Maes, a veces en la política tica el verdadero show no está en el Plenario, sino en lo que se cuece fuera de cámaras. Y esta semana, ¡qué despiche se armó! Todo por un micrófono que se quedó abierto y soltó una frase que tiene al diputado Leslye Bojorges haciendo malabares para que la mancha no le llegue a la camisa: “Leslye Bojorges va pa’ allá”. La frase, supuestamente dicha durante una entrevista de Repretel al extraditable y exmagistrado Celso Gamboa, ha sido la chispa que encendió una pradera sequísima. El diputado, que ya de por sí la tenía complicada con su propia gente del PUSC pidiendo su cabeza, ahora tiene que navegar este nuevo problemón. Y su estrategia, hasta ahora, ha sido un enredo de explicaciones que, francamente, deja más dudas que certezas.
Diay, la vara es que cuando la prensa le cayó encima, Bojorges se mandó con una defensa digna de un laberinto. Primero, que nanay, que él no iba a hablar del tema en la conferencia donde se discutía su posible expulsión del PUSC. Luego, sacó un as bajo la manga: según él, le pidió las grabaciones a Repretel y el canal le respondió por correo que su nombre no aparecía. Ojo al dato: también admitió que sí hubo una edición del audio, pero, convenientemente, juró y perjuró que no se borró ningún nombre. O sea, según su versión, su nombre nunca estuvo ahí para empezar. Es una movida audaz, pero que suena a tratar de tapar el sol con un dedo, especialmente cuando ya la frase está rodando por todo lado.
Pero el plato fuerte de esta tragicomedia fue su intento de construir una muralla china entre él y Celso Gamboa. “Yo nunca me he reunido con don Celso Gamboa y no conozco personalmente a don Celso Gamboa”, dijo, como quien se sacude una basurita del hombro. Y para rematar, le tiró la bola caliente al propio Gamboa: “Si alguien tiene una pregunta extra que hacer creo que la única persona que la puede responder es don Celso Gamboa, no yo”. Seamos honestos, maes, es la jugada clásica. Y como si no fuera suficiente, cerró la puerta con llave y candado legal, diciendo que su abogado le recomendó no hablar más del tema “previendo cualquier situación jurídica”. Básicamente, un portazo en la cara a cualquier intento de aclaración. Este silencio legalista, en lugar de calmar las aguas, lo único que hace es que el río suene todavía más fuerte.
Y es que para poner la vara en perspectiva, este no es un chisme cualquiera. Estamos hablando de un diputado siendo vinculado, aunque sea de pasadita en una conversación, a una de las figuras más polémicas de los últimos años: un exmagistrado, exministro y exfiscal pedido en extradición. La reforma que permite extraditar ticos por narco y crimen organizado es un antes y un después en este país, y los nombres que han salido a flote no son cualquier cosa. Desde “Pecho de Rata” hasta “Noni”, pasando por el propio Gamboa, la lista nos recuerda que el brete de la justicia es complejo y apenas empieza. El caso de Gamboa es particularmente ruidoso por el poder que manejó. Que el nombre de un legislador en funciones aparezca en ese contexto, por más tangencial que sea, es una bandera roja del tamaño del Estadio Nacional.
Al final del día, Bojorges está metido en una torta política de las buenas. Por un lado, su propio partido le está haciendo la cruz, y por otro, esta mención lo deja en una posición increíblemente incómoda. Su defensa hermética y sus explicaciones a medias solo alimentan el escepticismo. La pregunta que queda en el aire es si esto es solo la punta del iceberg o si de verdad fue una mención casual sin fundamento. Lo que es seguro es que el fantasma de Celso Gamboa ahora se pasea por los pasillos de Cuesta de Moras, y a Leslye Bojorges le va a costar mucho apagar esa luz.
Maes, ahora les pregunto a ustedes: ¿Le creen a la versión de Bojorges? ¿O sienten que aquí hay gato encerrado y esta historia apenas comienza? ¿Cómo ven este despiche dentro del PUSC y qué creen que debería pasar? ¡Los leo en los comentarios!
Diay, la vara es que cuando la prensa le cayó encima, Bojorges se mandó con una defensa digna de un laberinto. Primero, que nanay, que él no iba a hablar del tema en la conferencia donde se discutía su posible expulsión del PUSC. Luego, sacó un as bajo la manga: según él, le pidió las grabaciones a Repretel y el canal le respondió por correo que su nombre no aparecía. Ojo al dato: también admitió que sí hubo una edición del audio, pero, convenientemente, juró y perjuró que no se borró ningún nombre. O sea, según su versión, su nombre nunca estuvo ahí para empezar. Es una movida audaz, pero que suena a tratar de tapar el sol con un dedo, especialmente cuando ya la frase está rodando por todo lado.
Pero el plato fuerte de esta tragicomedia fue su intento de construir una muralla china entre él y Celso Gamboa. “Yo nunca me he reunido con don Celso Gamboa y no conozco personalmente a don Celso Gamboa”, dijo, como quien se sacude una basurita del hombro. Y para rematar, le tiró la bola caliente al propio Gamboa: “Si alguien tiene una pregunta extra que hacer creo que la única persona que la puede responder es don Celso Gamboa, no yo”. Seamos honestos, maes, es la jugada clásica. Y como si no fuera suficiente, cerró la puerta con llave y candado legal, diciendo que su abogado le recomendó no hablar más del tema “previendo cualquier situación jurídica”. Básicamente, un portazo en la cara a cualquier intento de aclaración. Este silencio legalista, en lugar de calmar las aguas, lo único que hace es que el río suene todavía más fuerte.
Y es que para poner la vara en perspectiva, este no es un chisme cualquiera. Estamos hablando de un diputado siendo vinculado, aunque sea de pasadita en una conversación, a una de las figuras más polémicas de los últimos años: un exmagistrado, exministro y exfiscal pedido en extradición. La reforma que permite extraditar ticos por narco y crimen organizado es un antes y un después en este país, y los nombres que han salido a flote no son cualquier cosa. Desde “Pecho de Rata” hasta “Noni”, pasando por el propio Gamboa, la lista nos recuerda que el brete de la justicia es complejo y apenas empieza. El caso de Gamboa es particularmente ruidoso por el poder que manejó. Que el nombre de un legislador en funciones aparezca en ese contexto, por más tangencial que sea, es una bandera roja del tamaño del Estadio Nacional.
Al final del día, Bojorges está metido en una torta política de las buenas. Por un lado, su propio partido le está haciendo la cruz, y por otro, esta mención lo deja en una posición increíblemente incómoda. Su defensa hermética y sus explicaciones a medias solo alimentan el escepticismo. La pregunta que queda en el aire es si esto es solo la punta del iceberg o si de verdad fue una mención casual sin fundamento. Lo que es seguro es que el fantasma de Celso Gamboa ahora se pasea por los pasillos de Cuesta de Moras, y a Leslye Bojorges le va a costar mucho apagar esa luz.
Maes, ahora les pregunto a ustedes: ¿Le creen a la versión de Bojorges? ¿O sienten que aquí hay gato encerrado y esta historia apenas comienza? ¿Cómo ven este despiche dentro del PUSC y qué creen que debería pasar? ¡Los leo en los comentarios!
