Maes, hay varas que uno lee y simplemente no entiende. En pleno 2025, con toda la hablada de modernizar el país y llevar servicios de calidad a todo lado, nos topamos con noticias como esta, que parece sacada de un manual de cómo hacer las cosas al revés. La gente de Venado de San Carlos está pegando el grito al cielo, y con toda la razón del mundo, porque su Ebáis de repente pasó a ser un servicio de medio tiempo. ¡Qué torta!
A ver, pongámonos en los zapatos de la gente de Venado un segundo. Usted vive ahí, tranquilo, y sabe que si le da una gripe, si un chiquito se le enferma o si necesita seguimiento para la presión, tiene el Ebáis a la mano tres días por semana. No es perfecto, pero funciona. De un pronto a otro, sin mucha fanfarria, la Caja decide que ahora solo van a abrir dos días. ¿Y el tercer día? Diay, si usted tiene la mala suerte de enfermarse justo ese día, ¡qué sal! Le toca ingeniárselas para jalar hasta Monterrey, que está a 18 kilómetros de distancia. Eso no es un favor, es una condena para cualquiera que no tenga carro, para un adulto mayor o para alguien que simplemente no puede dejar el brete botado medio día.
Lo que más enoja de este despiche no es solo el recorte en sí, sino el silencio administrativo que lo acompaña. Los vecinos, como es lógico, pidieron una explicación. Solicitaron que les devolvieran su Ebáis de tiempo completo, o al menos el de tres días que ya tenían. ¿Y la respuesta de las autoridades de salud regionales? Un eco. Cero. Tuvieron que ir a tocarle la puerta a la Defensoría de los Habitantes para que alguien, por favor, le preguntara a la Caja qué es la vara. Esto demuestra una desconexión brutal entre los escritorios de San José y la realidad de las comunidades rurales. No es un número en una hoja de Excel, es la salud de la gente, el chunche más importante que tenemos.
Esta situación en San Carlos no es un caso aislado, y eso es lo que más preocupa. Es el síntoma de una enfermedad más grande. ¿Cuántas veces hemos escuchado quejas de las listas de espera, de la falta de especialistas en zonas fuera del GAM, o de Ebáis que se caen a pedazos? Parece que el orgullo nacional que una vez fue la CCSS, de a poquitos, se nos está yendo al traste. Recortar el acceso a la salud básica en una comunidad para “ahorrar” costos es una pésima jugada a largo plazo. Es pan para hoy y hambre (y enfermedades más graves y caras) para mañana. Es, para ponerlo en buen tico, una salvada de tanda que al final nos va a salir carísima a todos.
Al final del día, la gente de Venado no está pidiendo un hospital de primer mundo con robots cirujanos. Están pidiendo lo mínimo: que el centro de salud que ya tenían siga funcionando como debe ser. Están pidiendo que no los traten como ciudadanos de segunda solo por vivir lejos de Chepe. La intervención de la Defensoría es un paso, pero la verdadera solución es que la Caja entienda que la salud no puede operar con lógica de pulpería, cerrando más temprano cuando hay menos clientes. La salud es un derecho, no un servicio que se ofrece a conveniencia. Ojalá alguien en la Caja entienda el mensaje antes de que se jalen otra torta en alguna otra comunidad del país.
A ver, pongámonos en los zapatos de la gente de Venado un segundo. Usted vive ahí, tranquilo, y sabe que si le da una gripe, si un chiquito se le enferma o si necesita seguimiento para la presión, tiene el Ebáis a la mano tres días por semana. No es perfecto, pero funciona. De un pronto a otro, sin mucha fanfarria, la Caja decide que ahora solo van a abrir dos días. ¿Y el tercer día? Diay, si usted tiene la mala suerte de enfermarse justo ese día, ¡qué sal! Le toca ingeniárselas para jalar hasta Monterrey, que está a 18 kilómetros de distancia. Eso no es un favor, es una condena para cualquiera que no tenga carro, para un adulto mayor o para alguien que simplemente no puede dejar el brete botado medio día.
Lo que más enoja de este despiche no es solo el recorte en sí, sino el silencio administrativo que lo acompaña. Los vecinos, como es lógico, pidieron una explicación. Solicitaron que les devolvieran su Ebáis de tiempo completo, o al menos el de tres días que ya tenían. ¿Y la respuesta de las autoridades de salud regionales? Un eco. Cero. Tuvieron que ir a tocarle la puerta a la Defensoría de los Habitantes para que alguien, por favor, le preguntara a la Caja qué es la vara. Esto demuestra una desconexión brutal entre los escritorios de San José y la realidad de las comunidades rurales. No es un número en una hoja de Excel, es la salud de la gente, el chunche más importante que tenemos.
Esta situación en San Carlos no es un caso aislado, y eso es lo que más preocupa. Es el síntoma de una enfermedad más grande. ¿Cuántas veces hemos escuchado quejas de las listas de espera, de la falta de especialistas en zonas fuera del GAM, o de Ebáis que se caen a pedazos? Parece que el orgullo nacional que una vez fue la CCSS, de a poquitos, se nos está yendo al traste. Recortar el acceso a la salud básica en una comunidad para “ahorrar” costos es una pésima jugada a largo plazo. Es pan para hoy y hambre (y enfermedades más graves y caras) para mañana. Es, para ponerlo en buen tico, una salvada de tanda que al final nos va a salir carísima a todos.
Al final del día, la gente de Venado no está pidiendo un hospital de primer mundo con robots cirujanos. Están pidiendo lo mínimo: que el centro de salud que ya tenían siga funcionando como debe ser. Están pidiendo que no los traten como ciudadanos de segunda solo por vivir lejos de Chepe. La intervención de la Defensoría es un paso, pero la verdadera solución es que la Caja entienda que la salud no puede operar con lógica de pulpería, cerrando más temprano cuando hay menos clientes. La salud es un derecho, no un servicio que se ofrece a conveniencia. Ojalá alguien en la Caja entienda el mensaje antes de que se jalen otra torta en alguna otra comunidad del país.