¡Ay, Dios mío! Aquí vamos de nuevo con el tema de las extradicciones. Resulta que el director del OIJ, Randall Zúñiga, nos soltó la bomba de que estos procesos podrían durar ¡hasta un año y medio! Uno se queda pensando, ¿en serio? Parece que estamos atrapados en un brete burocrático interminable.
Para ponerle pausa a la cosa, Zúñiga nos recordó que Costa Rica ya tiene experiencia con esto, con extranjeros agarrados acá y pedidos por otros países. Hay casos que se fueron pa’ arriba en casi 18 meses, así que imagínate la bronca. Ahora, con la reforma constitucional que aprobaron en mayo, tenemos seis casos en la mira: cuatro para gringos, uno para italianos y el más reciente, ese del pana de Golfito, también pedían por Panamá.
Según el jerarca, aunque uno quiere que las cosas vayan más rápido, hay unos mecanismos internacionales que hay que respetar, y acá en Costa Rica, pues se toman su tiempo. Nos puso el ejemplo del caso de Shock, el nica nacionalizado que agarraron en Londres, acusado de mandar cocaína desde Limón. Esa vara andaba complicada, entre el Reino Unido y Estados Unidos, y todavía no se concreta nada. Ya ven qué rollo, un problema internacional y nosotros aquí esperando.
Zúñiga nos explicó paso a paso cómo funciona el proceso. Tiene sus garantías, claro, porque ni loco podemos condenar a nadie a cadena perpetua o pena de muerte en los países que los piden. Además, tienen derecho a defenderse, ¡obvio! Si quieren irse voluntariosamente, la cosa avanza más rápido, en unos cuatro mese. Pero si se echan atrás, prepárense porque se va a alargar, ¡qué torta!
Y ahí viene lo interesante: antes de que el juez haga cualquier movimiento, tiene que chequear si toda la información que manda el país que pide la extradición está bien ajustada a nuestras leyes, y que no haya tratos crueles involucrados. Luego, los abogados defienden a su cliente como fieras, y al final, el juez decide si la extradición es factible o no. Lo peor es que, si los abogados apelan, ¡la vaina se va a segundo apelación! Así nunca terminamos, diay…
Precisamente hablando de casos que dieron mucho de qué hablar, tenemos al exministro Celso Gamboa, ese mae anda metido en un lío bastante grande, ya saben, requerido por Estados Unidos. También anda preso Pecho de Rata, ambos aguardando que se concrete todo el papeleo. Con la aprobación de la reforma, la gente empieza a pedir que incluyan más delitos, como homicidios, para poder mandar a los culpables a otros países. Pero la Sala Constitucional ya rechazó algunos recursos, así que la vaina está complicada.
Lo más reciente es el caso del pana de Golfito, José Villalobos López, que agarraron en 2016 en aguas panameñas con 500 pacas de cocaína. Ahora estará a disposición de las autoridades judiciales, que tendrán que analizar toda la documentación que manden desde Panamá para decidir si lo envían o no. ¡Imagínense la cantidad de papeles que deben estar tramitando! El OIJ asegura que podría haber más países pidiendo extradiciones, así que abróchense los cinturones, porque esto apenas empieza.
Con tantos casos, y con los trámites tan lentos, me pregunto: ¿No deberíamos replantearnos el sistema legal para acelerar estos procesos de extradición y darle más seguridad a nuestros ciudadanos, o simplemente estamos entregando a nuestra gente a otros países sin tener control sobre lo que les pase?
Para ponerle pausa a la cosa, Zúñiga nos recordó que Costa Rica ya tiene experiencia con esto, con extranjeros agarrados acá y pedidos por otros países. Hay casos que se fueron pa’ arriba en casi 18 meses, así que imagínate la bronca. Ahora, con la reforma constitucional que aprobaron en mayo, tenemos seis casos en la mira: cuatro para gringos, uno para italianos y el más reciente, ese del pana de Golfito, también pedían por Panamá.
Según el jerarca, aunque uno quiere que las cosas vayan más rápido, hay unos mecanismos internacionales que hay que respetar, y acá en Costa Rica, pues se toman su tiempo. Nos puso el ejemplo del caso de Shock, el nica nacionalizado que agarraron en Londres, acusado de mandar cocaína desde Limón. Esa vara andaba complicada, entre el Reino Unido y Estados Unidos, y todavía no se concreta nada. Ya ven qué rollo, un problema internacional y nosotros aquí esperando.
Zúñiga nos explicó paso a paso cómo funciona el proceso. Tiene sus garantías, claro, porque ni loco podemos condenar a nadie a cadena perpetua o pena de muerte en los países que los piden. Además, tienen derecho a defenderse, ¡obvio! Si quieren irse voluntariosamente, la cosa avanza más rápido, en unos cuatro mese. Pero si se echan atrás, prepárense porque se va a alargar, ¡qué torta!
Y ahí viene lo interesante: antes de que el juez haga cualquier movimiento, tiene que chequear si toda la información que manda el país que pide la extradición está bien ajustada a nuestras leyes, y que no haya tratos crueles involucrados. Luego, los abogados defienden a su cliente como fieras, y al final, el juez decide si la extradición es factible o no. Lo peor es que, si los abogados apelan, ¡la vaina se va a segundo apelación! Así nunca terminamos, diay…
Precisamente hablando de casos que dieron mucho de qué hablar, tenemos al exministro Celso Gamboa, ese mae anda metido en un lío bastante grande, ya saben, requerido por Estados Unidos. También anda preso Pecho de Rata, ambos aguardando que se concrete todo el papeleo. Con la aprobación de la reforma, la gente empieza a pedir que incluyan más delitos, como homicidios, para poder mandar a los culpables a otros países. Pero la Sala Constitucional ya rechazó algunos recursos, así que la vaina está complicada.
Lo más reciente es el caso del pana de Golfito, José Villalobos López, que agarraron en 2016 en aguas panameñas con 500 pacas de cocaína. Ahora estará a disposición de las autoridades judiciales, que tendrán que analizar toda la documentación que manden desde Panamá para decidir si lo envían o no. ¡Imagínense la cantidad de papeles que deben estar tramitando! El OIJ asegura que podría haber más países pidiendo extradiciones, así que abróchense los cinturones, porque esto apenas empieza.
Con tantos casos, y con los trámites tan lentos, me pregunto: ¿No deberíamos replantearnos el sistema legal para acelerar estos procesos de extradición y darle más seguridad a nuestros ciudadanos, o simplemente estamos entregando a nuestra gente a otros países sin tener control sobre lo que les pase?