¡Ay, Dios mío! Qué despiche, má! Resulta que toda esa movilización de la Cruz Roja para buscar a una señora perdida en el Volcán Turrialba fue pa’ ningún lao’. Más de 15 cruzrojistas, seis vehículos, ambulancias, equipos de rescate… todo por una alerta que resultó ser un chamaco jugando a asustar al mundo. ¿Se imaginan el brete que le cayó a la gente?
Todo empezó este sábado en la madrugada, cuando llegó la llamada al 9-1-1 reportando que una mujer de 42 años había caído dentro del Parque Nacional Volcán Turrialba. Según el reporte, la pobre estaría herida y necesitada de ayuda urgente. Inmediatamente, la Cruz Roja activó el protocolo correspondiente, movilizando a sus mejores hombres y mujeres para rescatarla.
Y ahí se armó la chincha, mae. Por más de diez horas, equipos de rescate peinaron cada rincón del parque, luchando contra terrenos difíciles, la neblina y el frío. Coordinaron esfuerzos con la Fuerza Pública y con el SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación), porque la cosa parecía seria. La verdad, qué harta tensión debió haber, pensando en la posibilidad de encontrar a alguien lastimado en medio de ese territorio salvaje.
Según Giovanny Maroto, el coordinador operativo regional de la Cruz Roja, cuando finalmente lograron concluir el operativo, la cruda realidad golpeó: era una falsa alarma. “Mediante la línea de emergencias 9-1-1 se nos alertó sobre una mujer que habría sufrido una caída dentro del parque. Se realizó un operativo extenso durante más de 10 horas y se determinó que era una falsa alarma. Por eso instamos a la población a utilizar correctamente las líneas de emergencia,” declaró Maroto, visiblemente frustrado. ¡Qué torta!
Este tipo de situaciones no solo representan una pérdida considerable de tiempo y recursos económicos para la Cruz Roja – ¡imagínese todo el combustible quemado y las horas de trabajo perdidas! –, sino que también comprometen la capacidad de respuesta ante emergencias reales. Cuando se gasta tiempo en falsas alarmas, se reduce la disponibilidad de personal y equipos para atender casos urgentes donde realmente se necesita ayuda.
Muchos se preguntan cómo pudo pasar esto. ¿Fue un chiste de mal gusto? ¿Una confusión genuina? Lo cierto es que la irresponsabilidad de quien hizo la denuncia tuvo consecuencias tangibles y puso en riesgo la eficiencia de la Cruz Roja. Diay, parece que algunos no entienden la gravedad de hacer acusaciones falsas a través del 9-1-1.
Esta no es la primera vez que ocurre algo así en Costa Rica, y aunque la Cruz Roja ha insistido reiteradamente en la importancia de utilizar las líneas de emergencia únicamente para situaciones verdaderamente graves, parece que algunos todavía no han tomado el mensaje. Hay que darle duro a la conciencia de la gente, porque esto ya va saliendo de quicio. Un poco más de responsabilidad, porfa.
Ahora bien, ¿qué opinan ustedes, mis queridos foreros? Con tanta falsa alarma, ¿debería endurecerse la legislación para sancionar a quienes hagan denuncias falsas al 9-1-1, o creen que simplemente se trata de educar más a la población sobre el uso adecuado de este servicio vital? ¿Ustedes alguna vez han sido testigos de alguna falsa alarma similar y cuál fue su reacción?
Todo empezó este sábado en la madrugada, cuando llegó la llamada al 9-1-1 reportando que una mujer de 42 años había caído dentro del Parque Nacional Volcán Turrialba. Según el reporte, la pobre estaría herida y necesitada de ayuda urgente. Inmediatamente, la Cruz Roja activó el protocolo correspondiente, movilizando a sus mejores hombres y mujeres para rescatarla.
Y ahí se armó la chincha, mae. Por más de diez horas, equipos de rescate peinaron cada rincón del parque, luchando contra terrenos difíciles, la neblina y el frío. Coordinaron esfuerzos con la Fuerza Pública y con el SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación), porque la cosa parecía seria. La verdad, qué harta tensión debió haber, pensando en la posibilidad de encontrar a alguien lastimado en medio de ese territorio salvaje.
Según Giovanny Maroto, el coordinador operativo regional de la Cruz Roja, cuando finalmente lograron concluir el operativo, la cruda realidad golpeó: era una falsa alarma. “Mediante la línea de emergencias 9-1-1 se nos alertó sobre una mujer que habría sufrido una caída dentro del parque. Se realizó un operativo extenso durante más de 10 horas y se determinó que era una falsa alarma. Por eso instamos a la población a utilizar correctamente las líneas de emergencia,” declaró Maroto, visiblemente frustrado. ¡Qué torta!
Este tipo de situaciones no solo representan una pérdida considerable de tiempo y recursos económicos para la Cruz Roja – ¡imagínese todo el combustible quemado y las horas de trabajo perdidas! –, sino que también comprometen la capacidad de respuesta ante emergencias reales. Cuando se gasta tiempo en falsas alarmas, se reduce la disponibilidad de personal y equipos para atender casos urgentes donde realmente se necesita ayuda.
Muchos se preguntan cómo pudo pasar esto. ¿Fue un chiste de mal gusto? ¿Una confusión genuina? Lo cierto es que la irresponsabilidad de quien hizo la denuncia tuvo consecuencias tangibles y puso en riesgo la eficiencia de la Cruz Roja. Diay, parece que algunos no entienden la gravedad de hacer acusaciones falsas a través del 9-1-1.
Esta no es la primera vez que ocurre algo así en Costa Rica, y aunque la Cruz Roja ha insistido reiteradamente en la importancia de utilizar las líneas de emergencia únicamente para situaciones verdaderamente graves, parece que algunos todavía no han tomado el mensaje. Hay que darle duro a la conciencia de la gente, porque esto ya va saliendo de quicio. Un poco más de responsabilidad, porfa.
Ahora bien, ¿qué opinan ustedes, mis queridos foreros? Con tanta falsa alarma, ¿debería endurecerse la legislación para sancionar a quienes hagan denuncias falsas al 9-1-1, o creen que simplemente se trata de educar más a la población sobre el uso adecuado de este servicio vital? ¿Ustedes alguna vez han sido testigos de alguna falsa alarma similar y cuál fue su reacción?