Maes, agárrense porque la cosa se puso seria. Si ustedes, como yo, tienen una PYME, son freelancers o simplemente le facturan a alguien, seguro ya les llegó el correo o el compa del contador les mandó un audio de pánico. Desde ya, Hacienda nos soltó el despiche de la factura electrónica versión 4.4, y no es un cambiecito de look, es una reforma total. Hablamos de más de 146 cambios que nos caen encima a más de 450,000 contribuyentes. La vara es que esto no es opcional y, si uno no se pone las pilas, las facturas rebotadas y las multas van a empezar a llover. ¡Qué torta! Esto es el equivalente tributario a que le cambien las reglas del fútbol en medio partido.
Diay, ¿y todo este enredo para qué? La respuesta tiene un nombre que suena a película de ciencia ficción: TRIBU-CR. Este es el nuevo sistema con el que Hacienda va a poder ver hasta el alma de nuestros negocios. La versión 4.4 es, básicamente, la llave que le abre todas las puertas. Antes, el sistema era más rudimentario, pero ahora, con esta actualización, la trazabilidad de cada colón que entra y sale va a ser total. Esto significa que el margen para el error se fue al traste. Antes uno podía tener un descuido, un olvido, pero ahora, con este chunche, jalarse una torta va a salir mucho más caro porque todo va a estar conectado y cruzado de forma automática. Se acabó el juego, el Gran Hermano de la contabilidad tica ya está aquí y nos está viendo a todos.
Hablemos de los cambios que más nos van a doler el bolsillo y la cabeza. El primero es un clásico para los que trabajamos con herramientas digitales: las compras en el exterior. ¿Paga por licencias de software como Adobe o Zoom? ¿Compra tiquetes de avión en una aerolínea gringa? ¿Contrata a un consultor de afuera? Salado. Ahora tiene que emitir usted mismo una "factura electrónica de compra" y aplicarle el IVA con una maroma contable llamada "inversión del sujeto pasivo". En español simple: si paga $100 por una licencia, ahora tiene que hacer un registro doble de $13 de IVA, uno como pagado y otro como cobrado. Es un despiche administrativo que, si no se hace bien, convierte ese IVA en un costo directo para su empresa. Y ni hablemos del SINPE Móvil; se acabó la fiesta del "págueme por SINPE para que quede por fuera". Ahora cada pago con SINPE tiene que ir detallado en la factura, lo que le va a permitir a Hacienda cruzar datos y pescar al que ande subfacturando.
Pero para ser justos, no todo es malo. Hay una pequeña luz al final del túnel para los que sufren con el flujo de caja: el famoso Recibo Electrónico de Pago (REP). Si usted es de los que le vende a crédito al Estado o a otras empresas y le pagan a 30, 60 o 90 días, esta vara es para usted. Con el REP, usted solo traslada el IVA a Hacienda cuando efectivamente le pagan la plata, y no cuando emite la factura. ¡Un respiro enorme! Pero justo cuando uno se alegra, le meten otra traba: los descuentos ahora llevan códigos obligatorios. Se acabó el texto libre de "descuento por buena gente" o "rebajo por compas". Ahora hay que usar un código específico para todo: regalía, bonificación, temporada, etc. Es más orden para Hacienda y un dolor de cabeza más para nosotros, que perdemos flexibilidad y ganamos en burocracia.
En resumen, la vara es que no hay quite. Esta actualización es un monstruo que viene con dientes afilados y tenemos que aprender a domarlo sí o sí. Ya no se puede patear la bola para adelante. Como dijo un experto por ahí, esto es una oportunidad para "ordenar la gestión tributaria", que es la forma elegante de decir que o nos volvemos contadores expertos de la noche a la mañana o contratamos a alguien que lo sea. La curva de aprendizaje va a ser ruda, y los primeros meses van a ser un campo minado de facturas rechazadas y llamadas estresantes. La confianza con los clientes y proveedores está en juego, y ni qué decir de nuestra paz mental.
Y ustedes, maes, ¿cómo van con este despiche? ¿Ya actualizaron sus sistemas o andan corriendo? ¿Cuál es el cambio que más les está quitando el sueño?
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