¡Ay, Dios mío! Esto sí que es novela. Resulta que el diputado Alexander Barrantes, de esos del oficialismo, se metió en un buen brete el fin de semana pasado. Al parecer, chocó un carro, intentó esfumarse de la escena y, pa' colmo, anduvo echándole bronca a alguien cerca del Parque Morazán. Un panorama bien salado, vamos.
La movida salió a la luz durante el espacio de control político de la Asamblea Legislativa, donde varios diputados de la oposición aprovecharon la oportunidad para sacarle cosquillas al asunto. Las críticas fueron directas y duras, especialmente porque este tipo de acciones no le hacen ningún favor a la imagen del país, y menos aún a la del gobierno.
Pero lo que realmente encendió las alarmas fue la intervención del diputado Eli Feinzaig, conocido por sus dardos certeros y su lengua viperina. El mae, sin pelos en la lengua, aprovechó la coyuntura para atacar la propuesta del oficialismo de ampliar la Asamblea a 40 diputados. "¿Para qué quieren 40 diputados?”, preguntó retóricamente. Ahí sí que prendió el semáforo rojo.
“¿Para que cada vez que se meten en un problema llamen a un empresario extranjero que aparece curiosamente a altas horas de la noche forrado de billetes para pagar la torta?”, continuó Feinzaig, generando reacciones encontradas entre los presentes. El diputado hizo hincapié en que lo que ocurrió con Barrantes evidencia una preocupante falta de ética y transparencia en algunos funcionarios públicos. ¡Qué carga!
Y no paró ahí. Según Feinzaig, la situación representa un doble delito: la fuga del lugar del accidente y la aceptación de dinero de un empresario privado para cubrir los daños ocasionados. "Creyó que por ser funcionario público tenía el derecho de insultar a la persona a la que le dañó el carro”, añadió el diputado, subrayando la gravedad de la situación. Uno se queda pensando, ¿hasta dónde llegará la impunidad?
Ante la ola de críticas, la fracción oficialista emitió un comunicado informando que han llamado la atención a Barrantes, pero no contemplarán otras sanciones por el momento. Esta respuesta, lejos de apaciguar las aguas, ha generado aún más controversia y alimentado las acusaciones de complicidad e indiferencia hacia actos de corrupción.
Muchos se preguntan cómo pueden esperar que se fortalezca la democracia y se combata la corrupción cuando figuras públicas como Barrantes parecen operar por encima de la ley. Además, la insistencia en aumentar el número de diputados, justo en medio de escándalos como este, levanta sospechas sobre las verdaderas intenciones del oficialismo. Parece que, en lugar de resolver problemas, están creando nuevos.
En fin, esta vara nos deja varias preguntas en el aire. ¿Será que esta polémica acelerará la implementación de reformas para mejorar la rendición de cuentas y fortalecer el sistema judicial? ¿Estamos dispuestos a tolerar este tipo de comportamiento por parte de nuestros representantes? ¡Compas del Foro, díganme ustedes! ¿Creen que el aumento de diputados solucionará algún problema o simplemente agravará la situación política en Costa Rica?
La movida salió a la luz durante el espacio de control político de la Asamblea Legislativa, donde varios diputados de la oposición aprovecharon la oportunidad para sacarle cosquillas al asunto. Las críticas fueron directas y duras, especialmente porque este tipo de acciones no le hacen ningún favor a la imagen del país, y menos aún a la del gobierno.
Pero lo que realmente encendió las alarmas fue la intervención del diputado Eli Feinzaig, conocido por sus dardos certeros y su lengua viperina. El mae, sin pelos en la lengua, aprovechó la coyuntura para atacar la propuesta del oficialismo de ampliar la Asamblea a 40 diputados. "¿Para qué quieren 40 diputados?”, preguntó retóricamente. Ahí sí que prendió el semáforo rojo.
“¿Para que cada vez que se meten en un problema llamen a un empresario extranjero que aparece curiosamente a altas horas de la noche forrado de billetes para pagar la torta?”, continuó Feinzaig, generando reacciones encontradas entre los presentes. El diputado hizo hincapié en que lo que ocurrió con Barrantes evidencia una preocupante falta de ética y transparencia en algunos funcionarios públicos. ¡Qué carga!
Y no paró ahí. Según Feinzaig, la situación representa un doble delito: la fuga del lugar del accidente y la aceptación de dinero de un empresario privado para cubrir los daños ocasionados. "Creyó que por ser funcionario público tenía el derecho de insultar a la persona a la que le dañó el carro”, añadió el diputado, subrayando la gravedad de la situación. Uno se queda pensando, ¿hasta dónde llegará la impunidad?
Ante la ola de críticas, la fracción oficialista emitió un comunicado informando que han llamado la atención a Barrantes, pero no contemplarán otras sanciones por el momento. Esta respuesta, lejos de apaciguar las aguas, ha generado aún más controversia y alimentado las acusaciones de complicidad e indiferencia hacia actos de corrupción.
Muchos se preguntan cómo pueden esperar que se fortalezca la democracia y se combata la corrupción cuando figuras públicas como Barrantes parecen operar por encima de la ley. Además, la insistencia en aumentar el número de diputados, justo en medio de escándalos como este, levanta sospechas sobre las verdaderas intenciones del oficialismo. Parece que, en lugar de resolver problemas, están creando nuevos.
En fin, esta vara nos deja varias preguntas en el aire. ¿Será que esta polémica acelerará la implementación de reformas para mejorar la rendición de cuentas y fortalecer el sistema judicial? ¿Estamos dispuestos a tolerar este tipo de comportamiento por parte de nuestros representantes? ¡Compas del Foro, díganme ustedes! ¿Creen que el aumento de diputados solucionará algún problema o simplemente agravará la situación política en Costa Rica?