Maes, no sé ustedes, pero mi rutina mañanera es sagrada: cafecito en mano y un vistazo rápido a las noticias para ver por dónde va el mundo. Hoy me metí a CRHoy y, diay, más que informarme, sentí que me estaban entregando el menú de un restaurante de problemas. Encabezado por la caricatura de Mecho sobre el TSE y el Gobierno —un clásico ya—, lo que seguía era una lista de columnas de opinión que parecían una competencia para ver quién describía el despiste más grande que tenemos como país. De verdad, era como para pedir “uno de cada uno para llevar” y sentarse a llorar en una esquina.
Lo primero que uno ve es la vara política, que nunca falla. El eterno pleito entre el Gobierno de turno y el TSE es el pan de cada día, pero leerlo al lado de una pregunta como “¿Impuesto al SINPE?” te deja un sinsabor terrible. Es esa sensación de que mientras arriba se pelean por ver quién tiene la razón o cómo nos sacan más plata, las broncas reales se van acumulando. Pareciera que cada semana hay alguien nuevo tratando de jalarse una torta monumental, y los demás estamos aquí abajo, viendo a ver cómo capeamos el temporal. Es agotador, mae, porque no es una sola cosa, es un bombardeo constante desde todos los flancos: el político, el económico, el institucional.
Y cuando uno cree que ya se curó de espanto con la política, baja un poco más y se topa con los temas que de verdad duelen en el día a día. Leo el titular “¿Cómo adaptar nuestras escuelas al calor extremo?” y se me arruga el corazón. ¡Qué sal! que en pleno 2025 estemos discutiendo cómo hacer para que nuestros güilas no se cocinen en las aulas, en lugar de estar hablando de innovación educativa de punta. Y para rematar, te encuentras con “La masacre vial que hemos normalizado”. Ahí es cuando la frustración pega más fuerte, porque son cosas que vemos todos los días, problemas que ya ni nos sorprenden. Se nos hizo costumbre vivir en medio del caos, y esa, quizá, es la peor derrota de todas.
Ojo, y que quede claro que esto no es un palo para los columnistas. ¡Para nada! Más bien, qué nivel de gente como el Dr. Castro, Tomás de Camino o don Rodolfo Solano que tienen el temple para sentarse a analizar y desmenuzar estos enredos. Es el brete de ellos, y lo hacen de maravilla: poner el dedo en la llaga. Mi punto es más bien sobre la foto completa, el panorama que nos pintan todas estas opiniones juntas. Es un retrato hablado de un país que tiene demasiados frentes abiertos, demasiadas urgencias que se volvieron paisaje. Uno termina de leer y la pregunta no es “¿qué aprendí hoy?”, sino “diay, ¿por dónde empezamos a arreglar este desmadre?”.
Al final, cerrar la página de noticias se siente casi como un alivio, como salir de una reunión familiar donde todos se gritaron y no se resolvió nada. Te queda el eco de los problemas en la cabeza y una sensación de impotencia que cuesta sacudirse. Por eso les pregunto a ustedes, la gente pensante de este foro: ¿Soy yo la que está viendo el vaso medio vacío o de verdad la lista de pendientes del país se está volviendo impagable? ¿Cuál de todos estos temas les quita el sueño a ustedes? ¿O ya se acostumbraron al menú del día?
Lo primero que uno ve es la vara política, que nunca falla. El eterno pleito entre el Gobierno de turno y el TSE es el pan de cada día, pero leerlo al lado de una pregunta como “¿Impuesto al SINPE?” te deja un sinsabor terrible. Es esa sensación de que mientras arriba se pelean por ver quién tiene la razón o cómo nos sacan más plata, las broncas reales se van acumulando. Pareciera que cada semana hay alguien nuevo tratando de jalarse una torta monumental, y los demás estamos aquí abajo, viendo a ver cómo capeamos el temporal. Es agotador, mae, porque no es una sola cosa, es un bombardeo constante desde todos los flancos: el político, el económico, el institucional.
Y cuando uno cree que ya se curó de espanto con la política, baja un poco más y se topa con los temas que de verdad duelen en el día a día. Leo el titular “¿Cómo adaptar nuestras escuelas al calor extremo?” y se me arruga el corazón. ¡Qué sal! que en pleno 2025 estemos discutiendo cómo hacer para que nuestros güilas no se cocinen en las aulas, en lugar de estar hablando de innovación educativa de punta. Y para rematar, te encuentras con “La masacre vial que hemos normalizado”. Ahí es cuando la frustración pega más fuerte, porque son cosas que vemos todos los días, problemas que ya ni nos sorprenden. Se nos hizo costumbre vivir en medio del caos, y esa, quizá, es la peor derrota de todas.
Ojo, y que quede claro que esto no es un palo para los columnistas. ¡Para nada! Más bien, qué nivel de gente como el Dr. Castro, Tomás de Camino o don Rodolfo Solano que tienen el temple para sentarse a analizar y desmenuzar estos enredos. Es el brete de ellos, y lo hacen de maravilla: poner el dedo en la llaga. Mi punto es más bien sobre la foto completa, el panorama que nos pintan todas estas opiniones juntas. Es un retrato hablado de un país que tiene demasiados frentes abiertos, demasiadas urgencias que se volvieron paisaje. Uno termina de leer y la pregunta no es “¿qué aprendí hoy?”, sino “diay, ¿por dónde empezamos a arreglar este desmadre?”.
Al final, cerrar la página de noticias se siente casi como un alivio, como salir de una reunión familiar donde todos se gritaron y no se resolvió nada. Te queda el eco de los problemas en la cabeza y una sensación de impotencia que cuesta sacudirse. Por eso les pregunto a ustedes, la gente pensante de este foro: ¿Soy yo la que está viendo el vaso medio vacío o de verdad la lista de pendientes del país se está volviendo impagable? ¿Cuál de todos estos temas les quita el sueño a ustedes? ¿O ya se acostumbraron al menú del día?