¡Ay, Dios mío, qué historia nos llega desde Guanacaste! Resulta que un jovencito llamado Stuart Salazar, un pura sangre de nuestro país, ha ido a romperla allá afuera, en Canadá. De vender zapatos para ayudarse en casa a trabajar como ingeniero para el gobierno canadiense… ¡eso sí que es salir adelante!
La niñez de Stuart no fue precisamente de alfombra roja. Sus papás, trabajadores incansables, le dieron pelea a todos lados para asegurarles comida y techo. Se cuenta que hasta dos o tres bretes agarraban para cubrir los gastos familiares. Imagínate el esfuerzo, el sudor y las lágrimas que significó para ellos ver a su hijo buscando un futuro mejor. Esa vara es dura, diay.
Pero Stuart no se amilanó. Con la mentalidad bien clara y el corazón puesto en la educación, se echó unas jornadas intensas vendiendo zapatos en Liberia. No fue fácil, claro, pero él se fajó como quien quiere la camisa. Como dicen por acá, ‘se lució’ para hacer realidad su sueño de estudiar ingeniería. Y vaya que se esforzó, ¡qué nivel!
El punto clave llegó cuando consiguió una beca en la Universidad Invenio, una institución que apuesta por la educación dual. Ese método le encantó, porque combina la teoría con la práctica, te mete directo al mundillo laboral. Desde entonces, las cosas empezaron a tomar otro rumbo. ¡Qué momento para celebrar!
Ahora, Stuart vive en Sudbury, una ciudad fría pero llena de oportunidades, en Canadá. Allí, además de estar trabajando para el gobierno de Ontario en un proyecto de modernización tecnológica, también colabora con empresas privadas. Se dice que está haciendo maravillas con la inteligencia artificial, ¡el mae va con todo!
Lenovo fue la primera empresa en darle una oportunidad, reclutándolo directamente después de graduarse. Luego vino el salto al servicio público canadiense, un logro que demuestra que el talento tico puede triunfar en cualquier rincón del planeta. Esto es prueba de que con esfuerzo y dedicación, uno puede llegar lejos, aunque venga de una familia humilde. Eso sí, ¡se necesita carácter!
Desde Invenio resaltan el caso de Stuart como ejemplo de éxito. Adrián Lachner, el presidente de la universidad, declaró que la historia de Salazar es “la mejor evidencia de que cuando combinamos el esfuerzo personal con oportunidades reales de formación y experiencia, se pueden abrir puertas en cualquier parte del mundo”. Qué bueno que lo reconozcan, se lo ganó a pulso, chunche.
En fin, la historia de Stuart Salazar es inspiradora y nos recuerda que, pese a las dificultades, siempre hay esperanza si nos dejamos caer a fondo. Pero dime, ¿crees tú que este tipo de historias motivadoras son suficientes para cambiar la percepción que muchos jóvenes tienen sobre la posibilidad de tener éxito fuera de Costa Rica, o necesitamos más acciones concretas para fomentar la innovación y el emprendimiento en nuestro país?
La niñez de Stuart no fue precisamente de alfombra roja. Sus papás, trabajadores incansables, le dieron pelea a todos lados para asegurarles comida y techo. Se cuenta que hasta dos o tres bretes agarraban para cubrir los gastos familiares. Imagínate el esfuerzo, el sudor y las lágrimas que significó para ellos ver a su hijo buscando un futuro mejor. Esa vara es dura, diay.
Pero Stuart no se amilanó. Con la mentalidad bien clara y el corazón puesto en la educación, se echó unas jornadas intensas vendiendo zapatos en Liberia. No fue fácil, claro, pero él se fajó como quien quiere la camisa. Como dicen por acá, ‘se lució’ para hacer realidad su sueño de estudiar ingeniería. Y vaya que se esforzó, ¡qué nivel!
El punto clave llegó cuando consiguió una beca en la Universidad Invenio, una institución que apuesta por la educación dual. Ese método le encantó, porque combina la teoría con la práctica, te mete directo al mundillo laboral. Desde entonces, las cosas empezaron a tomar otro rumbo. ¡Qué momento para celebrar!
Ahora, Stuart vive en Sudbury, una ciudad fría pero llena de oportunidades, en Canadá. Allí, además de estar trabajando para el gobierno de Ontario en un proyecto de modernización tecnológica, también colabora con empresas privadas. Se dice que está haciendo maravillas con la inteligencia artificial, ¡el mae va con todo!
Lenovo fue la primera empresa en darle una oportunidad, reclutándolo directamente después de graduarse. Luego vino el salto al servicio público canadiense, un logro que demuestra que el talento tico puede triunfar en cualquier rincón del planeta. Esto es prueba de que con esfuerzo y dedicación, uno puede llegar lejos, aunque venga de una familia humilde. Eso sí, ¡se necesita carácter!
Desde Invenio resaltan el caso de Stuart como ejemplo de éxito. Adrián Lachner, el presidente de la universidad, declaró que la historia de Salazar es “la mejor evidencia de que cuando combinamos el esfuerzo personal con oportunidades reales de formación y experiencia, se pueden abrir puertas en cualquier parte del mundo”. Qué bueno que lo reconozcan, se lo ganó a pulso, chunche.
En fin, la historia de Stuart Salazar es inspiradora y nos recuerda que, pese a las dificultades, siempre hay esperanza si nos dejamos caer a fondo. Pero dime, ¿crees tú que este tipo de historias motivadoras son suficientes para cambiar la percepción que muchos jóvenes tienen sobre la posibilidad de tener éxito fuera de Costa Rica, o necesitamos más acciones concretas para fomentar la innovación y el emprendimiento en nuestro país?