¡Ay, mi clave! Resulta que la jefa del Pueblo Soberano, Laura Fernández, anda contenta porque los números le favorecen, según el último estudio del CIEP. Un 30%, dicen, ¡qué nivel! Pero ella, bien experta en la política de este país, nos quiere poner los pies en la tierra: 'No se confíen, muchachos'. Como diríamos nosotros, todavía hay mucho brete por delante.
Y es que, como todos sabemos, la política nacional es un jueguito impredecible. Vimos a muchos candidatos llegar creyendo que tenían el partido ganado y terminaron comiéndose el pastel vacío. Por eso, Fernández, con su labia de cajuela, recordó a sus seguidores –y a los indecisos– que la cosa no está definida todavía. “Esto es como un partido de fútbol, gente. Hay que jugar los 90 minutos, porque hasta que el árbitro no pita, el partido no termina”. Pura verdad, diay.
El respaldo del CIEP, que muchos consideran el “estándar de oro” de las encuestas acá, le da oxígeno a la campaña oficialista. Pero también les pone presión, porque ahora todos esperan ver cómo aprovechan esta ventaja. Fernández ya sacó sus armas secretas: la Marina de Limón, con su historia y su identidad, y el Ciudad Gobierno, ese chunche que prometen que va a modernizar la administración pública. Esperemos que no se vayan al traste estos proyectos, porque la gente necesita resultados.
Pero ojo, porque detrás de esta celebración silenciosa se esconde una estrategia más profunda. Fernández no solo busca ganar la presidencia, sino asegurar una ‘aplanadora legislativa’, como ella dice. Quiere una mayoría en la Asamblea para poder impulsar toda su agenda, desde la eliminación de las pensiones de lujo (ese tema que nadie quiere tocar) hasta la implementación de esos megaproyectos de infraestructura. Imaginen el quilombo si no logran el apoyo suficiente… ¡Qué torta sería!
La continuidad del ‘buen gobierno’ es la consigna. Apuestan todo a que la gente siga viendo positivo el trabajo del presidente Chaves, a pesar de todas las controversias. El núcleo duro del chavismo, aparentemente, se ha trasladado a la figura de Fernández. Eso sí, todavía queda un 10% de votantes que necesitan convencer. Ahí está la clave, mae. Ese 10% puede significar la diferencia entre ir a una segunda vuelta, donde cualquier cosa puede pasar, o coronarse como presidenta desde el primer día.
Sin embargo, la competencia no se queda quieta. Ya empiezan a salir movimientos legales que podrían cambiar el panorama electoral, como ese bombazo en Liberia relacionado con un jugador joven. Las medias vueltas y los juegos de mesa son parte del ajedrez político, y hay que estar atentos a cada movimiento. Porque en Costa Rica, la sorpresa siempre está a la vuelta de la esquina. Y créanme, algunos actores políticos están dispuestos a jalársela una torta para conseguir lo que quieren.
Y hablando de sorpresas, no olvidemos la seguridad de las elecciones. Con casi cuatro millones de boletas en juego, las autoridades han puesto en marcha la ‘operación de seguridad extrema’. Buscan blindar el voto de los ticos y evitar cualquier tipo de fraude. Ojalá sean efectivos, porque la democracia es sagrada y no podemos permitir que nadie la ponga en riesgo. Nadie quiere que este proceso se vaya al traste por errores o negligencias.
En fin, la carrera hacia Casa Amarilla promete ser intensa y llena de emociones fuertes. El tiempo apremia, la tensión aumenta y los pronósticos siguen siendo inciertos. Entonces, mi pregunta para ustedes: considerando este panorama actual, ¿creen que Laura Fernández realmente tiene el impulso necesario para asegurar la victoria en febrero, o aún faltan demasiadas piezas por encajar para definir quién será el próximo inquilino de Belén?
Y es que, como todos sabemos, la política nacional es un jueguito impredecible. Vimos a muchos candidatos llegar creyendo que tenían el partido ganado y terminaron comiéndose el pastel vacío. Por eso, Fernández, con su labia de cajuela, recordó a sus seguidores –y a los indecisos– que la cosa no está definida todavía. “Esto es como un partido de fútbol, gente. Hay que jugar los 90 minutos, porque hasta que el árbitro no pita, el partido no termina”. Pura verdad, diay.
El respaldo del CIEP, que muchos consideran el “estándar de oro” de las encuestas acá, le da oxígeno a la campaña oficialista. Pero también les pone presión, porque ahora todos esperan ver cómo aprovechan esta ventaja. Fernández ya sacó sus armas secretas: la Marina de Limón, con su historia y su identidad, y el Ciudad Gobierno, ese chunche que prometen que va a modernizar la administración pública. Esperemos que no se vayan al traste estos proyectos, porque la gente necesita resultados.
Pero ojo, porque detrás de esta celebración silenciosa se esconde una estrategia más profunda. Fernández no solo busca ganar la presidencia, sino asegurar una ‘aplanadora legislativa’, como ella dice. Quiere una mayoría en la Asamblea para poder impulsar toda su agenda, desde la eliminación de las pensiones de lujo (ese tema que nadie quiere tocar) hasta la implementación de esos megaproyectos de infraestructura. Imaginen el quilombo si no logran el apoyo suficiente… ¡Qué torta sería!
La continuidad del ‘buen gobierno’ es la consigna. Apuestan todo a que la gente siga viendo positivo el trabajo del presidente Chaves, a pesar de todas las controversias. El núcleo duro del chavismo, aparentemente, se ha trasladado a la figura de Fernández. Eso sí, todavía queda un 10% de votantes que necesitan convencer. Ahí está la clave, mae. Ese 10% puede significar la diferencia entre ir a una segunda vuelta, donde cualquier cosa puede pasar, o coronarse como presidenta desde el primer día.
Sin embargo, la competencia no se queda quieta. Ya empiezan a salir movimientos legales que podrían cambiar el panorama electoral, como ese bombazo en Liberia relacionado con un jugador joven. Las medias vueltas y los juegos de mesa son parte del ajedrez político, y hay que estar atentos a cada movimiento. Porque en Costa Rica, la sorpresa siempre está a la vuelta de la esquina. Y créanme, algunos actores políticos están dispuestos a jalársela una torta para conseguir lo que quieren.
Y hablando de sorpresas, no olvidemos la seguridad de las elecciones. Con casi cuatro millones de boletas en juego, las autoridades han puesto en marcha la ‘operación de seguridad extrema’. Buscan blindar el voto de los ticos y evitar cualquier tipo de fraude. Ojalá sean efectivos, porque la democracia es sagrada y no podemos permitir que nadie la ponga en riesgo. Nadie quiere que este proceso se vaya al traste por errores o negligencias.
En fin, la carrera hacia Casa Amarilla promete ser intensa y llena de emociones fuertes. El tiempo apremia, la tensión aumenta y los pronósticos siguen siendo inciertos. Entonces, mi pregunta para ustedes: considerando este panorama actual, ¿creen que Laura Fernández realmente tiene el impulso necesario para asegurar la victoria en febrero, o aún faltan demasiadas piezas por encajar para definir quién será el próximo inquilino de Belén?
