Mae, cuando uno cree que ya lo ha visto todo en la política y las familias de poder en este país, sale un nuevo capítulo que nos deja con la boca abierta. El pleito por la herencia de los Figueres Olsen es el perfecto ejemplo. ¡Qué torta se tienen montada! Justo cuando una parte de la familia sale a decir, con un comunicado y todo, que la vara ya murió en tribunales, sale el equipo legal de José María a decir que naranjas dulces, que el partido no ha terminado. Esto ya no es un simple desacuerdo, es un despiche familiar con tintes de serie de streaming, donde cada bando tiene su propia versión de la verdad y ninguno piensa dar el brazo a torcer.
La vara está así: por un lado, tenés a Christiana Figueres y a un grupo grande de la familia celebrando que un juzgado desestimó la causa. Sacaron un comunicado que, leyéndolo entre líneas, es un filazo directo. Dicen que por fin se cierra un capítulo de cinco años, que nunca hubo delito y que lamentan que “una figura con poder económico y político” (adivinen quién) llevara un tema familiar a un nivel tan desgastante. Prácticamente están diciendo que todo el show fue un berrinche de José María porque no le gustó cómo su mamá, doña Karen Olsen, decidió repartir sus bienes. En resumen, para ellos, la novela terminó y esperan que ahora sí puedan "sanar las heridas".
Pero ¡un momento! Del otro lado del ring, el abogado de José María, Federico Campos, salió con todo a decir que esa resolución no vale nada. Que el juez que la dictó hizo un brete sesgado, que ignoró las pruebas que ellos presentaron y que solo le paró bola a lo que decía la defensa. Según él, el análisis del juez fue "ayuno de toda lógica jurídica", una forma muy elegante de decir que no tenía ni pies ni cabeza. La defensa de Chema apeló la decisión y están convencidos de que un tribunal superior les va a dar la razón, anulará todo y obligará a repetir la audiencia. O sea, mientras unos ya están pasando la página, el otro bando está pidiendo que se repita el capítulo porque el árbitro estaba comprado.
El meollo de todo este asunto, que se hizo público allá por el 2021, es simple y a la vez complicadísimo: plata y control. Christiana lo dijo en su momento: el rollo no es que sus sobrinos estuvieran explotando a doña Karen, como supuestamente alegaba su hermano. La verdad, según ella, es que a José María no le cuadró la decisión que tomó su mamá en vida sobre su patrimonio. Lo más irónico es que la misma Christiana y sus hijas también quedaron fuera de esa repartición, pero aún así se puso del lado de sus sobrinos y en contra de su hermano. Eso le pone una capa extra de complejidad al asunto, porque no parece ser solo una lucha por la herencia, sino por principios y, diay, por la forma en que se están haciendo las cosas.
Al final, lo que queda es un sabor amargo. Ver a una de las familias más icónicas de la historia de Costa Rica, portadora de un apellido con un peso histórico innegable, agarrada del pelo en tribunales por una herencia es, por lo menos, triste. Se habla del "legado" que quieren honrar, pero este tipo de conflictos públicos lo manchan todo. La discusión se aleja de la política, de los logros y de la historia para convertirse en un chisme de sobremesa a nivel nacional. La pregunta que queda en el aire es si alguna vez podrán sentarse a hablar sin abogados de por medio o si este pleito se irá al traste, llevándose consigo lo que quedaba de unión familiar.
Aquí les dejo la pregunta para que se manden en el foro: Más allá de quién tiene la razón, ¿creen que estas varas familiares, aunque involucren a figuras públicas, deberían resolverse en privado? ¿O está bien que el público se entere de todo? ¿Pesa más el derecho a la privacidad o el interés sobre la conducta de quienes han ostentado el poder? Los leo.
La vara está así: por un lado, tenés a Christiana Figueres y a un grupo grande de la familia celebrando que un juzgado desestimó la causa. Sacaron un comunicado que, leyéndolo entre líneas, es un filazo directo. Dicen que por fin se cierra un capítulo de cinco años, que nunca hubo delito y que lamentan que “una figura con poder económico y político” (adivinen quién) llevara un tema familiar a un nivel tan desgastante. Prácticamente están diciendo que todo el show fue un berrinche de José María porque no le gustó cómo su mamá, doña Karen Olsen, decidió repartir sus bienes. En resumen, para ellos, la novela terminó y esperan que ahora sí puedan "sanar las heridas".
Pero ¡un momento! Del otro lado del ring, el abogado de José María, Federico Campos, salió con todo a decir que esa resolución no vale nada. Que el juez que la dictó hizo un brete sesgado, que ignoró las pruebas que ellos presentaron y que solo le paró bola a lo que decía la defensa. Según él, el análisis del juez fue "ayuno de toda lógica jurídica", una forma muy elegante de decir que no tenía ni pies ni cabeza. La defensa de Chema apeló la decisión y están convencidos de que un tribunal superior les va a dar la razón, anulará todo y obligará a repetir la audiencia. O sea, mientras unos ya están pasando la página, el otro bando está pidiendo que se repita el capítulo porque el árbitro estaba comprado.
El meollo de todo este asunto, que se hizo público allá por el 2021, es simple y a la vez complicadísimo: plata y control. Christiana lo dijo en su momento: el rollo no es que sus sobrinos estuvieran explotando a doña Karen, como supuestamente alegaba su hermano. La verdad, según ella, es que a José María no le cuadró la decisión que tomó su mamá en vida sobre su patrimonio. Lo más irónico es que la misma Christiana y sus hijas también quedaron fuera de esa repartición, pero aún así se puso del lado de sus sobrinos y en contra de su hermano. Eso le pone una capa extra de complejidad al asunto, porque no parece ser solo una lucha por la herencia, sino por principios y, diay, por la forma en que se están haciendo las cosas.
Al final, lo que queda es un sabor amargo. Ver a una de las familias más icónicas de la historia de Costa Rica, portadora de un apellido con un peso histórico innegable, agarrada del pelo en tribunales por una herencia es, por lo menos, triste. Se habla del "legado" que quieren honrar, pero este tipo de conflictos públicos lo manchan todo. La discusión se aleja de la política, de los logros y de la historia para convertirse en un chisme de sobremesa a nivel nacional. La pregunta que queda en el aire es si alguna vez podrán sentarse a hablar sin abogados de por medio o si este pleito se irá al traste, llevándose consigo lo que quedaba de unión familiar.
Aquí les dejo la pregunta para que se manden en el foro: Más allá de quién tiene la razón, ¿creen que estas varas familiares, aunque involucren a figuras públicas, deberían resolverse en privado? ¿O está bien que el público se entere de todo? ¿Pesa más el derecho a la privacidad o el interés sobre la conducta de quienes han ostentado el poder? Los leo.