Maes, hablemos paja un toque. ¿Se acuerdan cuando la mayor preocupación de un turista en Tiquicia era que un mono congo le robara el banano del desayuno o que el sol de Guanacaste lo dejara como un camarón? Diay, parece que esos tiempos de inocencia se acabaron. Resulta que acaba de salir una encuesta entre los meros meros del sector turístico y, para sorpresa de nadie que viva en este país, el miedo al hampa le acaba de pasar por encima al miedo por el tipo de cambio. ¡Qué torta! Esto ya no es un tema de percepción, es una realidad que nos está explotando en la cara.
La vara es así: el Centro de Estudios del Turismo se mandó a preguntarle a los empresarios del sector qué es lo que más les quita el sueño. Y ¡boom! La mitad de los encuestados puso la inseguridad en el primer lugar de la lista de amenazas. El dólar, esa novela que nos tuvo pegados al techo por meses, quedó en un humilde segundo puesto. Imagínense el nivel del despiche para que la gente esté más preocupada por un bajonazo que por el bolsillo. Un mae de la Cámara de Turismo de San Carlos, Tadeo Morales, lo dijo sin pelos en la lengua: la mala fama ya nos está alcanzando afuera. Cuando los medios internacionales empiezan a decir que aquí se están “perdiendo los valores”, el turista que está planeando sus vacaciones simplemente dice “paso” y se va para otro lado.
Y es que, como país, nos estamos jalando una torta monumental. Por décadas vendimos la imagen del oasis de paz, del jardín de Centroamérica, del famoso “Pura Vida”. Esa frase, que tanto nos llena la boca, no es solo un eslogan de camiseta para gringos; es una promesa. Una promesa de que aquí se puede venir a descansar, a conectar con la naturaleza y a estar tranquilo. Pero esa promesa se rompe con cada noticia de un asalto en un destino turístico, con cada video violento que se vuelve viral. El “Pura Vida” se está convirtiendo en un “pura suerte si no le pasa nada”.
Para terminar de arreglarla, la encuesta revela que la inseguridad no viene sola. Es como el compa necio que llega a la fiesta con todo su grupo de problemáticos. Los empresarios también se quejan del deterioro de la infraestructura (carreteras que parecen un campo de batalla), la informalidad galopante (cualquiera pone un tour sin permisos), la falta de coordinación entre el gobierno y ellos, y hasta la escasez de gente con buen nivel para el brete. Es un cóctel peligrosísimo que amenaza con ahogar a la gallinita de los huevos de oro que por tanto tiempo ha sostenido buena parte de la economía de este país.
Claro, no todo es llorar sobre la leche derramada. Los mismos empresarios propusieron una lista de acciones urgentes, que suena a lo que cualquier persona con dos dedos de frente pediría: garantizar la seguridad en los pueblos turísticos y ponerse creativos para venderle al mundo una imagen renovada y honesta de Costa Rica. El informe dice, con palabras muy finas, que hay “una expectativa positiva respecto a la capacidad de implementar medidas correctivas”. Ojalá. Porque una cosa es tener la receta y otra muy distinta es que el chef se ponga a cocinar. La pregunta del millón es si de verdad hay voluntad para salvar el barco antes de que se hunda del todo.
En fin, maes, la situación está color de hormiga. Más allá de lo que digan los números y los empresarios, quiero saber qué piensan ustedes. ¿Sienten que el país está más peligroso que antes? ¿Creen que los turistas ya se la están pensando dos veces para venir o es pura hablada? ¿Esta vara tiene arreglo o ya el “Pura Vida” se nos fue al traste?
La vara es así: el Centro de Estudios del Turismo se mandó a preguntarle a los empresarios del sector qué es lo que más les quita el sueño. Y ¡boom! La mitad de los encuestados puso la inseguridad en el primer lugar de la lista de amenazas. El dólar, esa novela que nos tuvo pegados al techo por meses, quedó en un humilde segundo puesto. Imagínense el nivel del despiche para que la gente esté más preocupada por un bajonazo que por el bolsillo. Un mae de la Cámara de Turismo de San Carlos, Tadeo Morales, lo dijo sin pelos en la lengua: la mala fama ya nos está alcanzando afuera. Cuando los medios internacionales empiezan a decir que aquí se están “perdiendo los valores”, el turista que está planeando sus vacaciones simplemente dice “paso” y se va para otro lado.
Y es que, como país, nos estamos jalando una torta monumental. Por décadas vendimos la imagen del oasis de paz, del jardín de Centroamérica, del famoso “Pura Vida”. Esa frase, que tanto nos llena la boca, no es solo un eslogan de camiseta para gringos; es una promesa. Una promesa de que aquí se puede venir a descansar, a conectar con la naturaleza y a estar tranquilo. Pero esa promesa se rompe con cada noticia de un asalto en un destino turístico, con cada video violento que se vuelve viral. El “Pura Vida” se está convirtiendo en un “pura suerte si no le pasa nada”.
Para terminar de arreglarla, la encuesta revela que la inseguridad no viene sola. Es como el compa necio que llega a la fiesta con todo su grupo de problemáticos. Los empresarios también se quejan del deterioro de la infraestructura (carreteras que parecen un campo de batalla), la informalidad galopante (cualquiera pone un tour sin permisos), la falta de coordinación entre el gobierno y ellos, y hasta la escasez de gente con buen nivel para el brete. Es un cóctel peligrosísimo que amenaza con ahogar a la gallinita de los huevos de oro que por tanto tiempo ha sostenido buena parte de la economía de este país.
Claro, no todo es llorar sobre la leche derramada. Los mismos empresarios propusieron una lista de acciones urgentes, que suena a lo que cualquier persona con dos dedos de frente pediría: garantizar la seguridad en los pueblos turísticos y ponerse creativos para venderle al mundo una imagen renovada y honesta de Costa Rica. El informe dice, con palabras muy finas, que hay “una expectativa positiva respecto a la capacidad de implementar medidas correctivas”. Ojalá. Porque una cosa es tener la receta y otra muy distinta es que el chef se ponga a cocinar. La pregunta del millón es si de verdad hay voluntad para salvar el barco antes de que se hunda del todo.
En fin, maes, la situación está color de hormiga. Más allá de lo que digan los números y los empresarios, quiero saber qué piensan ustedes. ¿Sienten que el país está más peligroso que antes? ¿Creen que los turistas ya se la están pensando dos veces para venir o es pura hablada? ¿Esta vara tiene arreglo o ya el “Pura Vida” se nos fue al traste?