Diay maes, ya casi se nos viene encima el 9 de setiembre y con él, la clásica corredera del Día del Niño. Que el regalo para el sobrino, que un chunche para el ahijado, que el güila de uno ya mandó una lista a Santa Claus por adelantado... y con la mejor intención del mundo, uno sale a la calle (o a Internet) a buscar algo tuanis para quedar bien. Pero ojo, que esa buena intención a veces nos puede llevar a jalarse una torta monumental. Y no, no hablo de la que uno se come en la fiesta, sino de esas que terminan con un chiquito en emergencias o con la billetera pidiendo cacao para el resto del mes.
Justo por eso me topé con una nota de CRHoy que, aunque suene a regaño de tata, tiene toda la razón del mundo. La gente del MEIC, por medio de Cynthia Zapata, nos tira el recordatorio que a todos se nos olvida en medio de la emoción: la seguridad primero. Y es que uno ve una caja bonita, un muñeco que hace luces y se le olvida la vara más básica. ¿Para qué edad es este chereque? Imagínense la torta de regalarle a un bebé de un año un juguete con piezas diminutas que se le pueden zafar. Es un pase directo a un susto de muerte por asfixia. La recomendación de “para mayores de 3 años” no está de adorno en la caja, es una advertencia que puede salvar vidas.
Ahora, hablemos de la otra gran verdad: la harina. El MEIC lo pone bonito como "evite sobreendeudarse", que en buen tico significa: "mae, no se vuelva loco tarjeteando". Es facilísimo caer en la trampa. Uno quiere ver al güila feliz y de repente está pagando un dineral por un chunche que a las dos semanas va a estar tirado debajo de la cama. El consejo de hacer un presupuesto no es nada del otro mundo, pero es clave para que la celebración no signifique que el resto de su quincena se vaya al traste. Y ni hablar de la garantía. Uno a veces por ahorrarse unos rojos compra en cualquier lado y ¡zaz! el juguete sale malo. Recuerden que por ley tienen mínimo 30 días hábiles de garantía, y si la vara es cara, exijan que conste por escrito. Cuesta mucho ganarse la plata en el brete como para botarla así.
Pero más allá de lo que dice el MEIC, hay que hablar de la presión social. Vivimos en la era de TikTok y los "unboxing", donde si el regalo no es gigante, electrónico y carísimo, parece que no vale. Hemos convertido una fecha para celebrar a los niños en una competencia de consumo que no tiene sentido. A veces se nos olvida que el mejor regalo no es un objeto, sino el tiempo. ¿De qué sirve el dron más carga si el tata nunca sale a volarlo con su hijo? A veces, un paseo al Parque de Diversiones, una tarde en el Museo de los Niños o simplemente ir a mejenguear al parque genera recuerdos más valiosos que cualquier juguete importado.
Al final del día, la vara es simple: usemos la cabeza. Comprar un regalo para un niño es un acto de cariño, y el cariño se demuestra también cuidándolos y cuidando la economía del hogar. Ser un consumidor inteligente no es ser un amarrado, es ser un mae carga que sabe dónde pone su plata y su atención. Así que antes de lanzarse a comprar, piénselo dos veces, lea la etiqueta, guarde la factura y, sobre todo, pregúntese si ese chunche de verdad va a hacer más feliz a ese niño que una tarde entera de su atención. A veces la respuesta nos sorprende.
Ahora les tiro la bola a ustedes, maes del foro: ¿Cuál ha sido el peor o más salado regalo que han visto que le den a un güila por no fijarse en estas varas? ¿O sienten que ya nos volvimos locos con el consumismo y se nos olvidó lo más importante?
Justo por eso me topé con una nota de CRHoy que, aunque suene a regaño de tata, tiene toda la razón del mundo. La gente del MEIC, por medio de Cynthia Zapata, nos tira el recordatorio que a todos se nos olvida en medio de la emoción: la seguridad primero. Y es que uno ve una caja bonita, un muñeco que hace luces y se le olvida la vara más básica. ¿Para qué edad es este chereque? Imagínense la torta de regalarle a un bebé de un año un juguete con piezas diminutas que se le pueden zafar. Es un pase directo a un susto de muerte por asfixia. La recomendación de “para mayores de 3 años” no está de adorno en la caja, es una advertencia que puede salvar vidas.
Ahora, hablemos de la otra gran verdad: la harina. El MEIC lo pone bonito como "evite sobreendeudarse", que en buen tico significa: "mae, no se vuelva loco tarjeteando". Es facilísimo caer en la trampa. Uno quiere ver al güila feliz y de repente está pagando un dineral por un chunche que a las dos semanas va a estar tirado debajo de la cama. El consejo de hacer un presupuesto no es nada del otro mundo, pero es clave para que la celebración no signifique que el resto de su quincena se vaya al traste. Y ni hablar de la garantía. Uno a veces por ahorrarse unos rojos compra en cualquier lado y ¡zaz! el juguete sale malo. Recuerden que por ley tienen mínimo 30 días hábiles de garantía, y si la vara es cara, exijan que conste por escrito. Cuesta mucho ganarse la plata en el brete como para botarla así.
Pero más allá de lo que dice el MEIC, hay que hablar de la presión social. Vivimos en la era de TikTok y los "unboxing", donde si el regalo no es gigante, electrónico y carísimo, parece que no vale. Hemos convertido una fecha para celebrar a los niños en una competencia de consumo que no tiene sentido. A veces se nos olvida que el mejor regalo no es un objeto, sino el tiempo. ¿De qué sirve el dron más carga si el tata nunca sale a volarlo con su hijo? A veces, un paseo al Parque de Diversiones, una tarde en el Museo de los Niños o simplemente ir a mejenguear al parque genera recuerdos más valiosos que cualquier juguete importado.
Al final del día, la vara es simple: usemos la cabeza. Comprar un regalo para un niño es un acto de cariño, y el cariño se demuestra también cuidándolos y cuidando la economía del hogar. Ser un consumidor inteligente no es ser un amarrado, es ser un mae carga que sabe dónde pone su plata y su atención. Así que antes de lanzarse a comprar, piénselo dos veces, lea la etiqueta, guarde la factura y, sobre todo, pregúntese si ese chunche de verdad va a hacer más feliz a ese niño que una tarde entera de su atención. A veces la respuesta nos sorprende.
Ahora les tiro la bola a ustedes, maes del foro: ¿Cuál ha sido el peor o más salado regalo que han visto que le den a un güila por no fijarse en estas varas? ¿O sienten que ya nos volvimos locos con el consumismo y se nos olvidó lo más importante?