Uy, uy, uy… parece que el Festival de la Luz se le anda complicando la cosa. A unos días de que empiece el Pasacalles, la tradicional actividad que abre boca al desfile navideño, otra banda se bajó del carro, poniendo en riesgo toda la previa del evento. Y pa’ remate, el ambiente se puso más tenso que gallo en corral.
Esta vez fue la Banda de Sarchí, conocida mundialmente por su talento y colorido, quien dio el golpe certero. Se sumaron a la Banda de San Carlos, que ya había anunciado su retiro el fin de semana pasado, alegando que las condiciones impuestas por la Municipalidad de San José no eran precisamente las mejores. Vamos, que no les cuadraba el negocio, mae.
Pero, ¿cuál es el problema? Parece que el asunto central gira alrededor de un límite impuesto a la cantidad de integrantes por banda. La Municipalidad estableció un tope de 120 personas, mientras que algunas agrupaciones, incluyendo a Sarchí, superan con creces esa cifra. Imagínate tener que dejar atrás a casi medio centenar de músicos y bastoneras… ¡Un brete!
Según el comunicado oficial de la Banda de Sarchí, recibir tan repentina restricción después de haber sido seleccionadas para participar fue un jarro de agua fría. Afirman que reducir su elenco significaría una reingeniería completa de sus coreografías, un ajuste complicado de su repertorio y meses de ardua preparación tirados a perder. Además, dejaron caer que había otros aspectos del evento que también les causaron ciertas inquietudes, aunque no entraron en detalles.
En el ambiente bandístico se rumorea que el tiempo asignado para tocar, los espacios designados y algunos requisitos operacionales podrían estar detrás de la desazón. Ya saben cómo son estos temas, siempre hay un tira y afloja. Muchos se preguntan si esto refleja una falta de entendimiento por parte de la Municipalidad sobre las necesidades específicas de las bandas, que son organizaciones complejas y coordinadas.
Y no es para menos, ¿eh? Para nosotros los ticos, las bandas son mucho más que simples grupos musicales. Son patrimonio cultural, expresiones artísticas arraigadas en nuestras tradiciones y, a menudo, una fuente importante de ingresos para muchas familias. Por eso, cualquier cambio drástico en las condiciones de participación puede generar rechazo y afectar seriamente su viabilidad económica.
La Municipalidad, por supuesto, salió a defender su posición argumentando que las reglas son para todos y que están diseñadas para garantizar la seguridad y el buen funcionamiento del festival. Insisten en que el volumen de público que atrae el Festival de la Luz requiere medidas estrictas para mantener el orden y prevenir incidentes. Pero, ¿será suficiente con eso para calmar a las bandas y evitar que haya más renuncias?
Con varias agrupaciones reevaluando su participación, la Municipalidad se enfrenta ahora al desafío de salvar el Pasacalles del Festival de la Luz. El futuro del evento pende de un hilo, y queda abierta la interrogante: ¿Será posible encontrar una solución que satisfaga tanto a la administración pública como a las bandas, o este año nos espera un Pasacalles más apagado y controversial de lo esperado? ¿Creen ustedes que la Municipalidad debería replantearse sus condiciones, o las bandas deberían adaptarse a las normas existentes?
Esta vez fue la Banda de Sarchí, conocida mundialmente por su talento y colorido, quien dio el golpe certero. Se sumaron a la Banda de San Carlos, que ya había anunciado su retiro el fin de semana pasado, alegando que las condiciones impuestas por la Municipalidad de San José no eran precisamente las mejores. Vamos, que no les cuadraba el negocio, mae.
Pero, ¿cuál es el problema? Parece que el asunto central gira alrededor de un límite impuesto a la cantidad de integrantes por banda. La Municipalidad estableció un tope de 120 personas, mientras que algunas agrupaciones, incluyendo a Sarchí, superan con creces esa cifra. Imagínate tener que dejar atrás a casi medio centenar de músicos y bastoneras… ¡Un brete!
Según el comunicado oficial de la Banda de Sarchí, recibir tan repentina restricción después de haber sido seleccionadas para participar fue un jarro de agua fría. Afirman que reducir su elenco significaría una reingeniería completa de sus coreografías, un ajuste complicado de su repertorio y meses de ardua preparación tirados a perder. Además, dejaron caer que había otros aspectos del evento que también les causaron ciertas inquietudes, aunque no entraron en detalles.
En el ambiente bandístico se rumorea que el tiempo asignado para tocar, los espacios designados y algunos requisitos operacionales podrían estar detrás de la desazón. Ya saben cómo son estos temas, siempre hay un tira y afloja. Muchos se preguntan si esto refleja una falta de entendimiento por parte de la Municipalidad sobre las necesidades específicas de las bandas, que son organizaciones complejas y coordinadas.
Y no es para menos, ¿eh? Para nosotros los ticos, las bandas son mucho más que simples grupos musicales. Son patrimonio cultural, expresiones artísticas arraigadas en nuestras tradiciones y, a menudo, una fuente importante de ingresos para muchas familias. Por eso, cualquier cambio drástico en las condiciones de participación puede generar rechazo y afectar seriamente su viabilidad económica.
La Municipalidad, por supuesto, salió a defender su posición argumentando que las reglas son para todos y que están diseñadas para garantizar la seguridad y el buen funcionamiento del festival. Insisten en que el volumen de público que atrae el Festival de la Luz requiere medidas estrictas para mantener el orden y prevenir incidentes. Pero, ¿será suficiente con eso para calmar a las bandas y evitar que haya más renuncias?
Con varias agrupaciones reevaluando su participación, la Municipalidad se enfrenta ahora al desafío de salvar el Pasacalles del Festival de la Luz. El futuro del evento pende de un hilo, y queda abierta la interrogante: ¿Será posible encontrar una solución que satisfaga tanto a la administración pública como a las bandas, o este año nos espera un Pasacalles más apagado y controversial de lo esperado? ¿Creen ustedes que la Municipalidad debería replantearse sus condiciones, o las bandas deberían adaptarse a las normas existentes?