Maes, honestamente, a veces leer las noticias de este país se siente como ver un capítulo repetido de una serie malísima que ya todos sabemos cómo termina. Y la novela de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) parece que tiene guionistas que no conocen otra trama. La última movida del tablero: el Gobierno de Rodrigo Chaves le enseñó la puerta de salida (otra vez) a Martha Rodríguez, exdirectiva de la institución, y la vara, como era de esperarse, huele a todo menos a flores.
Rodríguez no se quedó callada y salió con los tacos de frente, calificando su destitución de "represalia política". ¿El supuesto motivo oficial? La aprobación de un ajuste salarial para los empleados de la Caja. Según el Gobierno, una irresponsabilidad. Según Rodríguez, una excusa barata, porque la plata sí estaba. Diay, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Porque si lo que ella dice es cierto, no estamos hablando de una decisión administrativa para proteger las finanzas de la institución más querida del país; estamos hablando de usar el poder para quitar del camino a alguien que estorba. ¡Qué despiche el que se tienen montado en ese brete!
Pero agárrense, que el drama procesal es de película. La exdirectiva denuncia que todo el proceso de su destitución fue un arroz con mango. Aparentemente, ignoraron una notificación de que estaba incapacitada y, en un acto de magia legal bastante conveniente, interpretaron su ausencia como una renuncia a su derecho a defenderse. O sea, si seguimos esa lógica, la próxima vez que uno se enferma y no puede ir a una reunión, ¿automáticamente está aceptando cualquier cosa que decidan a sus espaldas? Con todo respeto, pero ahí el Consejo de Gobierno parece que se jaló una torta monumental, una que deja un sinsabor a arbitrariedad y que alimenta la desconfianza que ya muchos le tenemos a la forma en que se manejan estas varas.
Y aquí es donde la trama se pone más densa, porque esto no es solo por un ajuste salarial. Rodríguez se autodenomina "una voz incómoda" y, para echarle más leña al fuego, recordó que es testigo en dos causas penales que son dinamita pura: el supuesto "maquillaje de estudios actuariales" y el famoso "caso Barrenador". Entonces, ¿es una simple destitución o un intento calculado por silenciar a una pieza clave en investigaciones que podrían salpicar a gente muy arriba? Ella está convencida de lo segundo. Francamente, la mae está bien salada, porque ser disidente en la Caja bajo la gestión de Marta Esquivel y ahora Mónica Taylor ha sido, evidentemente, un deporte de alto riesgo.
Para rematar, está el detalle del informe de su caso: más de 200 páginas que el Consejo de Gobierno supuestamente leyó, analizó y sobre las que tomó una decisión final… ¡el mismo día que lo recibió! Rodríguez lo califica de "fácticamente imposible", y la verdad es que suena, como mínimo, a una lectura en diagonal con muy poca cafeína. Ahora ella presentará un recurso y veremos qué pasa en este nuevo round. Pero más allá de si nos cae bien o mal la señora, o de si estamos de acuerdo con sus posturas, la pregunta que queda flotando es más grande y nos afecta a todos.
Y aquí se las dejo para el foro: ¿Hasta qué punto la aparente inestabilidad y los pleitos políticos constantes dentro de la CCSS están poniendo en jaque no solo la gestión, sino la confianza misma en la institución que se supone debe cuidarnos a todos? ¿Estamos viendo una limpieza política o una defensa necesaria de las finanzas públicas?
Rodríguez no se quedó callada y salió con los tacos de frente, calificando su destitución de "represalia política". ¿El supuesto motivo oficial? La aprobación de un ajuste salarial para los empleados de la Caja. Según el Gobierno, una irresponsabilidad. Según Rodríguez, una excusa barata, porque la plata sí estaba. Diay, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Porque si lo que ella dice es cierto, no estamos hablando de una decisión administrativa para proteger las finanzas de la institución más querida del país; estamos hablando de usar el poder para quitar del camino a alguien que estorba. ¡Qué despiche el que se tienen montado en ese brete!
Pero agárrense, que el drama procesal es de película. La exdirectiva denuncia que todo el proceso de su destitución fue un arroz con mango. Aparentemente, ignoraron una notificación de que estaba incapacitada y, en un acto de magia legal bastante conveniente, interpretaron su ausencia como una renuncia a su derecho a defenderse. O sea, si seguimos esa lógica, la próxima vez que uno se enferma y no puede ir a una reunión, ¿automáticamente está aceptando cualquier cosa que decidan a sus espaldas? Con todo respeto, pero ahí el Consejo de Gobierno parece que se jaló una torta monumental, una que deja un sinsabor a arbitrariedad y que alimenta la desconfianza que ya muchos le tenemos a la forma en que se manejan estas varas.
Y aquí es donde la trama se pone más densa, porque esto no es solo por un ajuste salarial. Rodríguez se autodenomina "una voz incómoda" y, para echarle más leña al fuego, recordó que es testigo en dos causas penales que son dinamita pura: el supuesto "maquillaje de estudios actuariales" y el famoso "caso Barrenador". Entonces, ¿es una simple destitución o un intento calculado por silenciar a una pieza clave en investigaciones que podrían salpicar a gente muy arriba? Ella está convencida de lo segundo. Francamente, la mae está bien salada, porque ser disidente en la Caja bajo la gestión de Marta Esquivel y ahora Mónica Taylor ha sido, evidentemente, un deporte de alto riesgo.
Para rematar, está el detalle del informe de su caso: más de 200 páginas que el Consejo de Gobierno supuestamente leyó, analizó y sobre las que tomó una decisión final… ¡el mismo día que lo recibió! Rodríguez lo califica de "fácticamente imposible", y la verdad es que suena, como mínimo, a una lectura en diagonal con muy poca cafeína. Ahora ella presentará un recurso y veremos qué pasa en este nuevo round. Pero más allá de si nos cae bien o mal la señora, o de si estamos de acuerdo con sus posturas, la pregunta que queda flotando es más grande y nos afecta a todos.
Y aquí se las dejo para el foro: ¿Hasta qué punto la aparente inestabilidad y los pleitos políticos constantes dentro de la CCSS están poniendo en jaque no solo la gestión, sino la confianza misma en la institución que se supone debe cuidarnos a todos? ¿Estamos viendo una limpieza política o una defensa necesaria de las finanzas públicas?