Maes, no sé ustedes, pero yo a veces leo las noticias y quedo más perdida que el chiquito de la Llorona. El último enredo que nos tienen montado el ICE y la Aresep con las tarifas de la luz es el ejemplo perfecto. Es un despiche de comunicación que, al final del día, nos afecta el bolsillo a todos, y la verdad es que ya cansa un poco la falta de claridad de las instituciones que se supone que hacen brete para nosotros.
Vamos a ver si entendí bien la vara, porque tiene su ciencia. El 3 de setiembre, sale Marco Acuña, el mero mero del ICE, en conferencia de prensa, todo orgulloso, a decir que le van a pedir a la Aresep una rebaja del 2,6% para el 2026. Uno, diay, escucha eso y piensa: "¡Qué bueno! Por fin una buena noticia entre tanto despapayo". Pero la alegría dura lo que dura un aguacero en abril. Unos días después, sale la Aresep a aguar la fiesta y dice que no, que el ICE lo que pidió fue un AUMENTO del 37% en el servicio de distribución. ¡Plop! Es para sentarse y preguntarse: ¿estamos todos locos o alguien aquí se jaló una torta monumental con la calculadora o con el comunicado de prensa?
Aquí es donde la cosa se pone técnica, pero se los explico en fácil. Resulta que el precio final que pagamos en el recibo es una mezcla de dos chunches. El primero es el "ajuste ordinario", que es donde el ICE efectivamente pidió el aumento del 37% para cubrir sus costos de distribución y demás. Pero el segundo chunche, el que mueve la aguja, se llama "costo variable de generación" (CVG). Esta vara depende de cuánto le cuesta al ICE generar electricidad, si tuvo que usar mucho combustible caro (generación térmica) o si llovió bastante y usó las hidroeléctricas, que es más barato. Las proyecciones dicen que este CVG va a tener una rebaja del 13%.
Entonces, el enredo es un simple problema de comunicación y enfoque. El ICE sale a anunciar el resultado final de la resta (el -2,6%), que es lo que le importa al consumidor. La Aresep, por su lado, sale a señalar la parte fea de la suma (el +37%), que es la solicitud formal que recibieron. ¿El resultado? Un pleito público entre dos instituciones gigantes, una confusión masiva y la sensación de que nos están tratando como a chiquitos, dándonos la información a medias. Es un desorden que solo genera desconfianza. ¿Tan difícil era sentarse, coordinar un único mensaje y explicarle al pueblo con peras y manzanas: "Maes, una parte sube por esto, otra baja por esto otro, y al final esperamos que el recibo les llegue así"?
Al final, los que quedamos en el medio, viendo el pleito como en un partido de tenis, somos nosotros. Ahora tenemos que esperar hasta noviembre para que la Aresep confirme el número final, cruzando los dedos para que la proyección del ICE se cumpla y no nos salgan con un domingo siete. Esta incertidumbre, provocada por una pésima estrategia de comunicación, es lo que de verdad molesta. No es solo el número, es la forma. Pero bueno, así es la cosa por estos lares a veces.
En fin, maes, ¿qué opinan ustedes de este enredo? ¿Creen que es una simple falta de coordinación, un pleito de poder entre instituciones para ver quién tiene la razón, o simplemente nos están mareando para que al final no entendamos si la vara sube o baja? Los leo.
Vamos a ver si entendí bien la vara, porque tiene su ciencia. El 3 de setiembre, sale Marco Acuña, el mero mero del ICE, en conferencia de prensa, todo orgulloso, a decir que le van a pedir a la Aresep una rebaja del 2,6% para el 2026. Uno, diay, escucha eso y piensa: "¡Qué bueno! Por fin una buena noticia entre tanto despapayo". Pero la alegría dura lo que dura un aguacero en abril. Unos días después, sale la Aresep a aguar la fiesta y dice que no, que el ICE lo que pidió fue un AUMENTO del 37% en el servicio de distribución. ¡Plop! Es para sentarse y preguntarse: ¿estamos todos locos o alguien aquí se jaló una torta monumental con la calculadora o con el comunicado de prensa?
Aquí es donde la cosa se pone técnica, pero se los explico en fácil. Resulta que el precio final que pagamos en el recibo es una mezcla de dos chunches. El primero es el "ajuste ordinario", que es donde el ICE efectivamente pidió el aumento del 37% para cubrir sus costos de distribución y demás. Pero el segundo chunche, el que mueve la aguja, se llama "costo variable de generación" (CVG). Esta vara depende de cuánto le cuesta al ICE generar electricidad, si tuvo que usar mucho combustible caro (generación térmica) o si llovió bastante y usó las hidroeléctricas, que es más barato. Las proyecciones dicen que este CVG va a tener una rebaja del 13%.
Entonces, el enredo es un simple problema de comunicación y enfoque. El ICE sale a anunciar el resultado final de la resta (el -2,6%), que es lo que le importa al consumidor. La Aresep, por su lado, sale a señalar la parte fea de la suma (el +37%), que es la solicitud formal que recibieron. ¿El resultado? Un pleito público entre dos instituciones gigantes, una confusión masiva y la sensación de que nos están tratando como a chiquitos, dándonos la información a medias. Es un desorden que solo genera desconfianza. ¿Tan difícil era sentarse, coordinar un único mensaje y explicarle al pueblo con peras y manzanas: "Maes, una parte sube por esto, otra baja por esto otro, y al final esperamos que el recibo les llegue así"?
Al final, los que quedamos en el medio, viendo el pleito como en un partido de tenis, somos nosotros. Ahora tenemos que esperar hasta noviembre para que la Aresep confirme el número final, cruzando los dedos para que la proyección del ICE se cumpla y no nos salgan con un domingo siete. Esta incertidumbre, provocada por una pésima estrategia de comunicación, es lo que de verdad molesta. No es solo el número, es la forma. Pero bueno, así es la cosa por estos lares a veces.
En fin, maes, ¿qué opinan ustedes de este enredo? ¿Creen que es una simple falta de coordinación, un pleito de poder entre instituciones para ver quién tiene la razón, o simplemente nos están mareando para que al final no entendamos si la vara sube o baja? Los leo.