Mae, cada vez que se acerca la fecha de un nuevo Informe del Estado de la Educación, uno como que se prepara para el golpe. Leí el título de la columna de Tomás de Camino, “Más allá del Estado de la Educación 2025”, y me quedé pensando. Porque esa es la vara, ¿no? Una cosa es el documento de 300 páginas con gráficos lindísimos y otra muy distinta es la realidad que uno ve en la calle, la que viven los güilas y los profes. El papel aguanta todo, pero la realidad, diay, la realidad a veces es un chancletazo en la cara. Y con la educación, parece que llevamos rato recibiendo chancletazos y todavía no aprendemos a esquivarlos.
Hablemos claro: el Ministerio de Educación (MEP) a veces parece un finquero con una hacienda de 5000 hectáreas que intenta manejarla toda por WhatsApp. Es un despiche monumental. Escuchamos de planes pilotos con nombres rimbombantes, de transformación digital y de competencias del siglo XXI, pero después uno habla con un profe de una zona rural y te cuenta que pasa más tiempo llenando papeles absurdos que dando clases, o que tiene a 40 carajillos en un aula que se cae a pedazos. Todos los años se jalan una torta con los nombramientos, dejando a escuelas sin personal por meses. Entonces, ¿de qué nos sirve un informe que hable de innovación si la maquinaria básica, el motor del brete diario, está pegado con mocos y herrumbre?
El verdadero “más allá” del informe es la desigualdad que te grita en la cara. Es muy fácil hablar de promedios nacionales. Pero ese promedio esconde que un güila de un cole privado en el este de la capital tiene un universo de posibilidades, mientras que otro en una comunidad costera apenas y tiene internet para hacer las tareas. Todas esas promesas de equidad y de cerrar brechas se van al traste cuando la conexión a internet es un lujo, cuando tener una computadora funcional es una lotería y cuando el acceso a una educación de calidad depende de tu código postal. Estamos creando dos Costa Ricas, y una de ellas está quedando peligrosamente rezagada. Y esa vara, mae, sí que es para preocuparse.
Y aquí es donde el asunto se pone más denso. No estamos hablando solo de notas o de pasar el año. Estamos hablando del futuro del país. ¿Para qué brete estamos preparando a esta gente? El mundo afuera está cambiando a una velocidad brutal, con inteligencia artificial, automatización y nuevos oficios que ni existían hace cinco años. Mientras tanto, aquí seguimos atorados en un sistema que parece diseñado para el siglo pasado. Los informes pueden hablar de “pensamiento crítico”, pero es difícil fomentarlo cuando el sistema te obliga a memorizar y repetir como una lora. La frustración no es solo de los estudiantes, es de un país entero que siente que está perdiendo el tren.
Al final, el informe es una foto. Una foto necesaria, sí, pero una foto posada y con filtro. El “más allá” del que habla el titular es el video sin editar, el detrás de cámaras caótico donde las cosas no siempre salen bien. No se trata de ser pesimistas por puro gusto, sino de ser realistas. De nada sirve aplaudir un documento si en la práctica seguimos haciendo lo mismo de siempre, esperando resultados diferentes. Por eso les pregunto, a ustedes que están en el foro: Más allá de los números y las buenas intenciones, ¿cuál creen ustedes que es la torta más grande que nos estamos jalando con la educación en este país? ¿Y tiene arreglo o ya estamos salados?
Hablemos claro: el Ministerio de Educación (MEP) a veces parece un finquero con una hacienda de 5000 hectáreas que intenta manejarla toda por WhatsApp. Es un despiche monumental. Escuchamos de planes pilotos con nombres rimbombantes, de transformación digital y de competencias del siglo XXI, pero después uno habla con un profe de una zona rural y te cuenta que pasa más tiempo llenando papeles absurdos que dando clases, o que tiene a 40 carajillos en un aula que se cae a pedazos. Todos los años se jalan una torta con los nombramientos, dejando a escuelas sin personal por meses. Entonces, ¿de qué nos sirve un informe que hable de innovación si la maquinaria básica, el motor del brete diario, está pegado con mocos y herrumbre?
El verdadero “más allá” del informe es la desigualdad que te grita en la cara. Es muy fácil hablar de promedios nacionales. Pero ese promedio esconde que un güila de un cole privado en el este de la capital tiene un universo de posibilidades, mientras que otro en una comunidad costera apenas y tiene internet para hacer las tareas. Todas esas promesas de equidad y de cerrar brechas se van al traste cuando la conexión a internet es un lujo, cuando tener una computadora funcional es una lotería y cuando el acceso a una educación de calidad depende de tu código postal. Estamos creando dos Costa Ricas, y una de ellas está quedando peligrosamente rezagada. Y esa vara, mae, sí que es para preocuparse.
Y aquí es donde el asunto se pone más denso. No estamos hablando solo de notas o de pasar el año. Estamos hablando del futuro del país. ¿Para qué brete estamos preparando a esta gente? El mundo afuera está cambiando a una velocidad brutal, con inteligencia artificial, automatización y nuevos oficios que ni existían hace cinco años. Mientras tanto, aquí seguimos atorados en un sistema que parece diseñado para el siglo pasado. Los informes pueden hablar de “pensamiento crítico”, pero es difícil fomentarlo cuando el sistema te obliga a memorizar y repetir como una lora. La frustración no es solo de los estudiantes, es de un país entero que siente que está perdiendo el tren.
Al final, el informe es una foto. Una foto necesaria, sí, pero una foto posada y con filtro. El “más allá” del que habla el titular es el video sin editar, el detrás de cámaras caótico donde las cosas no siempre salen bien. No se trata de ser pesimistas por puro gusto, sino de ser realistas. De nada sirve aplaudir un documento si en la práctica seguimos haciendo lo mismo de siempre, esperando resultados diferentes. Por eso les pregunto, a ustedes que están en el foro: Más allá de los números y las buenas intenciones, ¿cuál creen ustedes que es la torta más grande que nos estamos jalando con la educación en este país? ¿Y tiene arreglo o ya estamos salados?