¡Ay, Dios mío! La cosa está dura, pura tortilla. Resulta que el tema de la extorsión 'gota a gota' sigue royendo profundo en nuestro país, y no precisamente de una manera linda. Según el Ministerio Público, ya vamos por unos 2.018 casos reportados entre 2023 y 2024... pero eso, mae, es solo la punta del iceberg. Muchos, muchos más prefieren callar la boca por miedo, y ahí es donde la cosa se pone realmente preocupante.
Esta maraña criminal se alimenta de la desesperación de la gente. Ya saben cómo es nuestra vida, siempre buscando una varita mágica para salir adelante. Entonces aparece este supuesto ‘solución’ fácil: un préstamo rápido, sin tantas complicaciones. Pero, ¡boom!, ahí te clavan intereses que te dejan temblando, y encima, te empiezan a amenazar si no pagas. Es un círculo vicioso que termina destrozando familias enteras, dejándolas con la soga al cuello.
Mauricio Boraschi, el fiscal adjunto, nos explica clarito: “La premisa de estas organizaciones es que ‘lo que no se paga por las buenas, se paga por las malas’”. ¡Cómo decirlo! Y no se trata solo de regaños o llamadas telefónicas, no señor. Han ido escalando, llegando al punto de amenazas directas contra los deudores, sus familiares, hasta llegar a situaciones violentas que te dan escalofríos. Imagínate que te estén apuntando con un arma frente a tu propia casa... ¡qué sal!
Y lo peor es que usan las redes sociales para sembrar pánico, circulando videos y mensajes que te hacen sentir vulnerable y acorralado. No importa si tienes trabajo, estudios o una familia. Ellos te persiguen, te humillan, te obligan a vivir con el miedo constante de que vayan a hacerle daño a tus seres queridos. Algunos mae dicen que esto es cosa del pasado, pero claro, no viven la realidad que atraviesan muchas familias.
Estos prestamistas informales, disfrazados de salvadores, se aprovechan de nuestra necesidad. Cobran intereses altísimos, alrededor del 20% semanales, ¡y ni hablar si te atrasas! Te rifan el crédito a otras bandas aún peores, que no dudan en aplicar métodos más agresivos para recuperar su dinero. Es como jugar a la ruleta rusa, donde la bala siempre apunta hacia ti y hacia los tuyos. Además, parecen ser financiados con billetes turbios procedentes del negocio de las drogas, ¡menuda combinación!
Según los datos, la mayoría de las víctimas están entre los 35 y 45 años, con niveles educativos bajos, pero no solo afectan a la población de menores recursos. Ahora vemos que también atrapan a personas trabajadoras, que creen poder manejar la deuda y terminan cayendo en garras de estos depredadores financieros. Este brete se ha propagado por todo el país, aunque concentrado en el Gran Área Metropolitana, pero nadie está exento del riesgo.
Afortunadamente, el Congreso aprobó hace poco el delito de extorsión cobratoria, con penas de cárcel que van de cuatro a diez años. Eso es un paso importante, pero todavía hay mucho camino por recorrer. Necesitamos que la Fiscalía trabaje incansablemente para desenmascarar a estas bandas, que la Policía refuerce la seguridad ciudadana y, sobre todo, que la gente esté informada y tome precauciones antes de caer en estas trampas. El Fiscal Boraschi, con toda razón, dice que este modelo de cobro ha sido imitado de organizaciones criminales colombianas... ¡vaya influencia!”,
Entonces, digo yo, ¿qué deberíamos estar haciendo como sociedad para proteger a nuestros vecinos y evitar que más familias sean víctimas de esta lacra? ¿Creen que las penas actuales son suficientes para disuadir a estos criminales o necesitamos medidas más drásticas? Dejen sus opiniones, ¡quiero saber qué piensan sobre este tema tan delicado!
Esta maraña criminal se alimenta de la desesperación de la gente. Ya saben cómo es nuestra vida, siempre buscando una varita mágica para salir adelante. Entonces aparece este supuesto ‘solución’ fácil: un préstamo rápido, sin tantas complicaciones. Pero, ¡boom!, ahí te clavan intereses que te dejan temblando, y encima, te empiezan a amenazar si no pagas. Es un círculo vicioso que termina destrozando familias enteras, dejándolas con la soga al cuello.
Mauricio Boraschi, el fiscal adjunto, nos explica clarito: “La premisa de estas organizaciones es que ‘lo que no se paga por las buenas, se paga por las malas’”. ¡Cómo decirlo! Y no se trata solo de regaños o llamadas telefónicas, no señor. Han ido escalando, llegando al punto de amenazas directas contra los deudores, sus familiares, hasta llegar a situaciones violentas que te dan escalofríos. Imagínate que te estén apuntando con un arma frente a tu propia casa... ¡qué sal!
Y lo peor es que usan las redes sociales para sembrar pánico, circulando videos y mensajes que te hacen sentir vulnerable y acorralado. No importa si tienes trabajo, estudios o una familia. Ellos te persiguen, te humillan, te obligan a vivir con el miedo constante de que vayan a hacerle daño a tus seres queridos. Algunos mae dicen que esto es cosa del pasado, pero claro, no viven la realidad que atraviesan muchas familias.
Estos prestamistas informales, disfrazados de salvadores, se aprovechan de nuestra necesidad. Cobran intereses altísimos, alrededor del 20% semanales, ¡y ni hablar si te atrasas! Te rifan el crédito a otras bandas aún peores, que no dudan en aplicar métodos más agresivos para recuperar su dinero. Es como jugar a la ruleta rusa, donde la bala siempre apunta hacia ti y hacia los tuyos. Además, parecen ser financiados con billetes turbios procedentes del negocio de las drogas, ¡menuda combinación!
Según los datos, la mayoría de las víctimas están entre los 35 y 45 años, con niveles educativos bajos, pero no solo afectan a la población de menores recursos. Ahora vemos que también atrapan a personas trabajadoras, que creen poder manejar la deuda y terminan cayendo en garras de estos depredadores financieros. Este brete se ha propagado por todo el país, aunque concentrado en el Gran Área Metropolitana, pero nadie está exento del riesgo.
Afortunadamente, el Congreso aprobó hace poco el delito de extorsión cobratoria, con penas de cárcel que van de cuatro a diez años. Eso es un paso importante, pero todavía hay mucho camino por recorrer. Necesitamos que la Fiscalía trabaje incansablemente para desenmascarar a estas bandas, que la Policía refuerce la seguridad ciudadana y, sobre todo, que la gente esté informada y tome precauciones antes de caer en estas trampas. El Fiscal Boraschi, con toda razón, dice que este modelo de cobro ha sido imitado de organizaciones criminales colombianas... ¡vaya influencia!”,
Entonces, digo yo, ¿qué deberíamos estar haciendo como sociedad para proteger a nuestros vecinos y evitar que más familias sean víctimas de esta lacra? ¿Creen que las penas actuales son suficientes para disuadir a estos criminales o necesitamos medidas más drásticas? Dejen sus opiniones, ¡quiero saber qué piensan sobre este tema tan delicado!