¡Ay, Dios mío, qué despiche! Resulta que agarraron a un vato extranjero en Escazú usando a un nene pa' pedir limosna. La Policía Municipal lo pilló in fraganti, aprovechándose de la buena gente pa' llenar los bolsillos. Parece sacado de una novela, pero aquí lo tenemos, pasando en nuestro propio país.
Según nos cuentan desde la Muni, el tipo, que dice ser venezolano y andar de paso por acá, estaba poniendo al chamaco, de unos siete añitos, en medio de la calle, justo donde pasan los carros y la gente. Tenía hasta un rótulo hecho con cariño, decía ‘Ayúdame a darle de comer a mis hijos’, pero la vaina resultó ser un truco, un brete bien inventao'. Descubrieron que el niño no era ni siquiera su hijo, sino que lo había rentado para hacer llorar el corazón de los conductores y turistas.
Esto ya se ha convertido en una moda triste, un problema que va creciendo como la hiedra. La Policía Municipal nos avisa que han visto más seguido a estos tipos, extranjeros en situación irregular, intentando sacar provecho de la bondad de los costarricenses. Y lo peor es que ponen en peligro a los niños, que terminan expuestos a situaciones muy chungas, tanto físicas como emocionales. Es una vara que nos hace reflexionar, ¿hasta dónde llegará la desesperación de algunos?
Cuando los oficiales lo detuvieron, el nene, al ver caras amigables, empezó a contar cosas, a hablar de unos “juegos” que le hacían sentir raro. Eso prendió todas las alarmas entre los policías, y decidieron investigar a fondo el caso. Imagínate, el pobre chamaco contando cositas que nadie debería saber.
Después de buscar por todos lados a los papás o a alguien responsable del niño, nadie apareció. Ni rastro de ellos. Entonces, directamente lo pasaron al Patronato Nacional de la Infancia (PANI), para que le dieran la protección que necesita. Esperemos que ahí encuentre un lugar seguro y tranquilo, lejos de cualquier intencionalidad dañina.
El vato, por su parte, ya está a disposición del Ministerio Público y encarcelao, esperando que le caiga toda la ley encima. Se enfrenta a cargos serios, y con razón. No es cierto que se pueda aprovechar de los más indefensos para ganar unas cuantas monedas. Esto demuestra lo importante que es estar atentos a estas situaciones y denunciarlas si vemos algo sospechoso, ¿no?
Esta historia nos deja varias preguntas en el aire. ¿Cómo llegó este tipo a Costa Rica? ¿Cuántos otros niños podrían estar sufriendo esta misma situación sin que nosotros lo sepamos? Y lo más importante: ¿qué podemos hacer nosotros, como sociedad, para proteger a nuestros niños y evitar que sean víctimas de este tipo de abusos? Un brete complicado, vamos a decir.
Me pregunto, ¿cree usted que deberíamos endurecer las leyes contra quienes explotan a menores para fines lucrativos, o considera que la solución pasa por fortalecer los programas sociales para ayudar a las familias vulnerables? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, porque esto requiere de una conversación abierta y sincera!
Según nos cuentan desde la Muni, el tipo, que dice ser venezolano y andar de paso por acá, estaba poniendo al chamaco, de unos siete añitos, en medio de la calle, justo donde pasan los carros y la gente. Tenía hasta un rótulo hecho con cariño, decía ‘Ayúdame a darle de comer a mis hijos’, pero la vaina resultó ser un truco, un brete bien inventao'. Descubrieron que el niño no era ni siquiera su hijo, sino que lo había rentado para hacer llorar el corazón de los conductores y turistas.
Esto ya se ha convertido en una moda triste, un problema que va creciendo como la hiedra. La Policía Municipal nos avisa que han visto más seguido a estos tipos, extranjeros en situación irregular, intentando sacar provecho de la bondad de los costarricenses. Y lo peor es que ponen en peligro a los niños, que terminan expuestos a situaciones muy chungas, tanto físicas como emocionales. Es una vara que nos hace reflexionar, ¿hasta dónde llegará la desesperación de algunos?
Cuando los oficiales lo detuvieron, el nene, al ver caras amigables, empezó a contar cosas, a hablar de unos “juegos” que le hacían sentir raro. Eso prendió todas las alarmas entre los policías, y decidieron investigar a fondo el caso. Imagínate, el pobre chamaco contando cositas que nadie debería saber.
Después de buscar por todos lados a los papás o a alguien responsable del niño, nadie apareció. Ni rastro de ellos. Entonces, directamente lo pasaron al Patronato Nacional de la Infancia (PANI), para que le dieran la protección que necesita. Esperemos que ahí encuentre un lugar seguro y tranquilo, lejos de cualquier intencionalidad dañina.
El vato, por su parte, ya está a disposición del Ministerio Público y encarcelao, esperando que le caiga toda la ley encima. Se enfrenta a cargos serios, y con razón. No es cierto que se pueda aprovechar de los más indefensos para ganar unas cuantas monedas. Esto demuestra lo importante que es estar atentos a estas situaciones y denunciarlas si vemos algo sospechoso, ¿no?
Esta historia nos deja varias preguntas en el aire. ¿Cómo llegó este tipo a Costa Rica? ¿Cuántos otros niños podrían estar sufriendo esta misma situación sin que nosotros lo sepamos? Y lo más importante: ¿qué podemos hacer nosotros, como sociedad, para proteger a nuestros niños y evitar que sean víctimas de este tipo de abusos? Un brete complicado, vamos a decir.
Me pregunto, ¿cree usted que deberíamos endurecer las leyes contra quienes explotan a menores para fines lucrativos, o considera que la solución pasa por fortalecer los programas sociales para ayudar a las familias vulnerables? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, porque esto requiere de una conversación abierta y sincera!
