¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, viendo cómo Hacienda nos pide a los diputados que le den vía libre a un crédito del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) por unos jugosos 290 millones de dólares. Rudolf Lücke, el ministro, anduvo explicando la situación ante los diputados de la comisión hacendaria, como si fuera un paseo dominical, pero la verdad es que esto huele a despiche.
La bronca, amigos, es que tenemos unas ‘torres de vencimiento’ – así les dice el ministro – bien altas en enero y febrero del próximo año. Esto significa que tenemos que pagarle a alguien una suma considerable de plata, y si no conseguimos el crédito del BCIE, vamos a tener que rifarnos en el mercado local, donde las tasas de interés pueden ser mucho más saladas. Imaginen la chimba, tener que pedir prestado a última hora y terminar pagando un ojo de la cara.
Lücke argumenta que este préstamo del BCIE es como un respiro, una inyección de aire fresco para nuestra economía. Dice que no implica un aumento en el gasto público, sino todo lo contrario, que disminuye la presión sobre el sistema financiero nacional. Además, asegura que es un financiamiento rápido y fácil de obtener. En teoría suena lindo, diay, como todo en política… pero hay que rascar debajo de la piedra.
El detalle es que la tasa de interés es del 6,2%, el plazo total es de 20 años, pero el período de desembolso es de seis años. Eso quiere decir que estaremos pagando esta cuenta por mucho tiempo. Algunos analistas ya han levantado la ceja, preguntándose si realmente vale la pena endeudarnos aún más, especialmente teniendo en cuenta que ya estamos cargaditos. Parece que nos estamos metiendo en otro brete para salir del anterior.
Según los números oficiales, entre noviembre y diciembre de este año, Hacienda tendrá que afrontar obligaciones por casi ¢557 mil millones. Pero eso es pan comido comparado con lo que viene: entre enero y marzo del 2026, tendremos que cancelar cerca de ¢1.550 mil millones, lo que representa prácticamente el 34,5% de toda la deuda que tenemos programada para el próximo año. ¡Una verdadera torta!
Y aquí viene el meollo del asunto, gente: ¿realmente necesitamos este crédito para evitar un colapso económico? ¿Estamos simplemente aplazando el problema, acumulando deuda para las futuras generaciones? Muchos expertos señalan que deberíamos estar buscando soluciones más estructurales, como mejorar la eficiencia del Estado, atraer inversión extranjera y diversificar nuestra economía. No podemos seguir viviendo de préstamos, pura lana ajena.
Además, recordemos lo que pasó con el Banco Nacional, ¡qué panorama! Una junta directiva ilegítima tomando decisiones a escondidas... Uno empieza a sospechar de todo. Esta solicitud de crédito del BCIE, sumada a esos otros escándalos, pinta feo, muy feo. Hay que estar ojo avizor, porque estos asuntos nunca vienen gratis, siempre hay algún gato encerrado, alguna vara podrida.
En fin, la pelota está ahora en el techo de la Asamblea Legislativa. Los diputados tendrán que decidir si aprueban o rechazan este crédito del BCIE. Pero la gran pregunta que queda flotando en el aire es: ¿este préstamo nos salvará el qique o nos meteremos en un brete mayor del que ya tenemos? ¿Ustedes qué piensan, compas? ¿Deberían aprobar este crédito o buscar alternativas?
La bronca, amigos, es que tenemos unas ‘torres de vencimiento’ – así les dice el ministro – bien altas en enero y febrero del próximo año. Esto significa que tenemos que pagarle a alguien una suma considerable de plata, y si no conseguimos el crédito del BCIE, vamos a tener que rifarnos en el mercado local, donde las tasas de interés pueden ser mucho más saladas. Imaginen la chimba, tener que pedir prestado a última hora y terminar pagando un ojo de la cara.
Lücke argumenta que este préstamo del BCIE es como un respiro, una inyección de aire fresco para nuestra economía. Dice que no implica un aumento en el gasto público, sino todo lo contrario, que disminuye la presión sobre el sistema financiero nacional. Además, asegura que es un financiamiento rápido y fácil de obtener. En teoría suena lindo, diay, como todo en política… pero hay que rascar debajo de la piedra.
El detalle es que la tasa de interés es del 6,2%, el plazo total es de 20 años, pero el período de desembolso es de seis años. Eso quiere decir que estaremos pagando esta cuenta por mucho tiempo. Algunos analistas ya han levantado la ceja, preguntándose si realmente vale la pena endeudarnos aún más, especialmente teniendo en cuenta que ya estamos cargaditos. Parece que nos estamos metiendo en otro brete para salir del anterior.
Según los números oficiales, entre noviembre y diciembre de este año, Hacienda tendrá que afrontar obligaciones por casi ¢557 mil millones. Pero eso es pan comido comparado con lo que viene: entre enero y marzo del 2026, tendremos que cancelar cerca de ¢1.550 mil millones, lo que representa prácticamente el 34,5% de toda la deuda que tenemos programada para el próximo año. ¡Una verdadera torta!
Y aquí viene el meollo del asunto, gente: ¿realmente necesitamos este crédito para evitar un colapso económico? ¿Estamos simplemente aplazando el problema, acumulando deuda para las futuras generaciones? Muchos expertos señalan que deberíamos estar buscando soluciones más estructurales, como mejorar la eficiencia del Estado, atraer inversión extranjera y diversificar nuestra economía. No podemos seguir viviendo de préstamos, pura lana ajena.
Además, recordemos lo que pasó con el Banco Nacional, ¡qué panorama! Una junta directiva ilegítima tomando decisiones a escondidas... Uno empieza a sospechar de todo. Esta solicitud de crédito del BCIE, sumada a esos otros escándalos, pinta feo, muy feo. Hay que estar ojo avizor, porque estos asuntos nunca vienen gratis, siempre hay algún gato encerrado, alguna vara podrida.
En fin, la pelota está ahora en el techo de la Asamblea Legislativa. Los diputados tendrán que decidir si aprueban o rechazan este crédito del BCIE. Pero la gran pregunta que queda flotando en el aire es: ¿este préstamo nos salvará el qique o nos meteremos en un brete mayor del que ya tenemos? ¿Ustedes qué piensan, compas? ¿Deberían aprobar este crédito o buscar alternativas?