Maes, a ver, seamos honestos. Uno abre las noticias y casi siempre es para amargarse el día: que el precio de la gasolina, que un despiche en la platina, que la política… Pero de vez en cuando, sale una de esas varas que te devuelven la fe en la gente. Y esta, déjenme decirles, es una de esas. El Hospital Nacional de Niños (HNN) acaba de recibir un equipo que no es cualquier cosa; es, básicamente, una jugada de último minuto para salvarle la vida a los güilas que están en las últimas. ¡Qué tuanis empezar la semana así!
Diay, ¿y de qué va todo el asunto? El chunche en cuestión se llama ECMO (Oxigenación con Membrana Extracorpórea), que suena a película de ciencia ficción, pero su brete es muy real. Imagínense esto: un niño está tan, pero tan grave, que sus pulmones ya no dan para más y el corazón no bombea como debería. Cuando ya los ventiladores y las medicinas no están haciendo nada, este equipo entra en acción. Es como un bypass de pulmón y corazón fuera del cuerpo. La máquina se encarga de oxigenar la sangre y devolverla al cuerpito del paciente, dándole a sus órganos un chance de recuperarse. Es, sin rodeos, la última carta sobre la mesa. Y ahora, gracias a esta movida, el HNN tiene esa carta para jugarla.
Y es que el impacto es monumental. Según el director a.i. del hospital, Jaime Lazo, este aparato va a cambiar las reglas del juego para los chiquitos con enfermedades cardíacas congénitas, bronconeumonías severísimas o infecciones que los tienen contra las cuerdas. Estamos hablando de que güilas que antes tenían un pronóstico para llorar, ahora tienen una oportunidad real de salir adelante. Pensar en la cantidad de familias que van a poder volver a abrazar a sus hijos gracias a esta tecnología… mae, es que se le pone a uno la piel de gallina. ¡Qué carga de noticia! Es un recordatorio de que en este país, cuando la gente se une, se logran cosas impresionantes.
Ahora, este nivel de tecnología no aparece por arte de magia. El equipo costó $170 mil dólares, un platal. Y aquí es donde la historia se pone todavía más chiva. La plata salió de la Asociación Pro-Hospital Nacional de Niños, que la recaudó en su torneo de golf anual, patrocinado principalmente por Aeris. Esto no es un gobierno extranjero ni una mega corporación anónima; es el resultado de empresas, jugadores y gente que se apuntó y puso su granito de arena. Marcia Lobo, la gerente de la Asociación, lo dijo clarito: es el reflejo del esfuerzo de un montón de gente que cree en la misión de ayudar. Es la comunidad poniéndose la 10 por sus propios niños.
Al final del día, esta vara va más allá de un simple aparato nuevo. Es un símbolo. Es la prueba de que la unión entre el sector privado, las organizaciones sin fines de lucro y la gente común y corriente puede fortalecer nuestro sistema de salud pública, que tanto queremos y defendemos. Gabriela Llobet, presidenta de la organización, mencionó que esto brinda esperanza a la niñez, y no podría estar más de acuerdo. En un país donde a veces nos quejamos de que las cosas no avanzan, esta donación es un gol de media cancha que hay que celebrar a cachete. Es un recordatorio de que la solidaridad sigue siendo uno de nuestros mejores superpoderes.
Y ahora, les tiro la bola a ustedes, maes: Sabiendo que se pueden lograr cosas así, ¿qué otra área de la salud pública creen que necesita un empujón similar de la comunidad organizada? ¿Dónde más podríamos meter el hombro todos juntos?
Diay, ¿y de qué va todo el asunto? El chunche en cuestión se llama ECMO (Oxigenación con Membrana Extracorpórea), que suena a película de ciencia ficción, pero su brete es muy real. Imagínense esto: un niño está tan, pero tan grave, que sus pulmones ya no dan para más y el corazón no bombea como debería. Cuando ya los ventiladores y las medicinas no están haciendo nada, este equipo entra en acción. Es como un bypass de pulmón y corazón fuera del cuerpo. La máquina se encarga de oxigenar la sangre y devolverla al cuerpito del paciente, dándole a sus órganos un chance de recuperarse. Es, sin rodeos, la última carta sobre la mesa. Y ahora, gracias a esta movida, el HNN tiene esa carta para jugarla.
Y es que el impacto es monumental. Según el director a.i. del hospital, Jaime Lazo, este aparato va a cambiar las reglas del juego para los chiquitos con enfermedades cardíacas congénitas, bronconeumonías severísimas o infecciones que los tienen contra las cuerdas. Estamos hablando de que güilas que antes tenían un pronóstico para llorar, ahora tienen una oportunidad real de salir adelante. Pensar en la cantidad de familias que van a poder volver a abrazar a sus hijos gracias a esta tecnología… mae, es que se le pone a uno la piel de gallina. ¡Qué carga de noticia! Es un recordatorio de que en este país, cuando la gente se une, se logran cosas impresionantes.
Ahora, este nivel de tecnología no aparece por arte de magia. El equipo costó $170 mil dólares, un platal. Y aquí es donde la historia se pone todavía más chiva. La plata salió de la Asociación Pro-Hospital Nacional de Niños, que la recaudó en su torneo de golf anual, patrocinado principalmente por Aeris. Esto no es un gobierno extranjero ni una mega corporación anónima; es el resultado de empresas, jugadores y gente que se apuntó y puso su granito de arena. Marcia Lobo, la gerente de la Asociación, lo dijo clarito: es el reflejo del esfuerzo de un montón de gente que cree en la misión de ayudar. Es la comunidad poniéndose la 10 por sus propios niños.
Al final del día, esta vara va más allá de un simple aparato nuevo. Es un símbolo. Es la prueba de que la unión entre el sector privado, las organizaciones sin fines de lucro y la gente común y corriente puede fortalecer nuestro sistema de salud pública, que tanto queremos y defendemos. Gabriela Llobet, presidenta de la organización, mencionó que esto brinda esperanza a la niñez, y no podría estar más de acuerdo. En un país donde a veces nos quejamos de que las cosas no avanzan, esta donación es un gol de media cancha que hay que celebrar a cachete. Es un recordatorio de que la solidaridad sigue siendo uno de nuestros mejores superpoderes.
Y ahora, les tiro la bola a ustedes, maes: Sabiendo que se pueden lograr cosas así, ¿qué otra área de la salud pública creen que necesita un empujón similar de la comunidad organizada? ¿Dónde más podríamos meter el hombro todos juntos?