la blanca, gracias a la colaboración de las autoridades costarricenses y los yanquis – ahí sí que echándose unas fotos con la Guardia Costera.
La órden de detención indica que el ’Rojo’ era una pieza clave dentro de la banda. No era cualquier fulano, sino una voz respetada, que dirigía, gestionaba y supervisaba los envíos de coca a través de Costa Rica. Al parecer, el mismo cabecilla del cartel, al ver que la vaya se le estaba cerrando, lo soltó, ¡de qué manera! Ahora el mae anda buscando quién le va a sacar las garras de encima porque los americanos quieren verlo entre barrotes.
Pero la cosa no termina ahí, chunches. Al parece, ‘Rojo’ vio la oportunidad de hacer su propio brete y empezaron a comprar sus propias cargas para redistribuirlas en Centroamérica, ¡buscando ganar más billetes! Según dicen, dejaro de trabajar pa’l capo original y se puso a revender, generando aún más ganancias vendiéndole a traficantes en Guatemala. De paso, pa’ ganar más feria aprovechaban el gran volumen que venía desde los barcos.
Desde el 31 de julio de 2020, ya tenían una órden de arresto contra él en California. Como ven, la cosa es seria, y ahora tendrá que enfrentarse a cargos federales en Estados Unidos, incluyendo conspiración y distribución de cocaína. Es cuestión de tiempo que los jueces americanos le echen un ojo a toda esta vaina y decidan si lo mandan o no.
Y hablando de datos personales, el mae es divorciado, nacido en Corredores en 1986, mide alrededor de 1.75 metros y pesa cerca de 100 kilos. Con pelo y ojos negros, ¡parece un típico tico! Tenía perfiles en redes sociales donde se veía andando en moto acuática y cumpliendo sus labores de patrulla – ¡qué ironía!
Pero esto no es lo más sorprendente. Parece que el ‘Rojo’ llevaba tiempo involucrado con el narcotráfico, inclusive habría sido informante. Su historial también revela vínculos con el contrabando de licor, un clásico en la zona fronteriza. Además, recordemos que participó en un curso avanzado de protección de fronteras en Panamá, financiado por los Estados Unidos. ¡Imagínense la torta que pudo haber armado con todos esos contactos y conocimientos!
Ahora, señoras y señores, la pregunta es: ¿Cómo es posible que alguien entrenado y equipado para combatir el crimen esté trabajando directamente para el narcotráfico? ¿Qué fallas tenemos en nuestros sistemas de control y selección del personal policial que permiten que individuos corruptos ingresen y prosperen en nuestras fuerzas de seguridad? ¡Démonos cuenta, este caso nos obliga a replantearnos la integridad de nuestras instituciones!
