Mae, uno cree que a los veintipico es Superman, ¿verdad? Que el cuerpo aguanta todas las fiestas, las madrugadas en el brete y los fines de semana de mejenga sin quejarse. Pero mientras uno anda por la vida creyéndose inmortal, hay un par de órganos silenciosos que ya empezaron a sentir el trote. Hablo de los pulmones. Resulta que un estudio grandísimo, con datos de un montón de gente, acaba de confirmar una vara que nos debería poner a pensar: nuestros pulmones se ponen en su punto más tuanis entre los 20 y los 25 años. A partir de ahí, agarre aire, porque la cosa empieza a ir cuesta abajo.
Diay, ¿y eso qué? ¿A quién le importa si la capacidad pulmonar baja un poquito? Pues resulta que es un temazo. Según los expertos, esa capacidad máxima que uno alcanza de güila es como el "colchón" que va a tener para el resto de su vida. Si ese colchón es bueno, uno aguanta mejor las enfermedades respiratorias y otros achaques de la vejez. Pero si desde joven uno le da durísimo con el cigarro, la contaminación o simplemente no se cuida, ese declive se acelera. La bronca es que una mala salud pulmonar no es solo quedarse sin aire subiendo una cuesta; está ligada a un despiche en todo el cuerpo: afecta el sistema inmune, el corazón, el peso y hasta la memoria. Si uno descuida el tema, todo el sistema se puede ir al traste sin que uno se dé cuenta.
Lo más curioso del asunto es que hay formas caseras, casi de proyecto de ciencias del cole, para tantear cómo anda la máquina. Los científicos usan unos chunches carísimos, pero uno puede hacerse una idea con una botella plástica grande, un balde, un pilot y un pedacito de manguera. La vara es marcar la botella cada 200 ml de agua, llenarla, ponerla boca abajo sumergida en el balde con agua y soplar por la manguera para ver cuánta agua desaloja uno de un solo respiro. Cada marca de 200 ml que logre vaciar se suma. Dicen que una capacidad sana anda entre 3 y 5 litros (o sea, entre 15 y 25 marcas). Obviamente no es un diagnóstico médico, pero sirve para que uno se haga una idea y, de paso, no haga un reguero de agua en la casa.
Ahora, la buena noticia: esto no es una sentencia de muerte. Hay un montón de varas que se pueden hacer para "ponerle bonito" a los pulmones y frenar esa caída. Lo primero es de cajón: si fuma o vapea, ya sabe qué tiene que hacer. Pero hay más. El ejercicio regular es clave porque fortalece todos los músculos que usamos para respirar. La comida también juega un papel: bajarle a la sal (¡qué torta para el gallo pinto!) parece que ayuda a reducir la inflamación pulmonar. Y para los que les gusta la tecnología, ya existen hasta aparatos, como el Powerbreathe, que son como "pesas para los pulmones" y que con 30 respiraciones al día le ayudan a uno a fortalecer el diafragma. Y para los más artísticos, la vara es todavía más tuanis: póngase a cantar en la ducha o aprenda a tocar un instrumento de viento. Todo eso es un entrenamiento de primera.
Al final, la vara es simple: los pulmones no son para siempre y lo que hacemos (o no hacemos) hoy, nos pasa la factura mañana. No se trata de volverse un obsesivo de la salud, pero sí de entender que esos dos globos que tenemos en el pecho son el motor de todo lo demás. Cuidarlos es, literalmente, invertir en la cantidad y calidad de aire que vamos a tener para disfrutar el resto de la vida. Así que vale la pena pensar si los nuestros están para correr la maratón o si a medio trote ya están pidiendo cacao.
Maes, ahora en serio, ¿ustedes le ponen atención a esta vara? ¿Hacen algo específico para cuidar los pulmones o es de esos temas que uno deja para "después"? ¿Alguno se va a animar a hacer el experimento de la botella? ¡Cuenten a ver!
Diay, ¿y eso qué? ¿A quién le importa si la capacidad pulmonar baja un poquito? Pues resulta que es un temazo. Según los expertos, esa capacidad máxima que uno alcanza de güila es como el "colchón" que va a tener para el resto de su vida. Si ese colchón es bueno, uno aguanta mejor las enfermedades respiratorias y otros achaques de la vejez. Pero si desde joven uno le da durísimo con el cigarro, la contaminación o simplemente no se cuida, ese declive se acelera. La bronca es que una mala salud pulmonar no es solo quedarse sin aire subiendo una cuesta; está ligada a un despiche en todo el cuerpo: afecta el sistema inmune, el corazón, el peso y hasta la memoria. Si uno descuida el tema, todo el sistema se puede ir al traste sin que uno se dé cuenta.
Lo más curioso del asunto es que hay formas caseras, casi de proyecto de ciencias del cole, para tantear cómo anda la máquina. Los científicos usan unos chunches carísimos, pero uno puede hacerse una idea con una botella plástica grande, un balde, un pilot y un pedacito de manguera. La vara es marcar la botella cada 200 ml de agua, llenarla, ponerla boca abajo sumergida en el balde con agua y soplar por la manguera para ver cuánta agua desaloja uno de un solo respiro. Cada marca de 200 ml que logre vaciar se suma. Dicen que una capacidad sana anda entre 3 y 5 litros (o sea, entre 15 y 25 marcas). Obviamente no es un diagnóstico médico, pero sirve para que uno se haga una idea y, de paso, no haga un reguero de agua en la casa.
Ahora, la buena noticia: esto no es una sentencia de muerte. Hay un montón de varas que se pueden hacer para "ponerle bonito" a los pulmones y frenar esa caída. Lo primero es de cajón: si fuma o vapea, ya sabe qué tiene que hacer. Pero hay más. El ejercicio regular es clave porque fortalece todos los músculos que usamos para respirar. La comida también juega un papel: bajarle a la sal (¡qué torta para el gallo pinto!) parece que ayuda a reducir la inflamación pulmonar. Y para los que les gusta la tecnología, ya existen hasta aparatos, como el Powerbreathe, que son como "pesas para los pulmones" y que con 30 respiraciones al día le ayudan a uno a fortalecer el diafragma. Y para los más artísticos, la vara es todavía más tuanis: póngase a cantar en la ducha o aprenda a tocar un instrumento de viento. Todo eso es un entrenamiento de primera.
Al final, la vara es simple: los pulmones no son para siempre y lo que hacemos (o no hacemos) hoy, nos pasa la factura mañana. No se trata de volverse un obsesivo de la salud, pero sí de entender que esos dos globos que tenemos en el pecho son el motor de todo lo demás. Cuidarlos es, literalmente, invertir en la cantidad y calidad de aire que vamos a tener para disfrutar el resto de la vida. Así que vale la pena pensar si los nuestros están para correr la maratón o si a medio trote ya están pidiendo cacao.
Maes, ahora en serio, ¿ustedes le ponen atención a esta vara? ¿Hacen algo específico para cuidar los pulmones o es de esos temas que uno deja para "después"? ¿Alguno se va a animar a hacer el experimento de la botella? ¡Cuenten a ver!