Maes, agárrense porque la vara en Cuesta de Moras está que arde y, como siempre, nos puede terminar salpicando a todos. La bronca del momento tiene nombre y apellido: eurobonos. El presidente Rodrigo Chaves salió con todo, en su estilo característico, a mandarle un filazo “respetuoso pero enérgico” a los diputados. La historia es simple, pero con un fondo que da miedo: o lo dejan ir a buscar plata afuera, o el Gobierno va a tener que empezar a pedir prestado aquí adentro, y ahí es donde la puerca tuerce el rabo para el ciudadano de a pie.
Chaves lo puso con una analogía que hasta mi abuela entendería: nos están diciendo que o vamos a “pescar en el océano” o nos quedamos aquí compitiendo por “el poquito de recursos que existen”. Traducido del politicoñol al tico: si el Gobierno necesita mil millones de dólares y los busca en los bancos de aquí, es como si un elefante se metiera a una piscina de niños. ¿Qué pasa? El agua se sale, y los que estábamos adentro nos quedamos secos. En este caso, “quedarnos secos” significa que las tasas de interés se van para la luna. El crédito para comprar casa, para el carro, para el pequeño empresario que necesita levantar su brete… todo se pone carísimo. Nos “estrujan”, dijo el presi, y la verdad, la palabra suena tan feo como se siente.
Y diay, el panorama no ayuda. Esto de los eurobonos no es el único chunche en la agenda legislativa. Mientras esta vara de vida o muerte económica espera, los señores diputados están enredados en el despiche de las jornadas flexibles, el presupuesto nacional y hasta el fantasma del tren eléctrico. Es el clásico arroz con mango donde lo urgente se pierde entre lo importante y lo popular. Uno se pregunta si de verdad no se dan cuenta del reloj que corre o si es parte del juego político. Porque mientras ellos debaten en su mundo, aquí afuera las pymes y la gente con deudas están cruzando los dedos para que no les suban la cuota del préstamo.
Para que no creamos que esto es solo una vara de números y economistas con corbata, el vice, Alejandro Barrantes, salió a ponerle el rostro humano al asunto. Aclaró que esta plata no es para que el Gobierno se la gaste en lujos, sino para pagar cosas tan básicas como 44 mil becas de Avancemos, 9 mil bonos de vivienda y hasta para construir liceos y delegaciones de policía. “No se vale jugar con el arroz y los frijoles de los costarricenses”, dijo. Y tiene toda la razón. Cuando la discusión llega a si un güila va a poder seguir estudiando o no, la cosa se pone seria y deja de ser un simple gallito de poder entre Zapote y Cuesta de Moras.
Al final, la vara está así: Chaves dice que es urgente, los diputados parecen estar en otras y, en el medio, quedamos todos nosotros viendo a ver si el barco se hunde o si logran tapar el hueco a tiempo. La pregunta del millón es si esta presión de Chaves es la única forma de mover las cosas o si los diputados tienen razones válidas para tomarse su tiempo, aunque el costo de esa pausa lo paguemos todos. No se necesita ser un carga en finanzas para ver que, si esta decisión se sigue pateando, alguien se va a jalar una torta histórica.
Chaves lo puso con una analogía que hasta mi abuela entendería: nos están diciendo que o vamos a “pescar en el océano” o nos quedamos aquí compitiendo por “el poquito de recursos que existen”. Traducido del politicoñol al tico: si el Gobierno necesita mil millones de dólares y los busca en los bancos de aquí, es como si un elefante se metiera a una piscina de niños. ¿Qué pasa? El agua se sale, y los que estábamos adentro nos quedamos secos. En este caso, “quedarnos secos” significa que las tasas de interés se van para la luna. El crédito para comprar casa, para el carro, para el pequeño empresario que necesita levantar su brete… todo se pone carísimo. Nos “estrujan”, dijo el presi, y la verdad, la palabra suena tan feo como se siente.
Y diay, el panorama no ayuda. Esto de los eurobonos no es el único chunche en la agenda legislativa. Mientras esta vara de vida o muerte económica espera, los señores diputados están enredados en el despiche de las jornadas flexibles, el presupuesto nacional y hasta el fantasma del tren eléctrico. Es el clásico arroz con mango donde lo urgente se pierde entre lo importante y lo popular. Uno se pregunta si de verdad no se dan cuenta del reloj que corre o si es parte del juego político. Porque mientras ellos debaten en su mundo, aquí afuera las pymes y la gente con deudas están cruzando los dedos para que no les suban la cuota del préstamo.
Para que no creamos que esto es solo una vara de números y economistas con corbata, el vice, Alejandro Barrantes, salió a ponerle el rostro humano al asunto. Aclaró que esta plata no es para que el Gobierno se la gaste en lujos, sino para pagar cosas tan básicas como 44 mil becas de Avancemos, 9 mil bonos de vivienda y hasta para construir liceos y delegaciones de policía. “No se vale jugar con el arroz y los frijoles de los costarricenses”, dijo. Y tiene toda la razón. Cuando la discusión llega a si un güila va a poder seguir estudiando o no, la cosa se pone seria y deja de ser un simple gallito de poder entre Zapote y Cuesta de Moras.
Al final, la vara está así: Chaves dice que es urgente, los diputados parecen estar en otras y, en el medio, quedamos todos nosotros viendo a ver si el barco se hunde o si logran tapar el hueco a tiempo. La pregunta del millón es si esta presión de Chaves es la única forma de mover las cosas o si los diputados tienen razones válidas para tomarse su tiempo, aunque el costo de esa pausa lo paguemos todos. No se necesita ser un carga en finanzas para ver que, si esta decisión se sigue pateando, alguien se va a jalar una torta histórica.