Maes, a veces uno lee noticias que parecen sacadas del guion de una serie de Netflix, y el capítulo de ayer se filmó en Puerto Jiménez. La vara es que no estamos hablando de un paquetito escondido en una maleta, sino de un cargamento que pesa más que un rinoceronte adulto. Agarraron a dos tipos, un tico y un ecuatoriano, con más de dos toneladas de droga en una lancha. ¡Dos toneladas! Diay, para que nos hagamos una idea, eso es como el peso de dos carros pequeños, solo que en vez de metal y plástico, es marihuana y cocaína navegando tranquilamente por el Golfo Dulce.
La historia tiene todos los elementos de un thriller de acción. Imagínense la escena: madrugada, una lancha sin matrícula ni nombre, moviéndose de forma sospechosa. Los Guardacostas, que de fijo no estaban para juegos, les caen encima con apoyo de la DEA. Les gritan que se detengan y los maes de la lancha, en un arranque de optimismo suicida, deciden que pueden ganarle una carrera a las autoridades. ¡Qué nivel de operativo! Obviamente, la persecución no duró mucho. La lancha de los narcos encalló en una playa y ahí fue donde el plan se les fue al traste por completo.
Y aquí es donde la película se pone buena de verdad. Uno de los oficiales, al ver que los sospechosos se querían pelar, no lo pensó dos veces y se mandó al agua para detener al ecuatoriano. Mae, hay que tener agallas para hacer eso en medio de la noche. ¡Qué carga ese mae de Guardacostas! Mientras tanto, el costarricense, de apellido Medina, intentó jugar a las escondidas en otra embarcación cercana, pero como era de esperarse, el juego le duró menos que un aguacero de abril. Al final, los dos para adentro y el cargamento asegurado. Un final feliz para las autoridades, y una torta monumental para los que financiaron toda esa operación.
Ahora, hablemos del "chunche" que llevaban. No era cualquier mandado. Dentro de 101 bultos encontraron 2,373 paquetes de marihuana y 114 de cocaína. Un total de 2,487 kilos. Esta cantidad de droga no es para consumo local, seamos claros. La Zona Sur, con su acceso directo al Pacífico, sigue siendo una autopista para los carteles que mueven su producto hacia el norte. Este decomiso es un golazo para la seguridad del país, sin duda, pero también es un recordatorio de la escala del problema que tenemos metido hasta la cocina. No estamos hablando de pequeños traficantes, estamos hablando de una industria con una logística impresionante.
Y esto me lleva a la pregunta del millón, la que realmente importa más allá del aplauso por el buen brete de los guardacostas. Porque seamos honestos, el ecuatoriano de apellido Nazareno y el tico Medina suenan más a los peones, a los que hacen el trabajo sucio por una tajada del pastel, que a los verdaderos capos. Agarrarlos a ellos es necesario, pero es como podar las ramas de un árbol enfermo sin tocar la raíz. Los verdaderos dueños de esas dos toneladas probablemente estaban viendo las noticias desde una casa de lujo, calculando las pérdidas y planeando el siguiente envío. Entonces, foro, les pregunto: ¿Creen que estos mega decomisos realmente le hacen un hueco significativo al narco, o son solo un show mediático mientras los verdaderos peces gordos ni se inmutan?
La historia tiene todos los elementos de un thriller de acción. Imagínense la escena: madrugada, una lancha sin matrícula ni nombre, moviéndose de forma sospechosa. Los Guardacostas, que de fijo no estaban para juegos, les caen encima con apoyo de la DEA. Les gritan que se detengan y los maes de la lancha, en un arranque de optimismo suicida, deciden que pueden ganarle una carrera a las autoridades. ¡Qué nivel de operativo! Obviamente, la persecución no duró mucho. La lancha de los narcos encalló en una playa y ahí fue donde el plan se les fue al traste por completo.
Y aquí es donde la película se pone buena de verdad. Uno de los oficiales, al ver que los sospechosos se querían pelar, no lo pensó dos veces y se mandó al agua para detener al ecuatoriano. Mae, hay que tener agallas para hacer eso en medio de la noche. ¡Qué carga ese mae de Guardacostas! Mientras tanto, el costarricense, de apellido Medina, intentó jugar a las escondidas en otra embarcación cercana, pero como era de esperarse, el juego le duró menos que un aguacero de abril. Al final, los dos para adentro y el cargamento asegurado. Un final feliz para las autoridades, y una torta monumental para los que financiaron toda esa operación.
Ahora, hablemos del "chunche" que llevaban. No era cualquier mandado. Dentro de 101 bultos encontraron 2,373 paquetes de marihuana y 114 de cocaína. Un total de 2,487 kilos. Esta cantidad de droga no es para consumo local, seamos claros. La Zona Sur, con su acceso directo al Pacífico, sigue siendo una autopista para los carteles que mueven su producto hacia el norte. Este decomiso es un golazo para la seguridad del país, sin duda, pero también es un recordatorio de la escala del problema que tenemos metido hasta la cocina. No estamos hablando de pequeños traficantes, estamos hablando de una industria con una logística impresionante.
Y esto me lleva a la pregunta del millón, la que realmente importa más allá del aplauso por el buen brete de los guardacostas. Porque seamos honestos, el ecuatoriano de apellido Nazareno y el tico Medina suenan más a los peones, a los que hacen el trabajo sucio por una tajada del pastel, que a los verdaderos capos. Agarrarlos a ellos es necesario, pero es como podar las ramas de un árbol enfermo sin tocar la raíz. Los verdaderos dueños de esas dos toneladas probablemente estaban viendo las noticias desde una casa de lujo, calculando las pérdidas y planeando el siguiente envío. Entonces, foro, les pregunto: ¿Creen que estos mega decomisos realmente le hacen un hueco significativo al narco, o son solo un show mediático mientras los verdaderos peces gordos ni se inmutan?
