¡Ay, mae! Aquí andamos con temas pesados, pero necesarios. Últimamente, la consulta en la clínica ha estado reventada con personas que, después de un divorcio, no saben si todavía aman a su ex o si simplemente están atascados en un duelo que no han superado. Es un brete entenderlo, porque las emociones son bien confusas, ¿eh?
La psicóloga Ana Yendry Morales nos explica que es crucial distinguir entre el afecto genuino y el apego derivado de la pérdida. No es lo mismo sentir un deseo real de compartir la vida con alguien que anhelar lo que ya no existe. Muchos llegan pensando que todavía hay chispa, pero en realidad están aferrados a recuerdos bonitos y fantasías idealizadas de cómo eran las cosas, o de cómo quisieran que fueran.
Morales pone el dedo en la llaga, diciendo que el amor verdadero implica ver al otro como es ahora, en el presente, y querer construir algo nuevo juntos. En cambio, ese "amor" post-divorcio a menudo se manifiesta como una añoranza constante, una idealización exagerada de la relación pasada y una incapacidad para aceptar que la cosa acabó. ¡Qué carga tener eso encima!
Y es que, según la doctora, a veces el sufrimiento no viene tanto del amor perdido, sino del vacío que deja el fin de un vínculo importante. El miedo a la soledad, la dependencia emocional y la búsqueda desesperada de reparar algo roto pueden mantener vivo ese apego, creando la ilusión de que todavía hay amor donde quizás solo queda dolor. ¡Un despiche!
Otro punto clave es que muchas veces lo que percibimos como amor es, en realidad, una forma de evitar enfrentar la propia vulnerabilidad. Aferrarse a la idea de que todavía se ama a la expareja puede ser una manera cómoda de no tener que lidiar con la incertidumbre de empezar de cero, de construir una nueva identidad y de buscar relaciones sanas. Es más fácil vivir en el recuerdo que aventurarse a explorar nuevos horizontes, diay.
El trabajo terapéutico, según Morales, busca precisamente ayudar a las personas a desenmascarar estas emociones complejas, a elaborar el duelo de manera saludable, a resignificar la historia compartida y a cerrar ese capítulo definitivo. Se trata de entender que perder a alguien no significa necesariamente dejar de sentir algo, pero sí implica permitirnos avanzar y abrirnos a nuevas experiencias.
Lo bueno de todo esto es que, aunque el proceso pueda ser duro, siempre hay esperanza. Con el apoyo adecuado y el compromiso personal, es posible superar el dolor, reconstruir nuestra autoestima y encontrar nuevamente la felicidad en otras relaciones. Y, claro, aprender a diferenciarrr... ¿eso que todavía sientes por esa persona es amor de verdad o solo un eco del pasado?
Ahora, aquí va la pregunta pa’ encender el foro: ¿Ustedes creen que es posible realmente “superar” a una ex pareja, o siempre quedará una parte de nosotros que recordará ese tiempo? Compartan sus experiencias y reflexiones; ¡esta vaina es para discutirla a fondo!
La psicóloga Ana Yendry Morales nos explica que es crucial distinguir entre el afecto genuino y el apego derivado de la pérdida. No es lo mismo sentir un deseo real de compartir la vida con alguien que anhelar lo que ya no existe. Muchos llegan pensando que todavía hay chispa, pero en realidad están aferrados a recuerdos bonitos y fantasías idealizadas de cómo eran las cosas, o de cómo quisieran que fueran.
Morales pone el dedo en la llaga, diciendo que el amor verdadero implica ver al otro como es ahora, en el presente, y querer construir algo nuevo juntos. En cambio, ese "amor" post-divorcio a menudo se manifiesta como una añoranza constante, una idealización exagerada de la relación pasada y una incapacidad para aceptar que la cosa acabó. ¡Qué carga tener eso encima!
Y es que, según la doctora, a veces el sufrimiento no viene tanto del amor perdido, sino del vacío que deja el fin de un vínculo importante. El miedo a la soledad, la dependencia emocional y la búsqueda desesperada de reparar algo roto pueden mantener vivo ese apego, creando la ilusión de que todavía hay amor donde quizás solo queda dolor. ¡Un despiche!
Otro punto clave es que muchas veces lo que percibimos como amor es, en realidad, una forma de evitar enfrentar la propia vulnerabilidad. Aferrarse a la idea de que todavía se ama a la expareja puede ser una manera cómoda de no tener que lidiar con la incertidumbre de empezar de cero, de construir una nueva identidad y de buscar relaciones sanas. Es más fácil vivir en el recuerdo que aventurarse a explorar nuevos horizontes, diay.
El trabajo terapéutico, según Morales, busca precisamente ayudar a las personas a desenmascarar estas emociones complejas, a elaborar el duelo de manera saludable, a resignificar la historia compartida y a cerrar ese capítulo definitivo. Se trata de entender que perder a alguien no significa necesariamente dejar de sentir algo, pero sí implica permitirnos avanzar y abrirnos a nuevas experiencias.
Lo bueno de todo esto es que, aunque el proceso pueda ser duro, siempre hay esperanza. Con el apoyo adecuado y el compromiso personal, es posible superar el dolor, reconstruir nuestra autoestima y encontrar nuevamente la felicidad en otras relaciones. Y, claro, aprender a diferenciarrr... ¿eso que todavía sientes por esa persona es amor de verdad o solo un eco del pasado?
Ahora, aquí va la pregunta pa’ encender el foro: ¿Ustedes creen que es posible realmente “superar” a una ex pareja, o siempre quedará una parte de nosotros que recordará ese tiempo? Compartan sus experiencias y reflexiones; ¡esta vaina es para discutirla a fondo!
