Maes, ¿ya vieron la última novela de la Caja? Diay, porque la vara con el famoso sistema ERP-SAP ya parece un culebrón de esos de mediodía, solo que aquí nadie gana y la cuenta la pagamos todos. La noticia es que el hueco con los proveedores no para de crecer y ya va por la módica suma de ¢169 MIL MILLONES. Sí, leyeron bien. Ciento sesenta y nueve mil millones de colones en facturas haciendo fila porque el mentado sistema de pagos “de clase mundial” simplemente no carbura. ¡Qué torta más monumental!
Lo más irónico de todo este despiche es la justificación. Según la presidenta ejecutiva, Mónica Taylor, el problema es que en las áreas locales “no todo el mundo tenía subido en el ERP-SAP esas facturas”. O sea, traduciendo del lenguaje político al español tico: compraron un chunche carísimo y de alta tecnología, pero se les olvidó el pequeño detalle de enseñarle a la gente a usarlo o, peor aún, de asegurarse que el proceso fuera viable. Es el equivalente a comprarse un Ferrari para andar por los caminos de lastre de Talamanca. Se gastaron una millonada en un sistema que prometía “transparencia, orden y agilidad”, y lo que tenemos es un caos que ni el más desordenado podría haber imaginado. La promesa se fue al traste, y de qué manera.
Pero agárrense, que la cosa se pone mejor. Esto no fue una sorpresa, no fue un accidente impredecible. La propia auditoría interna de la Caja, ese departamento que parece que nadie escucha, les advirtió sobre los riesgos operativos de este sistema en ¡64 ocasiones! Sesenta y cuatro veces les dijeron: “maes, cuidado, que por ahí no es”. Y sesenta y cuatro veces, parece que la advertencia terminó en el basurero. Aquí es donde uno se pregunta si es incompetencia o si de verdad no les importa. Porque jalarse una torta de este calibre, con tantas banderas rojas ondeando, ya raya en lo absurdo. Es un recordatorio de que a veces el peor enemigo de la eficiencia no es la falta de recursos, sino la terquedad de no querer ver lo que está justo en frente.
Ahora, ¿por qué nos debería importar este enredo de números y siglas? Porque esos ¢169 mil millones no son solo una cifra en un periódico. Son proveedores, muchos de ellos pequeñas y medianas empresas ticas, que no reciben su pago y que tienen que hacer magia para seguir operando. Y lo más grave: son insumos para hospitales. La Cámara Costarricense de la Salud ya pegó el grito al cielo, diciendo que hay casi 8 mil facturas pendientes. Esto significa que el riesgo de que falten medicamentos, equipo para cirugías o hasta el material más básico en los EBAIS y hospitales es real. El brete de salvar vidas depende de que haya con qué hacerlo, y este desorden administrativo pone en jaque la continuidad de los servicios de salud para todos nosotros.
Para cerrar, la Caja ahora promete que para octubre todo estará normalizado. Después de haber fallado la primera fecha límite de agosto, la credibilidad está por los suelos. Un director reconoce que apenas llevan un 44% de avance en las medidas para restablecer el flujo de inventarios. Con ese panorama, la promesa de una solución en un mes suena más a un deseo que a una realidad. Se hizo un "esfuerzo extraordinario", dicen, pero los resultados siguen siendo un desastre. Así que les dejo la pregunta en el aire, para que la destrocemos aquí en el foro: ¿Ustedes de verdad creen que la Caja va a arreglar este despiche para octubre o esto es solo pura hablada para que la gente se calme mientras la bola de nieve sigue creciendo?
Lo más irónico de todo este despiche es la justificación. Según la presidenta ejecutiva, Mónica Taylor, el problema es que en las áreas locales “no todo el mundo tenía subido en el ERP-SAP esas facturas”. O sea, traduciendo del lenguaje político al español tico: compraron un chunche carísimo y de alta tecnología, pero se les olvidó el pequeño detalle de enseñarle a la gente a usarlo o, peor aún, de asegurarse que el proceso fuera viable. Es el equivalente a comprarse un Ferrari para andar por los caminos de lastre de Talamanca. Se gastaron una millonada en un sistema que prometía “transparencia, orden y agilidad”, y lo que tenemos es un caos que ni el más desordenado podría haber imaginado. La promesa se fue al traste, y de qué manera.
Pero agárrense, que la cosa se pone mejor. Esto no fue una sorpresa, no fue un accidente impredecible. La propia auditoría interna de la Caja, ese departamento que parece que nadie escucha, les advirtió sobre los riesgos operativos de este sistema en ¡64 ocasiones! Sesenta y cuatro veces les dijeron: “maes, cuidado, que por ahí no es”. Y sesenta y cuatro veces, parece que la advertencia terminó en el basurero. Aquí es donde uno se pregunta si es incompetencia o si de verdad no les importa. Porque jalarse una torta de este calibre, con tantas banderas rojas ondeando, ya raya en lo absurdo. Es un recordatorio de que a veces el peor enemigo de la eficiencia no es la falta de recursos, sino la terquedad de no querer ver lo que está justo en frente.
Ahora, ¿por qué nos debería importar este enredo de números y siglas? Porque esos ¢169 mil millones no son solo una cifra en un periódico. Son proveedores, muchos de ellos pequeñas y medianas empresas ticas, que no reciben su pago y que tienen que hacer magia para seguir operando. Y lo más grave: son insumos para hospitales. La Cámara Costarricense de la Salud ya pegó el grito al cielo, diciendo que hay casi 8 mil facturas pendientes. Esto significa que el riesgo de que falten medicamentos, equipo para cirugías o hasta el material más básico en los EBAIS y hospitales es real. El brete de salvar vidas depende de que haya con qué hacerlo, y este desorden administrativo pone en jaque la continuidad de los servicios de salud para todos nosotros.
Para cerrar, la Caja ahora promete que para octubre todo estará normalizado. Después de haber fallado la primera fecha límite de agosto, la credibilidad está por los suelos. Un director reconoce que apenas llevan un 44% de avance en las medidas para restablecer el flujo de inventarios. Con ese panorama, la promesa de una solución en un mes suena más a un deseo que a una realidad. Se hizo un "esfuerzo extraordinario", dicen, pero los resultados siguen siendo un desastre. Así que les dejo la pregunta en el aire, para que la destrocemos aquí en el foro: ¿Ustedes de verdad creen que la Caja va a arreglar este despiche para octubre o esto es solo pura hablada para que la gente se calme mientras la bola de nieve sigue creciendo?