¡Ay, Dios mío! Ya estamos casi terminando el año y parece que entre luces navideñas y pólvora, se nos olvidó una realidad bien amarga: la violencia intrafamiliar ha ido escalando como pura agua. No es ningún secreto que las fiestas traen alegría, pero también pueden traer a la luz problemas que estaban escondidos bajo alfombras.
Según los números del Ministerio de Salud, la cosa está más que fregona. Entre 2021 y 2024, los casos de violencia en el hogar saltaron de 9.406 a unos alarmantes 23.046. ¡Eso significa un aumento del 145%! Uno se queda pensando, ¿dónde quedó el espíritu navideño de paz y amor?
Y no piensen que es solo porque convivimos más tiempo, aunque eso juega un papel importante, diay. La verdad es que factores como el estrés por plata, el alcohol que entra en juego y la falta de lugares seguros donde buscar ayuda hacen que la situación sea aún peor. Mariángel Sánchez, representante del Colegio de Trabajadores Sociales, nos puso las cosas claras: “Este periodo puede significar más tiempo con el agresor, menos opciones para protegerse y dificultades para pedir ayuda”.
Lo que más preocupa es que las mujeres siguen siendo las más afectadas, representando casi el 70% de los casos. Pero los niños, los adolescentes y hasta los abuelitos también están sufriendo. Imaginen a un niño pequeño presenciando escenas de violencia o a un adulto mayor siendo abandonado o maltratado. ¡Me da un vuelco el corazón!
Ahora, no todo el mundo está igual. Las personas con discapacidad, los migrantes y aquellos que conviven con alguna enfermedad crónica tienen aún más dificultades para escapar de estas situaciones. Se sienten atrapados, aislados y con pocas herramientas para denunciar o buscar apoyo. Esta es una vara que duele mucho, mándale fe.
Es importante aclarar que las fiestas no causan la violencia, pero sí la visibilizan y la intensifican. La presión social, las expectativas familiares y la falta de recursos pueden crear un caldo de cultivo perfecto para que las tensiones estallen. Necesitamos romper ese círculo vicioso, pero ¿cómo?
El Colegio de Trabajadores Sociales está haciendo un llamado urgente a todos los actores sociales. Desde el gobierno hasta nosotros, los ciudadanos, debemos unirnos para combatir esta lacra. Fortalecer las políticas públicas, hacer campañas de concientización y mejorar la coordinación entre hospitales, municipalidades, la policía, PANI, INAMU y la Caja son pasos fundamentales. ¡No podemos seguir tapándonos los ojos ante esta realidad!
En fin, la violencia intrafamiliar no es un problema privado, es un asunto de salud pública que nos compete a todos. Tenemos que dejar de normalizarla y empezar a actuar. ¿Ustedes creen que realmente estamos dispuestos a cambiar la cultura machista que permite que esto siga sucediendo o seguimos esperando a que alguien más solucione el problema? ¿Qué acciones concretas podemos tomar desde nuestros hogares y comunidades para prevenir y erradicar la violencia intrafamiliar?
Según los números del Ministerio de Salud, la cosa está más que fregona. Entre 2021 y 2024, los casos de violencia en el hogar saltaron de 9.406 a unos alarmantes 23.046. ¡Eso significa un aumento del 145%! Uno se queda pensando, ¿dónde quedó el espíritu navideño de paz y amor?
Y no piensen que es solo porque convivimos más tiempo, aunque eso juega un papel importante, diay. La verdad es que factores como el estrés por plata, el alcohol que entra en juego y la falta de lugares seguros donde buscar ayuda hacen que la situación sea aún peor. Mariángel Sánchez, representante del Colegio de Trabajadores Sociales, nos puso las cosas claras: “Este periodo puede significar más tiempo con el agresor, menos opciones para protegerse y dificultades para pedir ayuda”.
Lo que más preocupa es que las mujeres siguen siendo las más afectadas, representando casi el 70% de los casos. Pero los niños, los adolescentes y hasta los abuelitos también están sufriendo. Imaginen a un niño pequeño presenciando escenas de violencia o a un adulto mayor siendo abandonado o maltratado. ¡Me da un vuelco el corazón!
Ahora, no todo el mundo está igual. Las personas con discapacidad, los migrantes y aquellos que conviven con alguna enfermedad crónica tienen aún más dificultades para escapar de estas situaciones. Se sienten atrapados, aislados y con pocas herramientas para denunciar o buscar apoyo. Esta es una vara que duele mucho, mándale fe.
Es importante aclarar que las fiestas no causan la violencia, pero sí la visibilizan y la intensifican. La presión social, las expectativas familiares y la falta de recursos pueden crear un caldo de cultivo perfecto para que las tensiones estallen. Necesitamos romper ese círculo vicioso, pero ¿cómo?
El Colegio de Trabajadores Sociales está haciendo un llamado urgente a todos los actores sociales. Desde el gobierno hasta nosotros, los ciudadanos, debemos unirnos para combatir esta lacra. Fortalecer las políticas públicas, hacer campañas de concientización y mejorar la coordinación entre hospitales, municipalidades, la policía, PANI, INAMU y la Caja son pasos fundamentales. ¡No podemos seguir tapándonos los ojos ante esta realidad!
En fin, la violencia intrafamiliar no es un problema privado, es un asunto de salud pública que nos compete a todos. Tenemos que dejar de normalizarla y empezar a actuar. ¿Ustedes creen que realmente estamos dispuestos a cambiar la cultura machista que permite que esto siga sucediendo o seguimos esperando a que alguien más solucione el problema? ¿Qué acciones concretas podemos tomar desde nuestros hogares y comunidades para prevenir y erradicar la violencia intrafamiliar?
