¡Ay, Dios mío! Qué vaina, raza. Resulta que la diputada Carolina Delgado soltó la bomba ayer en el control político: Álvaro Ramos, el candidato de Liberación Nacional, la echó de la campaña. Y no porque anduviera haciendo travesuras, sino aparentemente por votar en contra de levantarle la inmunidad al Presidente Chaves. ¡Tremendo chinchorro!
Como saben, la pelea entre el Poder Ejecutivo y la Asamblea Legislativa ha sido más caliente que gallo en pedregal. Y este caso de Delgado, viene a echarle más leña al fuego. La diputada, quien ha sido una figura constante dentro del PLN, no escondió su molestia, diciendo que esta no es la primera vez que le hacen este tipo de jugadas. Recordemos que en política, estos líos suelen ser moneda corriente, pero esta vez parece tener un saborcito diferente.
Durante su intervención en el control político, Delgado hizo referencia a su larga trayectoria en la arena política, insistiendo en que ha pasado por situaciones similares. “En mis no sé cuántos años de estar en política me han sacado de la campaña electoral; esta, hoy, no es una excepción”, declaró con un dejo de hartazgo palpable. Pero no se quedó ahí, la diputada remató señalando que el candidato Ramos estaría siguiendo los pasos de otros líderes políticos, como Juan Carlos Hidalgo del PUSC, quien también eliminó a varios de sus compañeros de bancada.
Lo interesante de todo esto es que Delgado puso el dedo en la llaga sobre la disciplina partidaria en Costa Rica. Parece ser que tener un criterio diferente al del grupo es motivo suficiente para quedar fuera. Y eso, vamos, es bastante preocupante. Como dijo ella, no es admisible ver como un acto de indisciplina tener ideas propias. ¡Qué barbaridad! Limitan los derechos de las mujeres en política y restringen la libertad de tomar decisiones.”
Pero no solo se trata de una cuestión de género, la diputada también advirtió sobre el riesgo de que esta práctica se normalice en el panorama político nacional. Con el inicio de la campaña electoral, tenemos ya a casi un cuarto de los candidatos presidenciales siendo mujeres –¡qué chiva!, eso sí es progreso–, pero también implica que pueden ser blanco de presiones y exclusiones aún mayores. Imaginen la carga que significa tener que lidiar con estas cosas además de las campañas, los debates y todos los demás compromisos.
Y hablando de compromiso, vale la pena preguntarnos hasta dónde llega el derecho de un partido a exigir lealtad ciega a sus miembros. ¿No debería fomentarse el debate interno y la diversidad de opiniones? Después de todo, es precisamente esa pluralidad de voces la que fortalece una democracia. Además, recordemos que la función primordial de un diputado es representar los intereses de sus electores, no simplemente seguir ciegamente las órdenes de su partido.
Algunos analistas políticos señalan que la decisión de Ramos podría tener consecuencias negativas para su imagen, especialmente entre aquellos votantes que valoran la independencia y la capacidad crítica. Otros creen que se tratará de un episodio menor que pronto será olvidado. Lo cierto es que este caso pone de manifiesto la complejidad de las relaciones políticas en Costa Rica, donde las ambiciones personales y las estrategias partidarias a menudo chocan con los principios democráticos. Y más allá de este caso puntual, nos obliga a reflexionar sobre cómo estamos tratando a las mujeres en la política.
Ahora bien, aquí les dejo mi pregunta para que nos den su opinión: ¿Creen que el Partido Liberación Nacional actuó correctamente al apartar a Carolina Delgado de la campaña? ¿Hasta dónde debieran llegar los partidos políticos en exigir lealtad a sus miembros, y qué medidas podrían tomarse para garantizar una mayor participación e inclusión de las mujeres en la política costarricense?
Como saben, la pelea entre el Poder Ejecutivo y la Asamblea Legislativa ha sido más caliente que gallo en pedregal. Y este caso de Delgado, viene a echarle más leña al fuego. La diputada, quien ha sido una figura constante dentro del PLN, no escondió su molestia, diciendo que esta no es la primera vez que le hacen este tipo de jugadas. Recordemos que en política, estos líos suelen ser moneda corriente, pero esta vez parece tener un saborcito diferente.
Durante su intervención en el control político, Delgado hizo referencia a su larga trayectoria en la arena política, insistiendo en que ha pasado por situaciones similares. “En mis no sé cuántos años de estar en política me han sacado de la campaña electoral; esta, hoy, no es una excepción”, declaró con un dejo de hartazgo palpable. Pero no se quedó ahí, la diputada remató señalando que el candidato Ramos estaría siguiendo los pasos de otros líderes políticos, como Juan Carlos Hidalgo del PUSC, quien también eliminó a varios de sus compañeros de bancada.
Lo interesante de todo esto es que Delgado puso el dedo en la llaga sobre la disciplina partidaria en Costa Rica. Parece ser que tener un criterio diferente al del grupo es motivo suficiente para quedar fuera. Y eso, vamos, es bastante preocupante. Como dijo ella, no es admisible ver como un acto de indisciplina tener ideas propias. ¡Qué barbaridad! Limitan los derechos de las mujeres en política y restringen la libertad de tomar decisiones.”
Pero no solo se trata de una cuestión de género, la diputada también advirtió sobre el riesgo de que esta práctica se normalice en el panorama político nacional. Con el inicio de la campaña electoral, tenemos ya a casi un cuarto de los candidatos presidenciales siendo mujeres –¡qué chiva!, eso sí es progreso–, pero también implica que pueden ser blanco de presiones y exclusiones aún mayores. Imaginen la carga que significa tener que lidiar con estas cosas además de las campañas, los debates y todos los demás compromisos.
Y hablando de compromiso, vale la pena preguntarnos hasta dónde llega el derecho de un partido a exigir lealtad ciega a sus miembros. ¿No debería fomentarse el debate interno y la diversidad de opiniones? Después de todo, es precisamente esa pluralidad de voces la que fortalece una democracia. Además, recordemos que la función primordial de un diputado es representar los intereses de sus electores, no simplemente seguir ciegamente las órdenes de su partido.
Algunos analistas políticos señalan que la decisión de Ramos podría tener consecuencias negativas para su imagen, especialmente entre aquellos votantes que valoran la independencia y la capacidad crítica. Otros creen que se tratará de un episodio menor que pronto será olvidado. Lo cierto es que este caso pone de manifiesto la complejidad de las relaciones políticas en Costa Rica, donde las ambiciones personales y las estrategias partidarias a menudo chocan con los principios democráticos. Y más allá de este caso puntual, nos obliga a reflexionar sobre cómo estamos tratando a las mujeres en la política.
Ahora bien, aquí les dejo mi pregunta para que nos den su opinión: ¿Creen que el Partido Liberación Nacional actuó correctamente al apartar a Carolina Delgado de la campaña? ¿Hasta dónde debieran llegar los partidos políticos en exigir lealtad a sus miembros, y qué medidas podrían tomarse para garantizar una mayor participación e inclusión de las mujeres en la política costarricense?
