Maes, agárrense porque esta vara es de no creer. Uno a veces piensa que ha visto todo en cuanto a desórdenes administrativos en este país, pero siempre hay alguien que sube la parada. Esta vez, el premio se lo lleva, con bombos y platillos, nuestra querida Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Resulta que la institución se acaba de jalar una torta que nos cuesta, a todos, la módica suma de ₡2.070 millones. Así como lo leen. Dos mil millones de colones que tuvieron que salir de las arcas para pagarle a personal de enfermería por un despiche monumental en el cálculo de sus salarios. ¡Qué torta!
Diay, ¿y cuál fue el error del millón (o de los dos mil millones)? Pues parece que a alguien en la Caja se le “olvidó” aplicar un complemento salarial del 15% que por ley le correspondía a esta gente. Pero la cosa no para ahí. Aparte de esa platica, tampoco estaban sumando bien las anualidades, la dedicación exclusiva, el aguinaldo, el salario escolar, las horas extra y hasta las vacaciones. O sea, no era un chunche ahí perdido en una hoja de cálculo; era un error sistemático que le estaba comiendo una parte importantísima del salario a la gente que se faja en los hospitales y clínicas. El Sindicato Nacional de Enfermería (Sinae) tuvo que meter la cuchara y llevar la vara a los Juzgados de Trabajo, que, por supuesto, les dieron la razón.
Aquí es donde uno se pregunta, ¿cómo es posible? El secretario general del Sinae, Lenin Hernández, la tiene clarísima y lo dijo sin pelos en la lengua: la institución tiene que reconocer el error y corregirlo ya. Porque esta plata que ya pagaron es apenas la punta del iceberg. Detrás de esos ₡2.070 millones que ya se desembolsaron para 191 profesionales, hay una fila india de demandas que asusta. Estamos hablando de 1.120 casos que todavía están en trámite. ¡Mil ciento veinte! Es la crónica de un desastre anunciado, una bola de nieve de demandas que se pudo haber evitado con un poquito de orden y respeto por el brete ajeno.
Y para que vean la magnitud del desorden, la vara está lejos de terminar. Aparte de los casos en trámite, hay 40 expedientes con sentencia firme que todavía están esperando que la Caja les pague. Imagínense ustedes ganando un juicio y que la plata no aparezca... ¡qué sal! Y como si fuera poco, hay otras 652 demandas que ya están listas para entrar al horno y 425 gestiones administrativas que probablemente terminen en el mismo lugar. Esto no es un simple error, maes, esto es un caos absoluto que demuestra una falta de gestión preocupante en una de las instituciones más importantes del país.
Al final, esto va más allá del dineral que se tuvo que pagar. Es un tema de confianza y de eficiencia. Es una cachetada para el personal de enfermería que tuvo que pelear por años para que le pagaran lo justo, y es una señal de alerta para todos nosotros sobre cómo se están administrando los recursos. La plata salió, sí, pero salió para corregir un error garrafal que nunca debió ocurrir. La pregunta del millón que queda en el aire es: más allá de pagar la cuenta, ¿alguien dentro de la Caja va a asumir la responsabilidad por este despiche monumental o simplemente se corre un asiento contable y aquí no ha pasado nada?
¿Qué opinan ustedes? ¿Es esto un caso aislado o un síntoma de un problema más profundo en la administración pública tica?
Diay, ¿y cuál fue el error del millón (o de los dos mil millones)? Pues parece que a alguien en la Caja se le “olvidó” aplicar un complemento salarial del 15% que por ley le correspondía a esta gente. Pero la cosa no para ahí. Aparte de esa platica, tampoco estaban sumando bien las anualidades, la dedicación exclusiva, el aguinaldo, el salario escolar, las horas extra y hasta las vacaciones. O sea, no era un chunche ahí perdido en una hoja de cálculo; era un error sistemático que le estaba comiendo una parte importantísima del salario a la gente que se faja en los hospitales y clínicas. El Sindicato Nacional de Enfermería (Sinae) tuvo que meter la cuchara y llevar la vara a los Juzgados de Trabajo, que, por supuesto, les dieron la razón.
Aquí es donde uno se pregunta, ¿cómo es posible? El secretario general del Sinae, Lenin Hernández, la tiene clarísima y lo dijo sin pelos en la lengua: la institución tiene que reconocer el error y corregirlo ya. Porque esta plata que ya pagaron es apenas la punta del iceberg. Detrás de esos ₡2.070 millones que ya se desembolsaron para 191 profesionales, hay una fila india de demandas que asusta. Estamos hablando de 1.120 casos que todavía están en trámite. ¡Mil ciento veinte! Es la crónica de un desastre anunciado, una bola de nieve de demandas que se pudo haber evitado con un poquito de orden y respeto por el brete ajeno.
Y para que vean la magnitud del desorden, la vara está lejos de terminar. Aparte de los casos en trámite, hay 40 expedientes con sentencia firme que todavía están esperando que la Caja les pague. Imagínense ustedes ganando un juicio y que la plata no aparezca... ¡qué sal! Y como si fuera poco, hay otras 652 demandas que ya están listas para entrar al horno y 425 gestiones administrativas que probablemente terminen en el mismo lugar. Esto no es un simple error, maes, esto es un caos absoluto que demuestra una falta de gestión preocupante en una de las instituciones más importantes del país.
Al final, esto va más allá del dineral que se tuvo que pagar. Es un tema de confianza y de eficiencia. Es una cachetada para el personal de enfermería que tuvo que pelear por años para que le pagaran lo justo, y es una señal de alerta para todos nosotros sobre cómo se están administrando los recursos. La plata salió, sí, pero salió para corregir un error garrafal que nunca debió ocurrir. La pregunta del millón que queda en el aire es: más allá de pagar la cuenta, ¿alguien dentro de la Caja va a asumir la responsabilidad por este despiche monumental o simplemente se corre un asiento contable y aquí no ha pasado nada?
¿Qué opinan ustedes? ¿Es esto un caso aislado o un síntoma de un problema más profundo en la administración pública tica?