Maes, en serio, hay varas que a uno simplemente le vuelan la tapa. Uno vive aquí, escucha el “Pura Vida” por todo lado, y de repente se topa con una noticia que le recuerda que detrás de la postal, hay un país que se nos cae a pedazos por pura negligencia. Hoy esa vara tiene nombre y apellido: Liceo de Tobosi. Y no, no es una historia nueva. Es la misma historia triste que lleva sonando ¡diecisiete años! Diecisiete generaciones de güilas que el Estado simplemente decidió que no merecían lo básico.
Imagínense el despiche. Estamos hablando de 345 estudiantes metidos a la fuerza en un salón parroquial. No tienen aulas de verdad, no tienen laboratorio, no tienen biblioteca. ¿Su “gimnasio”? El parqueo de la iglesia. Y para agregarle sal a la herida, por este churuco improvisado el MEP paga más de 4 millones de colones al mes. ¡CUATRO MILLONES! Con esa plata, en 17 años, ya habrían construido tres colegios. Esto ya no es un simple descuido, es un monumento a la incompetencia. Cinco gobiernos, de todos los colores que se puedan imaginar, han pasado por Zapote y ninguno ha podido (o querido) hacer su brete y darles a estos güilas un lugar digno para estudiar.
Pero aquí es donde la cosa se pone más fea, porque lo de Tobosi no es un caso aislado. Es el síntoma más visible de una enfermedad que está carcomiendo la educación pública. El mismo Estado que se hace el de la vista gorda en Cartago es el que tiene 849 órdenes sanitarias sin atender en todo el país. Es el mismo que, en un acto de genialidad burocrática, decidió recortarle más de ¢7.500 millones al presupuesto de infraestructura del MEP para este año. O sea, no solo no arreglan el desmadre que ya tienen, sino que se aseguran de que no haya plata para empezar a arreglarlo. Diay, con amigos así… El Estado se jaló una torta monumental y la factura la están pagando los estudiantes.
Y lo que más cólera da es la desigualdad descarada. Mientras el Liceo de Tobosi sobrevive de milagro, hay otros colegios públicos que parecen sacados de una película gringa, con laboratorios de punta y canchas techadas. ¿Entonces qué, mae? ¿La educación de calidad es una lotería? ¿Depende de la sal que tengas de nacer en un distrito o en otro? El director del cole lo dijo clarísimo, y su frase debería estar pegada en la oficina de cada ministro: “A nosotros nos piden resultados iguales a los de un colegio con infraestructura moderna, pero las condiciones no son comparables”. Es pedirle a alguien que gane una carrera de Fórmula 1 montado en una bicicleta sin cadena.
Al final, toda esta vara del Liceo de Tobosi es un reflejo de algo más jodido: la pérdida de prioridades. Tenemos un presupuesto nacional de billones, pero parece que nunca alcanza para lo que de verdad importa. No es falta de plata, es falta de voluntad y, seamos honestos, falta de vergüenza. Dejamos que se acumulen las órdenes sanitarias, que los güilas estudien en parqueos y que la brecha entre la educación pública y la privada se haga cada vez más grande. Por eso les pregunto a ustedes, maes del foro: Más allá de la pura hablada y de indignarnos un rato, ¿qué se puede hacer desde la ciudadanía para que dejen de jugar chapitas con la educación? ¿O ya esta es una batalla perdida?
Imagínense el despiche. Estamos hablando de 345 estudiantes metidos a la fuerza en un salón parroquial. No tienen aulas de verdad, no tienen laboratorio, no tienen biblioteca. ¿Su “gimnasio”? El parqueo de la iglesia. Y para agregarle sal a la herida, por este churuco improvisado el MEP paga más de 4 millones de colones al mes. ¡CUATRO MILLONES! Con esa plata, en 17 años, ya habrían construido tres colegios. Esto ya no es un simple descuido, es un monumento a la incompetencia. Cinco gobiernos, de todos los colores que se puedan imaginar, han pasado por Zapote y ninguno ha podido (o querido) hacer su brete y darles a estos güilas un lugar digno para estudiar.
Pero aquí es donde la cosa se pone más fea, porque lo de Tobosi no es un caso aislado. Es el síntoma más visible de una enfermedad que está carcomiendo la educación pública. El mismo Estado que se hace el de la vista gorda en Cartago es el que tiene 849 órdenes sanitarias sin atender en todo el país. Es el mismo que, en un acto de genialidad burocrática, decidió recortarle más de ¢7.500 millones al presupuesto de infraestructura del MEP para este año. O sea, no solo no arreglan el desmadre que ya tienen, sino que se aseguran de que no haya plata para empezar a arreglarlo. Diay, con amigos así… El Estado se jaló una torta monumental y la factura la están pagando los estudiantes.
Y lo que más cólera da es la desigualdad descarada. Mientras el Liceo de Tobosi sobrevive de milagro, hay otros colegios públicos que parecen sacados de una película gringa, con laboratorios de punta y canchas techadas. ¿Entonces qué, mae? ¿La educación de calidad es una lotería? ¿Depende de la sal que tengas de nacer en un distrito o en otro? El director del cole lo dijo clarísimo, y su frase debería estar pegada en la oficina de cada ministro: “A nosotros nos piden resultados iguales a los de un colegio con infraestructura moderna, pero las condiciones no son comparables”. Es pedirle a alguien que gane una carrera de Fórmula 1 montado en una bicicleta sin cadena.
Al final, toda esta vara del Liceo de Tobosi es un reflejo de algo más jodido: la pérdida de prioridades. Tenemos un presupuesto nacional de billones, pero parece que nunca alcanza para lo que de verdad importa. No es falta de plata, es falta de voluntad y, seamos honestos, falta de vergüenza. Dejamos que se acumulen las órdenes sanitarias, que los güilas estudien en parqueos y que la brecha entre la educación pública y la privada se haga cada vez más grande. Por eso les pregunto a ustedes, maes del foro: Más allá de la pura hablada y de indignarnos un rato, ¿qué se puede hacer desde la ciudadanía para que dejen de jugar chapitas con la educación? ¿O ya esta es una batalla perdida?
