Maes, en serio, a veces uno lee noticias y no sabe si reír, llorar o simplemente resignarse. La vara es que me topé con esta joyita de CRHoy y, ¡qué despiche! Resulta que la tarde del miércoles, allá por la campiña de Turrialba, la Policía Municipal y la Fuerza Pública le pusieron el alto a un vehículo que ya andaba más marcado que tarea de escuela. ¿La razón? Aparentemente, el carro estaba ligado a una serie de robos y hurtos en comercios de la zona. Uno diría: "bueno, un día más en la oficina para la policía". Pero no, la historia apenas empezaba a ponerse "interesante", por no usar una palabra más fuerte.
Dentro del carro viajaban dos nicaragüenses, un señor de 49 y una señora de 66, de apellidos Arias. Y aquí es donde el asunto se pone color de hormiga. No eran simples sospechosos o unos primerizos que se jalaron una torta. ¡Para nada! Según el reporte, estos dos personajes cargan con un "amplio historial delictivo". O sea, no estamos hablando de que se robaron un confite en el súper. La nota no entra en detalles, pero cuando las autoridades usan la palabra "amplio", uno se imagina un prontuario más largo que un día sin pan. Y para ponerle la cereza al pastel, ambos estaban en el país en condición migratoria irregular. Una combinación explosiva que, lamentablemente, ya no nos sorprende tanto.
Como si el panorama no fuera lo suficientemente caótico, el hombre de 49 años decidió que era un buen momento para probar suerte en el arte del engaño. Cuando los oficiales le pidieron los papeles, el mae muy campante intentó presentarse con un documento falso. ¡Qué nivel de audacia! Diay, uno se pregunta qué pensaba, ¿que los de Migración se chupan el dedo? Obviamente, los oficiales se dieron cuenta del chanchullo al toque. Al final, los dos Arias terminaron bien salados; no solo los pescaron en el carro equivocado, sino que su intento de jugar al vivo les salió carísimo. Ahora van directo a la Policía de Migración para empezar el proceso de deportación, que esperemos sea expedito.
Ahora, más allá del caso puntual, esta vara nos deja pensando en el panorama general. Es un buen brete de la policía local, sin duda. Se agradece la coordinación y que sacaran de circulación a gente que, a todas luces, no andaba recogiendo flores. Pero, ¿cómo es posible que dos personas con un historial criminal tan pesado y en condición irregular anden paseándose por el país como si nada? ¿Cuántos más habrá en la misma situación? No se trata de xenofobia ni mucho menos, se trata de seguridad y de un sistema de control que, a veces, parece tener más huecos que un colador. La noticia es "buena" porque los agarraron, pero es pésima porque evidencia una vulnerabilidad que nos afecta a todos.
Al final, esta detención en Turrialba es apenas un síntoma de un problema mucho más grande. Celebramos el éxito policial, pero nos queda ese sinsabor, esa preocupación de que por cada dos que caen, quizás hay veinte más que siguen operando bajo el radar. Es un recordatorio de que la seguridad ciudadana es una batalla de todos los días y que no podemos bajar la guardia. Queda en manos de las autoridades no solo deportar a estas personas, sino también analizar cómo y por dónde entraron, y qué falló para que pudieran establecerse y, presuntamente, seguir delinquiendo en nuestro país.
En fin, maes, la pregunta del millón queda en el aire y me encantaría saber qué piensan. Más allá de este caso, ¿qué creen ustedes que está fallando en el sistema para que gente con este perfil ande tan campante por el país?
Dentro del carro viajaban dos nicaragüenses, un señor de 49 y una señora de 66, de apellidos Arias. Y aquí es donde el asunto se pone color de hormiga. No eran simples sospechosos o unos primerizos que se jalaron una torta. ¡Para nada! Según el reporte, estos dos personajes cargan con un "amplio historial delictivo". O sea, no estamos hablando de que se robaron un confite en el súper. La nota no entra en detalles, pero cuando las autoridades usan la palabra "amplio", uno se imagina un prontuario más largo que un día sin pan. Y para ponerle la cereza al pastel, ambos estaban en el país en condición migratoria irregular. Una combinación explosiva que, lamentablemente, ya no nos sorprende tanto.
Como si el panorama no fuera lo suficientemente caótico, el hombre de 49 años decidió que era un buen momento para probar suerte en el arte del engaño. Cuando los oficiales le pidieron los papeles, el mae muy campante intentó presentarse con un documento falso. ¡Qué nivel de audacia! Diay, uno se pregunta qué pensaba, ¿que los de Migración se chupan el dedo? Obviamente, los oficiales se dieron cuenta del chanchullo al toque. Al final, los dos Arias terminaron bien salados; no solo los pescaron en el carro equivocado, sino que su intento de jugar al vivo les salió carísimo. Ahora van directo a la Policía de Migración para empezar el proceso de deportación, que esperemos sea expedito.
Ahora, más allá del caso puntual, esta vara nos deja pensando en el panorama general. Es un buen brete de la policía local, sin duda. Se agradece la coordinación y que sacaran de circulación a gente que, a todas luces, no andaba recogiendo flores. Pero, ¿cómo es posible que dos personas con un historial criminal tan pesado y en condición irregular anden paseándose por el país como si nada? ¿Cuántos más habrá en la misma situación? No se trata de xenofobia ni mucho menos, se trata de seguridad y de un sistema de control que, a veces, parece tener más huecos que un colador. La noticia es "buena" porque los agarraron, pero es pésima porque evidencia una vulnerabilidad que nos afecta a todos.
Al final, esta detención en Turrialba es apenas un síntoma de un problema mucho más grande. Celebramos el éxito policial, pero nos queda ese sinsabor, esa preocupación de que por cada dos que caen, quizás hay veinte más que siguen operando bajo el radar. Es un recordatorio de que la seguridad ciudadana es una batalla de todos los días y que no podemos bajar la guardia. Queda en manos de las autoridades no solo deportar a estas personas, sino también analizar cómo y por dónde entraron, y qué falló para que pudieran establecerse y, presuntamente, seguir delinquiendo en nuestro país.
En fin, maes, la pregunta del millón queda en el aire y me encantaría saber qué piensan. Más allá de este caso, ¿qué creen ustedes que está fallando en el sistema para que gente con este perfil ande tan campante por el país?