¡Aguante, pura vida! Parece que la cosa va cambiando, y para bien. Después de años dependiendo mucho del movimiento turístico y algunos cultivos tradicionales, la manufactura se ha puesto las pilas y ahora manda con todo en las exportaciones. PROCOMER soltó unas estadísticas que dan qué pensar: el sector manufacturero representa ya casi dos tercios de todo lo que vendemos afuera, ¡una barbaridad!
Según el estudio, en 2024 movimos unos 13 mil 260 millones de dólares gracias a la producción nacional. Eso significa un aumento del 10% con respecto al año anterior, y no es solamente por los jueguetes médicos, que siguen siendo importantísimos, sino también porque otras industrias se han metido de lleno al brete. Estamos hablando de lo eléctrico electrónico, lo químico farmacéutico y hasta la metalmecánica.
Laura López, la jefa de PROCOMER, dijo textualmente que “estas nuevas categorías complementan el peso del equipo médico y fortalecen la competitividad nacional”. Suena chévere, ¿verdad? Pero también nos hace preguntarnos si estamos poniendo suficiente esfuerzo en apoyar estas ramas emergentes, porque ahí sí hay potencial para crecerle al mundo.
Y fíjate que no es poca cosa: 1.703 empresas diferentes mandaron sus productos a otros países, ¡más de tres mil tipos distintos de cosas! Desde componentes electrónicos hasta envases de vidrio y pinturas, demostrando que la creatividad y el ingenio tico no tienen límites. Eso sí, todavía tenemos que darle más impulso a las pequeñas y medianas empresas, que muchas veces se quedan atrás por falta de recursos y conocimiento.
Estados Unidos sigue siendo nuestro principal socio comercial, como siempre, pero Países Bajos y Bélgica también están mostrando interés en nuestros productos. Lo bueno es que estamos abriendo camino en Centroamérica, donde la mayoría de las empresas exportadoras tienen su base. Esto nos da una ventaja logística importante y nos permite fortalecer los lazos con nuestros vecinos.
Aquí viene la jugada interesante: gran parte de estas exportaciones –un 84%, para ser exactos– salen de las zonas francas, donde se producen principalmente los dispositivos médicos. Pero el régimen definitivo, que implica pagar todos los impuestos, también está contribuyendo con un buen porcentaje, enviando envases, plásticos, pinturas y otros productos básicos. La idea sería seguir incentivando este último régimen, para tener una economía más diversificada y menos dependiente de los incentivos fiscales.
Si quieres ver el estudio completo, puedes buscarlo en la página web de PROCOMER, en la sección de Estudios de Inteligencia Comercial. Ahí encontrarás datos más detallados y análisis interesantes sobre el desempeño del sector manufacturero. Pero te adelanto que las perspectivas son bastante alentadoras, especialmente si seguimos apostando por la innovación y la calidad de nuestros productos.
En fin, parece que la manufactura se convirtió en el nuevo motor de la economía costarricense. Es una noticia que nos llena de esperanza y nos demuestra que podemos salir adelante incluso en tiempos difíciles. ¿Será que, finalmente, hemos encontrado una alternativa sostenible al modelo tradicional basado en el turismo y la agricultura? ¿Y cómo podemos asegurar que los beneficios de esta bonanza lleguen a todos los rincones del país, y no solo a unos pocos privilegiados?
Según el estudio, en 2024 movimos unos 13 mil 260 millones de dólares gracias a la producción nacional. Eso significa un aumento del 10% con respecto al año anterior, y no es solamente por los jueguetes médicos, que siguen siendo importantísimos, sino también porque otras industrias se han metido de lleno al brete. Estamos hablando de lo eléctrico electrónico, lo químico farmacéutico y hasta la metalmecánica.
Laura López, la jefa de PROCOMER, dijo textualmente que “estas nuevas categorías complementan el peso del equipo médico y fortalecen la competitividad nacional”. Suena chévere, ¿verdad? Pero también nos hace preguntarnos si estamos poniendo suficiente esfuerzo en apoyar estas ramas emergentes, porque ahí sí hay potencial para crecerle al mundo.
Y fíjate que no es poca cosa: 1.703 empresas diferentes mandaron sus productos a otros países, ¡más de tres mil tipos distintos de cosas! Desde componentes electrónicos hasta envases de vidrio y pinturas, demostrando que la creatividad y el ingenio tico no tienen límites. Eso sí, todavía tenemos que darle más impulso a las pequeñas y medianas empresas, que muchas veces se quedan atrás por falta de recursos y conocimiento.
Estados Unidos sigue siendo nuestro principal socio comercial, como siempre, pero Países Bajos y Bélgica también están mostrando interés en nuestros productos. Lo bueno es que estamos abriendo camino en Centroamérica, donde la mayoría de las empresas exportadoras tienen su base. Esto nos da una ventaja logística importante y nos permite fortalecer los lazos con nuestros vecinos.
Aquí viene la jugada interesante: gran parte de estas exportaciones –un 84%, para ser exactos– salen de las zonas francas, donde se producen principalmente los dispositivos médicos. Pero el régimen definitivo, que implica pagar todos los impuestos, también está contribuyendo con un buen porcentaje, enviando envases, plásticos, pinturas y otros productos básicos. La idea sería seguir incentivando este último régimen, para tener una economía más diversificada y menos dependiente de los incentivos fiscales.
Si quieres ver el estudio completo, puedes buscarlo en la página web de PROCOMER, en la sección de Estudios de Inteligencia Comercial. Ahí encontrarás datos más detallados y análisis interesantes sobre el desempeño del sector manufacturero. Pero te adelanto que las perspectivas son bastante alentadoras, especialmente si seguimos apostando por la innovación y la calidad de nuestros productos.
En fin, parece que la manufactura se convirtió en el nuevo motor de la economía costarricense. Es una noticia que nos llena de esperanza y nos demuestra que podemos salir adelante incluso en tiempos difíciles. ¿Será que, finalmente, hemos encontrado una alternativa sostenible al modelo tradicional basado en el turismo y la agricultura? ¿Y cómo podemos asegurar que los beneficios de esta bonanza lleguen a todos los rincones del país, y no solo a unos pocos privilegiados?
